¿Para qué era que servía una orquesta?

Para quienes pensaban que en la meca de la música clásica, la salud de las orquestas sinfónicas era imperecedera, aquí llegan algunas novedades: la Sinfónica de Viena –este Ferrari que visita regularmente España con Ibercamera y que esta semana regresa celebrando sus 125 años– se ve obligada como la que más a gesticular y a abrirse a toda la sociedad para acallar a los políticos que cíclicamente se preguntan para qué era que servía una orquesta... ¡con lo cara y anticuada que resulta! Ni siquiera la excepcional calidad de este conjunto –que nada tiene que envidiar a la televisiva Filarmónica de Viena de los conciertos de Año Nuevo– parece ser suficiente para justificar la inversión pública en la capital austriaca.
Lee tambiénEste es el signo de los tiempos. Pero no está todo perdido: “Actuar en la sala de conciertos ya no es suficiente: hay que hacer más, llegar a cada rincón de la ciudad, reunir a miles de personas en conciertos gratuitos, hacernos imprescindibles –apunta Jan Nast, director artístico de la Sinfónica de Viena–. Debemos dar una respuesta política a esa pregunta que se hace la sociedad de para qué sirve una orquesta”, añade mientras aguarda en el restaurante del Ritz a saborear una pasta mitad a la siciliana, mitad a la vienesa.
En la capital de la clásica se libra una cruzada para que el sinfonismo siga vivo: “¡Damos hasta conciertos de K-pop!”Emprendedor radical, este berlinés que pasó dos décadas como director de la Staatskapelle Dresden ha transformado la percepción que los vieneses tienen de su orquesta municipal. Y lo ha hecho en apenas seis años, con pandemia de por medio, aplicando algunos formatos que puso en práctica con los de Dresde, cuando colaboraba con Bernard Haitink y Fabio Luisi, y luego, con Christian Thielemann, e ideando otros nuevos. Así, al Picnic con Clásica que tiene su versión vienesa en el Prater, el parque de atracciones, le ha añadido ahora una colaboración con la Maratón de Viena que consiste en formar una orquesta junto a corredores para tocar juntos un programa popular en el Musikverein.

Una de las actuaciones populares de la Sinfónica de Viena
Julia Wesely“Hay 45.000 corredores en esta maratón, más de 200.000 intentan participar, así que vas a encontrar seguro músicos profesionales. Lo único que tienen que hacer es enviarnos un currículum y un CD o archivo y nosotros evaluamos si pueden ser parte de ello”. Además, han compuesto un himno, “lo cual es un buen marketing para nosotros, a parte de tener en la calle los carteles con nuestra imagen, así como una playlist...”
Aquí, en Viena, hay que crear algo nuevo cada año, sostiene ese profesional conocido en el mundillo internacional de la clásica. Y acaso, porque la capital tiende a amodorrarse, el próximo año prevé llevar el K-pop al sinfonismo.

Los músicos de la Sinfónica de Viena se han propuesto ir a buscar al público allá donde se halle, en la calle
Julia Wesely“Las orquestas sinfónicas vamos a recuperar al público tras tres generaciones”, declara. Y esta labor surge justamente del corazón europeo de la clásica. Lo harán también llegando a acuerdos con la empresa SM Entertainment, que creó el K-pop y representa a los artistas más influyentes del género. “La música del K-pop la crean compositores y arreglistas de Escandinavia y California. Nada viene de Corea, solo el marketing. Y la música está arreglada para gran orquesta. Ya tenemos una playlist con 50 temas muy buenos. Seleccionaremos algunos e invitaremos a una estrella del K-pop a la sala de conciertos. La promoción acaba de comenzar en Corea, allá están muy orgullosos”.
¿Por qué hasta ahora nadie hacía un concierto televisado en la Stephansdom por Navidad o Pascua? El próximo año lo haránEsto son solo dos ejemplos de la actividad frenética que lleva la orquesta actualmente. La ciudad tiene 23 distritos y se procura llegar a todos ellos con proyectos especiales. ¿Por qué hasta ahora nadie hacía un concierto televisado en la Stephansdom por Navidad o Pascua? El próximo año lo harán. Y luego, bueno, hay conciertos en el bar Beisl en formato popular... Todo ello sumado a los 16 o 17 programas que hacen en el Musikverein y el Konzerthaus, las óperas en el Theater an der Wien, y los veranos en el festival de Bregenz, del que son residentes: ahí tienen 7.000 personas cada noche.

La Sinfónica de Viena la forman 128 músicos que se dividen el trabajo fuera de las salas de concieto
Julia Wesely“Somos la orquesta con más conciertos en Viena –sostiene el director artístico–. Los músicos trabajan el cuádruple, pero están entendiendo por qué lo hacen y se sienten orgullosos”. Un dato importante: son 128 músicos, por lo que es posible dividirse y solapar actuaciones. La semana pasada, sin ir más lejos, el nuevo director musical, el checo Petr Popelka, que sustituyó al maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada tras su breve periodo como titular –¿acaso no se llevó bien con Nast?–, dirigió en un solo día tres conciertos para piano en el Musikverein, en la final del Concurso Beethoven, más un programa de la temporada en el Konzerthaus, con cuatro piezas de relumbrón del 125.º aniversario, entre las cuales, el precioso Concierto para violín, de Korngold, que contó con Renaud Capuçon de solista. Y quien dice Korngold dice otros grandes que colaboraron con la orquesta en sus inicios: Webern, Schönberg, Schreker, R. Strauss...
El público vienés de mocasín y pantalón claro se mezcla con el turístico en esas salas por las que el tiempo avanza inexorable. La Sinfónica de Viena no tiene ni siquiera sede propia, sencillamente las alquila, y es allí donde le gusta tocar. Pero primero se ha propuesto ir a buscar al público. Incluso a los museos. Cada año colabora con uno distinto, que le propone vincular el programa a sus exposiciones. La gente llega una hora antes y toma algo, se calza los auriculares, se recorre el museo y descubre... “Ah, este cuadro va con esta música”. Y hasta las once de la noche sigue abierto solo para los asistentes del concierto. “Ahora todos los museos me llaman para pedirme que vayamos”.
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