Un paseo en Girona por el arte catalán del siglo XX de la mano de la colección Bassat

Todo empezó, casi por casualidad, en el año 1968, cuando el arquitecto Pep Bonet, que había construido un piso para Lluís Bassat y su mujer Carmen Orellana le sugirió que en aquellas paredes tan blancas, quizás faltaba un cuadro. En realidad, más de uno, pensaron ambos.
El arquitecto les propuso una obra abstracta de un colega de profesión que se encaminaba hacia la pintura, un tal Ángel Jové. Una pieza, explican los entendidos en arte, bastante atrevida y difícil para la época, de tonos fucsias, rosas y verdosos. Bassat, que todavía no había creado su prestigiosa agencia de publicidad, explica que aquella obra les costó 6.000 pesetas, importe que pagaron a plazos. Mil pesetas religiosamente cada mes.
Entre las obras expuestas destacan un dibujo y una escultura de Joan Miró o un TàpiesAquel cuadro lució sola en casa del matrimonio durante cinco años, hasta que en 1973 adquirieron un cuadro del artista Serra de Rivera de la galería Adrià de Barcelona, de la que su propietario quería desprenderse del 70%. Bassat acabaría adquiriendo el 35% y se comprometió a encontrar amigos que pusieran el 35% restante. La galería funcionó hasta que en el año 1980 tuvo que cerrar.
Durante los siete años que permaneció abierta, los Bassat compraron tres cuadros por cada exposición. Al cerrar la galería ninguno de los socios quiso recuperar su inversión con cuadros. Prefirieron el dinero y fue así como aquel matrimonio se encontró con más de 500 obras en su haber.

'Opus 2/68' de Àngel Jové fue la primera obra adquirida por los coleccionistas en el año 1968; pagaron por ella 6.000 pesetas, a plazos.
Pere Duran/ Nord MediaHoy su colección constituye uno de los fondos más representativos del arte catalán del siglo XX, en especial de las denominadas segundas vanguardias catalanas. Son cerca de 4.000 obras, de las cuales 3.000 son pinturas y el resto, esculturas. Todas ellas compradas bajo una premisa: “Solo adquirimos aquellas obras que nos movieron el corazón”.
Una pincelada de esta inabarcable colección se expone en el Museu d’Art de Girona, un equipamiento que dedica al coleccionista y publicista la primera gran muestra con obra suya que se puede ver en la provincia. Son 67 piezas, entre pinturas y esculturas, de 63 artistas, de los grandes maestros del arte catalán del último siglo. Un paseo por el arte del siglo XX, desde las vanguardias de principios de siglo, pasando por las segundas vanguardias, hasta la nueva figuración y la creación más reciente.
Lee tambiénUn recorrido cronológico que permite al visitante no solo disfrutar de grandes nombres como Joan Miró, Antoni Clavé, Antoni Tàpies, Pablo Gargallo, Albert Ràfols-Casamada, Josep Guinovart, Joan Ponç o Modest Cuixart, sino también otros muchos artistas “que quedaron en un segundo plano y que también fueron rompedores”, según explica Conxita Oliver, comisaria junto con Joan Gil Gregorio, a quienes el Museu d’Art ha encomendado la ingente labor de sumergirse en el amplio fondo de la colección Bassat y elegir las obras que configuran la exposición Mestres de l’art català del segle XX. Col•lecció Bassat, que se puede visitar hasta el 14 de septiembre.
Entre las obras expuestas, aquel primer cuadro de Àngel Jové con el que el matrimonio Bassat-Orellana inició su colección, pero también una de las piezas más icónicas de la primera etapa de Josep Guinovart como es Brotxa bandera (1970), reclamado en innumerables exposiciones, y que es un homenaje al pintor de brocha gorda o Constallation silencieuse (1970), una escultura en bronce de Miró de la que Bassat se siente especialmente orgulloso y que adquirió en una subasta en Londres. Una pieza que dialoga con otro Miró, un dibujo en el que aparece la iconografía del artista. De Tàpies se exhibe una obra sobre cartón de 1967 y de Miquel Barceló, un rostro desfigurado.

Un dibujo y una escultura en bronce de Joan Miró, en la exposición.
Pere Duran/Nord MediaEntre esos nombres que no tuvieron el reconocimiento merecido, destacan entre otros los de Josep Subirà, de quien se exhibe una cabeza descompuesta de madera, el artista abstracto Francisco Farreras, presente con un gran relieve escultórico o el pintor Josep Maria de Sucre, cuyos retratos se caracterizan por los rostros angustiados de sus personajes. Otros nombres quizás desconocidos por el gran público, como los de Eduard Arranz Bravo y Rafael Bartolozzi, autores de las coloridas pinturas murales de la fábrica Tipel, de Parets del Vallès, visibles desde la AP-7, también están presentes en esta exposición.
La directora del Museu d’Art de Girona, Carme Clusellas, destaca la importancia de esta colección privada de obra catalana del siglo XX “en un momento en el que las instituciones públicas no prestaban mucha atención a este tipo de obra” y reconoce que la muestra que luce de las paredes del museo –antiguo palacio episcopal- es una de las muchas que se podrían haber hecho con el vasto fondo del publicista barcelonés, cuya parte de su colección reposa en la Nau Gaudí de Mataró.
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