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El ‘Succession’ de Wong Kar-Wai

El ‘Succession’ de Wong Kar-Wai

Wong Kar-Wai llevaba sin dirigir un largo desde The Grandmaster (2013), su fastuoso homenaje al maestro de artes marciales de Bruce Lee. Ese mismo año adquirió los derechos de Blossoms, novelón de Jin Yucheng no traducido al castellano, pero célebre por su uso del shanghainés, dialecto propio de la ciudad que vio nacer a Wong hace sesenta y seis años. El cineasta no empezó a rodar hasta siete años después, en Shanghai, donde reconstruyó la calle Huanghe tal y como brilló en los años 80 y 90, cual festival de neones digno del strip de Las Vegas. Según cuenta la serie Blossoms Shanghai, sus restaurantes de lujo eran el lugar predilecto para cerrar los negocios más importantes desde que se reabrió la bolsa de Shanghai, el mercado de valores más importante de China.

⁄ ‘Blossoms Shanghai’ se centra en el mundo del dinero, la cultura del éxito y las luchas de poder

En ese momento clave de la historia reciente de China arranca esta serie de treinta capítulos de cuarenta y cinco minutos de duración, de los que Filmin estrena ya la primera mitad –los cinco primeros el 17 de junio–, cuando el protagonista, Ah Bao –encarnado por Hu Ge (visto en el neo-noir El lago del ganso salvaje, de Diao Yinan)–, un joven hombre de negocios, es atropellado delante de uno de esos restaurantes y el maletín repleto de billetes que transportaba salta por los aires. Además de la temática centrada en el capital, la cultura del éxito y las luchas de poder, la banda sonora de Frankie Chan (antiguo colaborador que ya firmó las de Fallen Angels, Chungking Express o Ashes to Ashes Redux en los noventa) recuerda poderosamente a la de Nicholas Britell para Succession. También podemos pensar en el Megalópolis de Coppola, por una cierta desmesura, la abundancia de tonos dorados y la arquitectura art déco de algunos edificios emblemáticos, como el Peace Hotel, construido en los años veinte por la familia Sassoon, donde Bao instala su cuartel general siguiendo las instrucciones de su mentor, el tío Ye (Benchang You, un poco Tony Leblanc en sus últimos años). Pero Blossoms Shanghai es, fundamental y eminentemente, una serie china.

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Fotograma de 'Blossoms Shanghai'

Filmin

El propio Wong Kar-Wai la presentó hace unos años como la culminación de una trilogía completada por Deseando amar (2000) y 2046 (2004), un argumento de venta ya de por sí desconcertante puesto que suponíamos que aquellas dos películas ya formaban trilogía con Days of Being Wild (1990). Ese enfoque tampoco es el que mejor nos prepara para la serie. No sólo porque no aparecen ni Tony Leung, ni la ya retirada Maggie Cheung, sino porque, aunque la imagen es puro barroquismo preciosista al estilo Wong –con sus cautivadores momentos documentales–, la narrativa es más propia de un culebrón chino tradicional, con uso y abuso de humor popular que puede descolocar a los que vengan en busca de otro Deseando amar, donde el costumbrismo se limitaba al pequeño mundo de aquella casera aficionada al mahjong.

Aunque las risas algo grotescas pueden parecer salidas de tono al espectador occidental, sin duda han contribuido a la gran acogida que la primera serie de Wong tuvo en China. Superado el choque cultural humorístico, la serie emerge como una gran oda a su ciudad natal, donde Bao ejerce de noble yuppie vestido de Armani (hay mucho product placement, de Estée Lauder a KFC) al que hay que aplaudir cuando triunfa con un negocio de camisetas. Gentleman solitario, es verdad que a lo Tony Leung, se mueve entre tres mujeres con las que tampoco tiene una relación palpable: una le cocina arroz congee en un pequeño restaurante que financia para avituallarse, otra es una funcionaria que está casi al cargo de la oficina gubernamental que homologa cualquier negocio de exportación, y la tercera regenta El Gran Lisboa, el nuevo restaurante de la calle Huanghe.

⁄ El director mezcla su barroquismo preciosista con la narrativa de un culebrón chino tradicional

Como todas las series, exige sus dosis de paciencia, pero al cabo de los quince primeros capítulos, que son los que hemos visto hasta el momento, queda claro que Wong no ha perdido su capacidad de deslumbrarnos, incluso gratificará especialmente a esa parte del público que siempre le reprochó ser tan poco narrativo, por lo menos en un sentido convencional. Aquí ocurre todo lo contrario.

lavanguardia

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