Cuando es mejor no sobreactuar

Teresa Arsuaga es abogada y trabaja en Madrid como mediadora en el campo de resolución de conflictos; también es autora de títulos como El abogado humanista. Como resultado de su amplia experiencia, publica ahora es esta guía para la mejor gestión de los conflictos, que inevitablemente aparecen en toda vida humana. A partir de ejemplos de la vida corriente, la autora busca que sus lectores aprendan a enfocar los motivos ocultos de sus reacciones y a prestar atención a detalles del día a día que pueden llegar a tener una repercusión inesperada.
Para empezar, conviene observar entre nosotros una tendencia que resulta nefasta en nuestros litigios: la de dramatizar y falsear la realidad, atribuyendo a la otra parte la total responsabilidad de los desacuerdos y agravios. Con tan burda exageración nos “permitimos” desatar orgullo, resentimiento o venganza; una sobreactuación. Para huir de ella, es clave considerar las percepciones y las emociones de unos y otros, también el modo de comunicarlas e interpretarlas. No podemos acomodarnos a controversias secundarias e innecesarias y, por supuesto, perjudiciales; en realidad, no hay que entrar en ellas. No es justo ni inteligente culpar a los demás por sistema, victimizándose y prejuzgando del peor modo posible las intenciones y gestos ajenos. Hay que afanarse por adquirir la habilidad de cerrar el paso a nuevos daños o incluso peores.
⁄ Se trata de una guía para la mejor gestión de los conflictos, que inevitablemente aparecen en toda vidaEntre padres separados no es rara una escalada conflictiva con pequeñas venganzas (una impuntualidad programada para cada ocasión o la sistemática negativa a cambios ocasionales en las medidas judiciales estipuladas), algunos no pierden la oportunidad de molestar, fastidiar, enojar y frustrar a sus exparejas, sin importarles el daño y angustia que esto acumule en sus hijos; a menudo se provoca un sufrimiento que resulta insoportable para niños y jóvenes. No hay derecho a hacer estos estropicios, es inaceptable, pero es una práctica habitual. Otros buscan hacer daño a quien sea, con tal de hacer constar su indignación desatan maldad de forma aleatoria; a veces, matando.
Lejos de una tendencia irrefrenable a apabullar, Teresa Arsuaga sugiere una alternativa a la queja expresada “nunca estás en casa, eres un egoista”: “me gustaría que pasáramos más tiempo juntos”; una petición en la idea de ser mejor recibida. Haciéndose cargo, pues, de la situación y los sentimientos ajenos, pero manifestando nuestra propia situación y sentimientos. Hay que cultivar la disposición a colaborar y pedir colaboración, pensar en el futuro y no remover con frenesí el pasado. Es fundamental tener ecuanimidad y sentido de la justicia, controlar nuestras emociones y actuar sobre las percepciones (a veces rompiendo con sutileza el criterio con el que el otro interpreta lo que sucede y le enfada). No está de más aprender de los clásicos a decir aquello que de verdad quiere decirse y renunciar a hablar de forma estereotipada.
Importa asimismo ponerse en el lugar del otro y tomar conciencia de que percibir desdén o indiferencia, o una notoria falta de atención, causa dolor cuando no ofensa. Nadie quiere verse despreciado como irrelevante e insignificante, todos queremos recibir reconocimiento, no ya cariño, tanto en el ámbito familiar y educativo como en el profesional y social, ser tenidos en cuenta; todo el mundo está pendiente de ello, aunque no lo parezca.
A todos nos importa saber que la voluntad de empatía y eficacia inspira un método para vertebrar nuestro modo de relacionarnos con autenticidad, sin violencia y sin sobreactuar.
Cabe consignar dos nombres propios a quienes Teresa Arsuaga rinde homenaje en estas páginas: Johan Galtung, un matemático y sociólogo noruego que investigó sobre los conflictos humanos en busca de extender la lucidez y la paz. Y el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg, quien también hace sesenta años promovió la comunicación no violenta.
Teresa ArsuagaTe veo, te escucho, te reconozcoArpa. 176 páginas. 18,90 euros
lavanguardia