Alcaraz regala un ejercicio táctico: ya está en cuartos de Wimbledon

–¿ Qué paza, hombre? –me pregunta un voluntario en el centro de prensa de Wimbledon.
El voluntario es joven y es británico y me habla en castellano, me habla con acento andaluz pues, me cuenta, ha pasado un año en Sevilla y le encanta nuestro país y piensa volver porque el sol se lo pide a gritos.
Mientras conversamos, está cayendo una buena tormenta sobre Wimbledon, y los operarios se apresuran a cerrar el techo retráctil del Centre Court.
–¿Y qué le trae por aquí? –me insiste el muchacho, que enarca una ceja porque sabe mi respuesta, la conoce de sobras.
–Por aquí me trae Alcaraz...
–¿Y cuántos españoles siguen aún en Wimbledon?
–Bueeeeno, ya pocos: quedan Alcaraz y Jéssica Bouzas, que este lunes se enfrenta a Samsonova.
–¡Qué mal acostumbrados están ustedes!: siempre tienen tenistas en la segunda semana. A nosotros solo nos queda Norrie.
(Y así es: la sorprendente Sonay Kartal, penúltima esperanza de los británicos, pierde ante Nastia Pavlyuchenkova).
He tenido que ser inteligente, muy táctico para ganar a Rublev, una de las raquetas más poderosas del ATP” Carlos AlcarazTenista
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Sí, los cronistas españoles estamos malacostumbrados, pues venimos de Nadal y ahora tenemos a Alcaraz, este murciano que sufre ante Rublev, sufre un mundo antes de resolver el entuerto, ya en el crepúsculo: 6-7 (5), 6-3, 6-4 y 6-4.
Lo que pasa es que el día ha avanzado torcido. Y el murciano nos ha tenido en ascuas.
El día de Bouzas Jéssica Bouzas, la otra alternativa del tenis español, se mide a Liudmila Samsonova hoy, a partir de las 13hDe buena mañana, mientras peloteaba en Aorangi Park, Alcaraz (22) se ha quejado del hombro derecho. Ha pedido que se lo masajeasen, lo ha pedido entre risas pero por la tarde, cuando empieza el baile, le cuesta Dios y ayuda acompasar un movimiento.
Tenso y fallón, Alcaraz se ve 1-4 abajo: nada le sale bien y todo se lo lleva Andrey Rublev (27), ruso que juega sin bandera y se parece a Robert Carlyle, el protagonista de Full Monty, y tampoco hace demasiado, si acaso pasar bolas.
Uno-dos y al ataque, insiste Alcaraz, que parece nervioso o saturado, quizá las dos cosas, y algo se corrige luego, cuando se atempera, le devuelve el break a Rublev y fuerza el tie break.
Pero nada.
Titubeos Tenso y fallón de inicio, Alcaraz cede el primer set y tarda 1h19m en tomar el control del partidoNo hay frescura en su tenis, no abundan los momentos Alcaraz. No llega la pausa, el cambio de ritmo, la dejada, el globo... No se desparrama Alcaraz. Se muestra dubitativo, parece el Alcaraz de su debut, en aquel estreno inquietante ante Fognini. No desborda a Rublev, que llega entero a la muerte súbita y, para pasmo de la parroquia, se la apunta.
Sí, Alcaraz nos tiene en ascuas: a remar.
-Pese a perder el set, estaba muy tranquilo. Sabía que se me había ido por pequeños detalles. Me notaba con confianza, mejor de fondo, restando y sacando bien. Se me había escapado por cosillas, pero sabía que tendría más oportunidades, como así ha sido- dirá más tarde.
En realidad, el asunto es un trabalenguas, pues Rublev no es un advenedizo. En el 2021 era la quinta raqueta del mundo. Ha ganado 21 títulos. Luce diez cuartos de final en Grand Slams. Si se le deja hacer, es venenoso.
Van 56 minutos de partido, sigue lloviendo sobre el techo retráctil y los enviados españoles, malacostumbrados, detectamos grietas en el juego del murciano, el hombre de las 22 victorias consecutivas, el de los dos títulos en Londres, el del 2023 y el del 2024.
(De reojo, seguimos el triunfo de Norrie, su rival en cuartos, que es el único icono local, pues Draper, Fearnley y Evans no chutan, Murray es pasado, igual que Henman, y Rusedski es un cincuentón algo fondón).
Conforme avanza el segundo set, Alcaraz vuelve a quejarse del hombro: algo le dice a su palco, y solo empieza a ver la luz a la 1h19m de partido, cuando Rublev firma una doble falta, entrega el servicio y ve cómo se le escurre la segunda manga.
– Let’s go, Andrey! –vocea alguien en la grada, y los oficiales, los marrones de Tierra, los azules RAF, pilotos del Aire, los blancos de la Armada, se vuelven y le apremian: guarden silencio, estamos en la catedral del tenis.
Alcaraz también pide respeto, o quizá su turno, y empieza a carburar. Hay más intención en su derecha, más acierto, firma algún passing shot, ya no falla como lo hacía en el primer set, se va a los once puntos ganadores y acierta cada vez que se aúpa a la red (aquí, gana cinco de sus seis subidas).
La próxima cita Cameron Norrie, icono de la parroquia local, supera a Nicolás Jarry y espera al murciano en cuartosEntre los arreones, Rublev mantiene el temple. No protesta ni se enfurece, tampoco arriesga demasiado, juega en hierba como lo haría un terrícola, golpes muy duro pero golpea desde el fondo, su servicio pierde potencia y poco a poco va cayendo en la telaraña.
–Rublev es uno de los jugadores más poderosos del circuito. Es muy agresivo con la bola y es difícil presionarle. Te lleva al límite en cada punto. He tenido que ser inteligente, muy táctico, para ganarle –dice luego.
Desde el palco, a Rublev le contemplan sus técnicos, el Fernando Vicente que le había encumbrado en su día, el Marat Safin que, desde abril, le corrige.
Rublev –hijo de la escuela rusa, la de la Next Gen , la de Medvedev y Khachanov, otros dos rusos que también juegan sin bandera, consecuencia de la guerra de Ucrania y las sanciones al Kremlin por el dopaje de Estado– intuye su suerte a las 2h21m: manda un golpe a la red, cede el servicio y se ve 3-2 abajo en la cuarta manga. Ahí se contiene: amaga con arrojar la raqueta sobre la hierba, se frena.
Para entonces, parece resignado. Alcaraz ya lleva velocidad de crucero. Apenas concede un solo error más. Le bendicen los 22 aces, un abanico de puntos gratis, una garantía en los días que han amanecido torcidos.
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