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Elena Poniatowksa: Un musical sobre el 68

Elena Poniatowksa: Un musical sobre el 68

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e llamo Omar Olvera y soy el autor de la obra Para la libertad: México 68, musical que se estrenó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hace casi 15 años, y que ahora puede verse en el Nuevo Teatro Libanés. Mi proyecto se inició en el teatro Carlos Lazo en la Facultad de Arquitectura de la UNAM con el título Barquito de papel, en un formato escolar en el que resolvíamos la producción con recursos personales y el dinero que nos prestaban. La UNAM nos prestó el teatro y así pudimos hacer una primera temporada; el éxito de aquel entonces me motivó a darle continuidad ahora.

–¿Cuántos años tiene tu obra, Omar?

–La escribí hace 15 años y la obra tiene 13 años de vida frente a un público entusiasta y generoso que quiere saber qué pasó en 1968.

–¿La escribiste cuando eras estudiante?

–Así es. Yo tenía 20 años y estaba en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, que hoy es la Facultad de Arte y Diseño en Xochimilco. Como la Academia de San Carlos es la madre de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, pudimos representar la obra varias veces en encuentros con artistas, en exposiciones y en actos que conmovían a los espectadores. Mi historia empieza en la Academia de San Carlos, que nos escogió como la obra conmemorativa de sus 50 años.

–¿Y la UNAM?

–En 2018, hicimos una gira por las facultades de la UNAM. Hasta ahora nos habíamos sostenido con apoyos independientes de la misma UNAM y del Museo Memoria y Tolerancia, pero hoy día celebramos que Morris-Gilbert Mejor Teatro nos cobije en este escenario profesional y comercial frente a un público multitudinario. Gracias a Morris Gilbert, tenemos la posibilidad de llegar a más gente.

–¿Cuánto tiempo estarán en cartelera?

–Depende del público. Queremos que muchos vengan a vernos y se enteren de lo que fue la matanza de Tlatelolco, porque de su asistencia depende la duración de nuestra temporada.

–Omar, ¿cómo concebiste esta defensa teatral de los estudiantes que fueron perseguidos y encarcelados?

–Muy niño, vi en la televisión en un horario nocturno una breve nota en Canal Once. Mi papá, quien tenía 18 años en el 68, me contó lo que él vivió. Mi papá no terminó el Poli, pero conservó a sus amigos de la Prepa 4 y estuvo muy al tanto del movimiento estudiantil, que lo apasionó, como a muchos. Me contó que mi abuela no lo dejó asistir a marchas y mítines, porque se decía que era muy peligroso. Luego, cuando yo entré a la Prepa 5, me tocó vivir en primera persona la represión, porque a pesar de estar en 2003 (mi generación es 2003-2006), muchos habían padecido enfrentamientos con Los Lagartos, porros de la Prepa 5, que atacan uniformados con casacas especiales para identificarse. Nos taloneaban y golpeaban, y se encargaban de la famosa novatada, en la que además de raparte a navajazos te golpean a muerte. Los Lagartos sólo son de la Prepa 5, se llaman así por una piedra en forma de lagarto que está dentro de su plantel. Cada que hay alguna manifestación estudiantil, aparecen y la policía interviene a macanazos. Me tocó ver a mis compañeros lastimados con las rondanas de las bombas caseras que lanzaban Los Lagartos. En esos enfrentamientos sólo podíamos salvar la vida echándonos a correr. ¡Córrele porque ahí vienen los porros! Cuidarnos de ellos era algo normal en la vida estudiantil, porque nos taloneaban o robaban nuestros útiles, cuadernos, mochila, chamarra, gorra... todo lo que poseíamos.

–¡Qué horror!

–Después entré a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en Xochimilco y empezamos a vivir algo que me atemorizó porque el maltrato iba in crescendo. La represión se hizo costumbre. Sucedió lo del hijo de Javier Sicilia en Cuernavaca, y eso nos afectó a todos. En 2010 asistí a la primera marcha de mi vida y vi a miles de personas desfilar vestidas de blanco. Vinieron de Cuernavaca al Zócalo. Después de las elecciones de 2012, surgió el movimiento del que provengo, #YoSoy132, en la Ibero, y participé con pasión en mítines y conferencias. Fui testigo de la violencia en la toma de protesta de Peña Nieto; después vino la represión que subió hasta Ayotzinapa en 2014; los jóvenes teníamos necesidad de manifestarnos y el gobierno nos reprimía. Por eso escribí la obra y encontré en el teatro la posibilidad de denunciar y comparar la actualidad con lo que sucedió en 1968. Nos preguntamos por qué la gente no se enteraba de lo que vivíamos en la preparatoria y en la universidad; por qué la sociedad ignoraba lo que sucedía a sus hijos.

–Todos nos enteramos de lo del hijo de Javier Sicilia, y lo acompañamos…

–Yo seguí este movimiento iniciado por el poeta. Sus cartas públicas fueron muy conmovedoras, sobre todo la que leyó en el Zócalo. De todo eso está llena mi obra musical sobre el 68. Además, me interesaba mucho hablar sobre la homofobia y la transfobia, ese odio a las personas que se identifican con su mismo género y lo manifiestan en público. Quise documentar la situación de un hombre que se viste de mujer y así vive su vida.

–Hace años, Luis Buñuel fue sumamente empático y comprensivo con los homosexuales de la Crujía J, en la cárcel preventiva de Lecumberri, cuando visitamos al preso colombiano Álvaro Mutis…

–En mi familia tuvimos un caso cercano, muy triste. Uno de los mejores amigos de mi madre fue encontrado asesinado en su departamento; yo tenía 8 años y mi mamá, en su preocupación porque yo fuera también homosexual, me contó lo que ella había visto y eso fue muy duro para mí. Ahora tengo 37 años. Cuando escribí la obra, tenía 20 y una necesidad apremiante de denunciar estas injusticias, este dolor que he vivido tanto en mi familia como en la escuela con varios compañeros. Incluí canciones de Joan Manuel Serrat, a quien escuchaba en mi casa y de quien tomé sus canciones para contar mi visión del 68. Algunas letras son de Miguel Hernández, otras de Federico García Lorca y de Antonio Machado, y otras de Serrat. Escribí con la intención de que las nuevas generaciones se indignen con lo que ocurrió en Tlatelolco, esa herida histórica que nos cambió, porque el movimiento estudiantil del 68 sigue vigente en muchos jóvenes. El mundo se indignó: Brasil, China, América Latina, Estados Unidos, en Berkeley, donde empezó la protesta. Pulí y mejoré la obra, y ahora tenemos la gran fortuna de integrarnos a Mejor Teatro Morris-Gilbert. Nos llena de gusto haber logrado llegar hasta ahí y ver cómo la gente se conmueve. Ahora mismo la Nacha, gran líder estudiantil del 68 nos acompaña y es nuestra heroína. Como somos de la Academia de San Carlos, también queremos evidenciar nuestra participación en la lucha social, por eso me motiva mucho poder especializarme en teatro musical y reflejar el heroísmo del movimiento al denunciar en una obra la masacre del 2 de octubre de 1968.

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