El viaje de un Rubens ligero de ropa

“”Se trataba de una pieza tan grande que tuvimos que serrar y abrir el marco de la puerta, además de tener que quitar la barra de la entrada, que una vez con el material dentro, se ha vuelto a colocar”, cuenta Ana Penalva, coordinadora de la exposición de la Caixa. La pieza en cuestión es El juicio de Paris. Si se piensa en ella, ineludiblemente, se asocia con el Museo del Prado. Parece que el cuadro debería quedarse allí para siempre y hace más de diez años que no se mueve. Pero no. Las piezas de arte viajan, se desplazan de museo en museo y abandonan su espacio permanente, aunque no sea lo habitual.
CaixaFòrum acoge, desde el próximo 29 de mayo y hasta el 4 de junio, la exposición Rubens y los artistas del Barroco flamenco, una colección de 64 piezas entre dibujos y cuadros del artista, que ahora viajan desde el museo madrileño hasta Barcelona. La Vanguardia accede al proceso previo a la exposición, cuando se desnuda el envoltorio que protege las piezas, durante el traslado, y se comprueba, a través de un ritual meticuloso, que cada rasguño, mota de polvo, humedad o resto de saliva, imperceptible para el público, sigue exactamente en el mismo lugar.
“No se trata de restaurar los defectos, si no de asegurar que todo se mantenga en el mismo estado”, explica Alicia Peral, la restauradora del Prado que ha viajado con los cuadros para asegurar su correcta llegada. Representa la figura del correo o courier, la persona encargada de que se cumplan las condiciones de conservación y supervisa el traslado de las piezas artísticas. Está presente desde que se cierran las cajas con los cuadros en el Prado hasta su colocación en el CaixaFòrum.
Es la primera vez que se expone el cuadro después de su restauración, que duró nueve mesesUn séquito de envoltorios blindados se postran uno al lado de la otra. Las 64 piezas de la exposición llegaron en dos camiones distintos. No viajaron solas, lo hicieron con un escolta que aseguraba su vigilancia. Su llegada al CaixaFòrum se hizo por la puerta de la calle Morabos. Hasta cinco hombres son los que se necesitan para abrir la caja donde se esconde el Juicio de Paris, recubierto de un metacrilato de policarbonato que lo protege de los cambios de humedad. Con una meticulosidad casi médica, y de izquierda a derecha, Alícia Peral comprueba el estado de la pieza con una linterna led y una tablet con una fotografía nítida del original. Un proceso que, debido a la magnitud del cuadro, se demora casi diez minutos. Tiempo que la restauradora aprovecha para detallar que en este tipo de revisiones “no suelen haber demasiadas sorpresas”. Con la ayuda de un mapping (Mapa de Alteraciones) se asegura de que no ha aparecido ninguna alteración más y procede a realizar el “informe de restauración” para dejar paso a los operarios y a la colocación definitiva del lienzo.
En un vaivén de “un poco más a la derecha”, seguido de “un poco más a la izquierda”, seis hombres acomodan la pieza. A través de unos rayos infrarrojos verdes y rojos es como se equilibra el ángulo de la pintura que no debe decantarse hacia ningún lado. Una vez asegurada la posición, se deja colgado. Es necesario distanciarse unos metros para comprobar, con mayor perspectiva, que la posición definitiva sea la correcta.

Alicia Peral revisando el cuadro con una linterna led
CaixaFòrumSe trata de la primera vez que el cuadro se expone desde su restauración por María Antonia de Asiaín, que empleó nueve meses: “Es una obra que estaba en sala, pero había llegado el momento en el que el cuadro perdía colores y la comunicación con el público”, cuenta la restauradora.
La pieza narra el mito que explica la guerra de Troya. Zeus elige a Afrodita como la más hermosa, después de que esta le haya prometido a Helena, la mujer más bella como esposa. Su rapto desencadena el enfrentamiento entre Grecia y Troya: “En el siglo XVIII, un pintor de la cantera de Carlos III, cubrió aún más los paños de Afrodita y Atenea para tapar el desnudo de las divinidades”, relata Peral.
En el siglo XVIII, un pintor de la cantera de Carlos III, tapó el desnudo de las divinidades” Alicia PeralRestauradora
La pieza narra el mito que explica la guerra de Troya. Zeus elige a Afrodita como la más hermosa, después de que esta le haya prometido a Helena, la mujer más bella como esposa. Su rapto desencadena el enfrentamiento entre Grecia y Troya: “En el siglo XVIII, un pintor de la cantera de Carlos III, cubrió aún más los paños de Afrodita y Atenea para tapar el desnudo de las divinidades”, relata Peral.
Del mismo modo que Rubens bebía del trabajo cooperativo, también el traslado de sus obras es una cuestión de equipo. Desde que el cuadro sale del Prado hasta su instauración, el viaje ha implicado a más diez personas. Sin sorpresas, ni sobresaltos. En junio es cuando será el viaje de vuelta al Prado.
lavanguardia