Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Ni chanclas ni móvil: la Scala de Milán impone el decoro

Ni chanclas ni móvil: la Scala de Milán impone el decoro

¿Qué molesta más en la ópera, una camiseta de tirantes o el ruido de un caramelo? Los aficionados italianos se sienten cada vez más molestos por ciertos comportamientos en el teatro, especialmente en lugares como la Scala de Milán, el templo lírico más prestigioso del país, donde las autoridades han decidido actuar. No han creado nuevas normas, sino que han optado por hacer cumplir las ya existentes, a menudo ignoradas. Con la llegada del verano, las maschere –los acomodadores del teatro– tienen instrucciones estrictas: no se permitirá la entrada a quienes acudan en tirantes, pantalones cortos o chanclas. Los carteles advierten que quien no respete las reglas no podrá acceder ni tendrá derecho a un reembolso.

El aviso oficial del teatro dice: “La Dirección invita al público a elegir una vestimenta acorde con el decoro del Teatro, en respeto al propio Teatro y a los demás espectadores”. Los empleados deberán aplicar el sentido común: diferenciar entre una camiseta sin mangas elegante y una camiseta de tirantes, o entre unas chanclas de playa y el calzado tradicional japonés que a veces llevan las espectadoras que acuden en kimono.

Lee también Zelenski pide un Plan Marshall, pero la prioridad es la defensa aérea Francesco Olivo
An explosion of a drone lights up the sky over the city during a Russian drone and missile strike, amid Russia's attack on Ukraine, in Kyiv, Ukraine July 10, 2025. REUTERS/Gleb Garanich
En el templo de la lírica de Italia se expulsará a los espectadores “que no respeten las normas

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Alberto Mattioli, periodista y autor de varios ensayos sobre el mundo de la ópera, reconstruye la decadencia de las costumbres: “Hasta hace unos años, las entradas llevaban un aviso estricto que exigía chaqueta y corbata en platea y palcos, y traje oscuro en las funciones de estreno. Pero con la Expo de Milán en 2015 empezaron a llegar turistas poco familiarizados con este mundo y la exigencia se diluyó”. No es que ahora esté permitido entrar con pantalón corto pero la rigidez se ha perdido. “En Italia –sigue Mattioli– las reglas no se derogan, se modifican o se actualizan. Simplemente se evaporan”.

Otros grandes teatros tienen normas similares. En la Opéra de París se exige vestimenta apropiada y en las galas recomiendan trajes oscuros para hombres y vestidos a mujeres. En la Staatsoper de Berlín se “aprecia” la elegancia, mientras en la Royal Opera House de Londres se invita a vestir “como uno se sienta más cómodo”.

La conversión de la Scala en destino de turismo masivo tiene sus consecuencias. Los habituales del teatro cuentan escenas de todo tipo, como la de ciertos espectadores que, en busca de selfies, intentan entrar en la platea con botellas de champán, perseguidos por los acomodadores, y que se marchan ya en el primer intermedio para seguir haciéndose fotos para Instagram. También existe el fenómeno contrario a los pantalones cortos: el overdressing, es decir, quienes se presentan en frac en funciones vespertinas.

Lee también

Pero, más que la ropa, lo que preocupa es la conducta del público. Cada vez son más frecuentes los altercados por malos modales: los de siempre, como caramelos abiertos con estruendo, conversaciones durante la representación, tos persistente o joyas ruidosas. Y luego están los nuevos. El gran enemigo de la “oscuridad en la sala”, que Arturo Toscanini había impuesto como director de la Scala a finales del siglo XIX, es la pantalla de los teléfonos móviles.

En febrero, durante el segundo acto de El rapto en el serrallo de Mozart, se rozó la pelea: un espectador de la primera fila fue golpeado por un móvil que cayó de un palco. El hombre, apenas rozado, gritó “¡te denuncio!” y se negó a devolver el aparato a las empleadas del teatro: “Tiene que venir ella a buscarlo, así la denuncio”. Todo acabó sin consecuencias, pero los gritos y conatos de bronca se han vuelto habituales.

Mattioli tiene un método claro para lidiar con los maleducados: “Desde el preludio hay que mostrarse inflexible. Normalmente, aprenden. Especialmente a oscuras, es mucho peor un caramelo que una camiseta de tirantes”.

lavanguardia

lavanguardia

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow