La cuestionada hegemonía de la leche

La leche ha sido un elemento básico de la alimentación de muchas generaciones. En los años del franquismo, había escuelas que servían un vaso de leche para garantizar unos mínimos alimenticios entre la población infantil. Era leche en polvo de los americanos. Aún hoy, algunos países mantienen esta costumbre: mens sana in corpore sano. Cuando hablamos de leche, damos por supuesto que es la de siempre, la leche de vaca.
Sin embargo, en países desarrollados, donde la opulencia se refleja en la infinidad de variaciones de cada producto, la leche de vaca ya no es hegemónica. Hoy, cualquier cafetería con pretensiones ofrece a la distinguida clientela una variedad exponencial. Primero solo afectaba a la de vaca: entera, desnatada y semidesnatada. Ahora proliferan las “leches vegetales”: de avena, arroz, soja, coco, almendra...
Aunque popularmente se llaman con el sustantivo leche (leche de avena...), en los cartones solo pone “bebida de...”. He visto camareros con camisetas que indican, escrito en la espalda, cuáles sirven... Y también se da el caso de establecimientos donde la de vaca ha sido erradicada. Por suerte, a pesar de haber sido injustamente demonizada, ya han salido teorías defendiendo sus propiedades.
‘Teléfono fijo’ es el retrónimo de ‘teléfono’, que se creó por la aparición del teléfono móvilPor antonomasia, toda la vida la leche ha sido de vaca, pero ahora hay que especificar la procedencia en medio de tanta diversidad. Por lo tanto, decir “un vaso de leche” o “un café con leche” ha dejado de ser claro, ya no supone un mensaje que no ofrezca dudas. Y por ello, por el hecho de perder su hegemonía, los hablantes nos vemos obligados a usar un retrónimo.
¿Y qué es un retrónimo? Conocemos los sinónimos, los antónimos, los seudónimos, los antropónimos... El DLE recoge dos docenas de palabras acabadas en -ónimo (nombre), pero aún no ha llegado el retrónimo y hay que buscarlo en lugares como el Termcat, la antesala de la normativa catalana. La definición reza: “Neologismo creado por medio de la modificación del nombre original de un concepto para diferenciar la forma original de una reciente”. Y lo ilustra así: “Por ejemplo, teléfono fijo es un retrónimo de teléfono, que se creó por la aparición del teléfono móvil, o leche entera es un retrónimo de leche, creado por la aparición de la leche descremada”.
Ya pasó hace un siglo con la aparición de los vehículos a motor: los coches que iban tirados por caballos perdieron su antonomasia, porque los coches de motor se la quitaron. Allí donde había coches y coches automóviles, ahora hay coches de caballos y coches. Los hablantes creamos retrónimos de un modo espontáneo, sin saberlo. Es un fenómeno léxico, que ahora la lingüística define y bautiza.
lavanguardia