Penultimátum

John Singer Sargent en el Met
C
ada primavera-verano, la exposición más visitada en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met) suele ser la que va acorde con la lujosa gala que celebra a principios de mayo para allegarse fondos y publicidad.
La exhibición de este año fue Superfine: Tailoring Black Style, en la cual se mostró la importancia de la indumentaria y el estilo en la formación de las identidades afroestadunidenses. Fue una exploración de lo que suele llamarse también dandismo
.
Pero en el Met hay otra que atrae a miles de visitantes: la del pintor estadunidense John Singer Sargent (1856-1925), quien a los 18 años decidió trasladarse a París a estudiar arte contando con la orientación de Édouard Manet. Allí vivió hasta 1880 y fue donde cimentó su fama.
Un retrato, Madame X, que presentó en el Salón de París, fue un gran escándalo, al grado que tuvo que migrar a Londres; también fue la obra de su consagración. La modelo es Virgine Amélie Avegno, bella joven estadunidense y esposa del banquero francés Pierre Gautreau. En la alta sociedad parisina, Virgine Amélie era más famosa que su marido, debido a su belleza, infidelidades y a sus vestidos, atrevidos para la época, como el que luce en el retrato de Sargent.
Inmerso en un círculo cosmopolita de artistas, escritores y mecenas, el pintor realizó obras visualmente impactantes que ofrecen una visión cautivadora del mundo artístico parisino de finales del siglo XIX, que además traspasaban los límites fijados por los usos y costumbres de la época.
Sargent También viajó en busca de inspiración para su trabajo, encontrando modelos en Italia, Países Bajos, España y el norte de África.
A la exposición del Met se suma la que para recordar el centenario de su muerte ofrece la Kenwood House de Londres. Incluye 18 retratos de mujeres adineradas de Estados Unidos que llegaron al Reino Unido para casarse con miembros de la aristocracia. Muchas de ellas dejaron una huella considerable en la sociedad británica.
Por primera vez se reúnen los espléndidos retratos de estas mujeres, calificadas entonces con desdén como las Princesas del Dólar, pero la exposición revela las vidas fascinantes de estas migrantes.
Sargent, un Maestro adelantado a su tiempo.
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