Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

La biblioteca de Eloy Hernández: el papel de lo escrito

La biblioteca de Eloy Hernández: el papel de lo escrito

Existimos gracias al libro, dice Eloy Hernández. Porque alguien puede tener una idea y contarla, pero si no permanece en un soporte y se comparte, no va más allá. “Antiguamente lo importante era recitar de memoria y el conocimiento se transmitía de manera limitada; luego se empieza a escribir, se copian los textos, llega la imprenta y la cosa se multiplica”, explica: “Cómo se desarrolla eso es fascinante”. Dice que su pasión es una enfermedad: “Los casos desesperados no tienen cura; se alivia un poco adquiriendo más libros, pero enseguida recaes”.

Esta “bibliofilia enfermiza” empezó tras la muerte de su padre, en 1965; había dirigido una empresa textil en Tarragona e, igual que su abuelo, era un entusiasta de la historia y coleccionaba monedas. A Hernández le picó el gusanillo y empezó a comprar libros de numismática, hasta poseer una buena biblioteca. Pero en algún momento se despertó su gran tema: todo lo que se publica de, sobre y en Tarragona. Tiene más de treinta álbumes de fotos del siglo XIX, postales, grabados y la colección del boletín de la Reial Societat Arqueològica Tarraconense desde 1901. Su padre y su abuelo eran socios; él, su hijo y su nieto, también.

La mayoría de los libros están en su casa de Bràfim, cerca de Valls. Cada semana lleva cajas y bolsas llenas. Los que no caben van a un almacén donde hay varias estanterías con ejemplares del Diario de Tarragona , algunos del siglo XIX y sobre todo a partir de 1908. En el piso de Barcelona hay libros por todas partes. Unos son de lectura, otros de coleccionista, otros de consulta y otros los compra porque la encuadernación es bonita o porque el tema le hace gracia, o porque el autor le resulta simpático, como el Rector de Vallfogona –además de todo lo que se publica sobre él, tiene una primera edición de L’harmonia del Parnàs –, o el Doctor Thebussem, “Don Mariano Pardo de Figueroa era un tipo curioso”. Lluís Pons d’Icart fue el primero que escribió una historia de Tarragona, Grandeses i coses memorables , de 1572-1573.

Diría que lo tiene todo de Pin y Soler. Hay cosas repetidas, porque las compra y luego ve que ya las tenía. Por eso está haciendo un índice general de sus colecciones. Además, en cada libro apunta dónde lo compró, cuándo y cuánto le costó. Diálogos de medallas, inscripciones y otras antigüedades , del arzobispo Antonio Agustín, lo adquirió el 29 de enero de 1973 en la librería Puvill por cinco mil pesetas. De 1587, es una de las obras más importantes de Tarragona y él tiene varias ediciones.

La mirada fisgona

LugarEl piso de Barcelona donde vive desde hace 58 años, una casa en Bràfim y un almacénTipo de estanteríaLundia, “de una madera magnífica que no se dobla con el peso”. Compradas hace treinta años en EsquitinoAutores simpáticosJaume Pla (le gustó mucho Famosos i oblidats, con sus opiniones sobre Picasso, Eugeni d'Ors, J.V. Foix...), Néstor Luján, Paco Candel, Gregorio Marañón, C.J. Cela (como autor), Francesc Vicens (el Rector de Vallfogona), Pons Icart, Mariano Pardo de Figueroa (el Doctor Thebussem)Una curiosidadTenía el 75% de 'la Arismética de Iuan Ventallol', de Tarragona, 1619; compró otros dos ejemplares incompletos, aun así faltaban dos páginas para completarlo; las fotocopió y unas restauradoras las pusieron en papel antiguo y lo arreglaronUn clásicoDocumentos para la historia de la imprenta y librería en Barcelona (1474-1553), J.M. Madurell, y J. Rubió i Balaguer. Recogieron del archivo del Col·legi Notarial todas las actas que hacían referencia a los libro

Los libros impresos en Tarragona están por orden cronológico, empezando por el facsímil de un incunable, el Liber distichorum , Tarragona, 1499. Busca todas las ediciones de la Història de l’esforçat cavaller Partinobles (la primera en catalán es la de Tarragona, 1588). Tiene la única edición del Quijote que se hizo en Tarragona, en 1757. También estudios sobre El Quijote de Avellaneda –publicado por primera vez en Tarragona, en 1614– y unas cuarenta ediciones distintas de este libro.

En el pasillo, junto a los primeros trescientos números de la revista Historia y Vida , hay varias copas. Alguna es suya: fue subcampeón de Catalunya de florete en 1961. Otras son de su hijo, ingeniero como él, que ha competido en triatlón, iron-man y a sus 46 años hace crossfit. Hernández intenta transmitir a su hija, abogada, la pasión bibliófila. Su encuadernador es Josep Cambras, miembro, como él, de la Associació de Bibliòfils de Barcelona.

Su otro gran tema son los libros sobre libros: imprentas, papel, encuadernación, bibliotecas, archivos. El papel queda; se puede quemar (o, más bien, chamuscar), pero es más fácil que se pierda el formato digital. Tras haber trabajado treinta años en IBM y recibir multitud de e-mails al día, se hartó y le tiene manía a internet. Desde que se jubiló, si le piden una dirección electrónica, da la de su mujer, Ona. Ahora considera que los ordenadores son magníficas máquinas de escribir.

Solía reunirse con otros dos amantes de Tarragona para hablar de libros, de sus nuevas adquisiciones y hacer intercambio. Fallecieron, uno con 48 años y el otro con 103. Hernández frecuentaba las librerías de viejo, de las que apenas quedan; cuando cerraban, iban unos cuantos a la de Santiago Valls y hacían tertulia hasta tarde. “Era una tienda pequeña, muy bonita, con madera modernista; ahora han puesto una tienda de souvenirs y la han destrozado”.

lavanguardia

lavanguardia

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow