Àngels Roca: “Hace viento, es un buen día para navegar”

Existen empresas en las cuales el verdadero método lo constituye un cierto y cuidadoso desorden
Moby Dick, Herman Melville
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En algún momento de la charla, en la cafetería del Barcelona International Sailing Center (BISC), Àngels Roca (35) se detiene, vuelve la mirada hacia el Mediterráneo, que ahí afuera se ofrece, y dice:
–¿Quién me lo hubiera dicho? Hoy mismo, mientras recogía la ropa tendida, iba pensando: ‘Hace viento, sería un buen día para navegar’.
–¿Jamás se lo hubiera planteado en otro momento, quiero decir antes del accidente?
–En el jardín de mis padres hay una baldosa de cerámica. La baldosa tiene el dibujo de la Rosa dels Vents (representa los puntos cardinales y la orientación; nos muestra el rumbo en la navegación pero también en la vida cotidiana). La Rosa dels Vents ha estado siempre allí, en el jardín de mis padres (Miquel y Montserrat), pero nunca me había fijado en ella. Sin embargo, ahora sí que la entiendo, y la sé interpretar, y sé por ejemplo de dónde viene el garbí. Por cierto, ¿qué día es hoy?
–20 de mayo.
(Ahora, su mirada se ensombrece).
–Mi accidente se produjo el 29 de mayo del 2022. Pronto hará tres años.
El comentario nos conduce al momento.
Me toca preguntarle qué le ocurrió.
Le pregunto si quiere hablar del tema.
Dice que sí, por supuesto.
(Sufre una paraplejia D4: una lesión en la médula espinal, a la altura de la dorsal 4, paraliza piernas y pies. Del pecho hacia abajo, Àngels Roca no siente frío ni calor).
Pasé tres semanas entre la consciencia y la inconsciencia. A veces me preguntaba: ‘¿Por qué no tengo pelo?’” Àngels RocaRegatista
Aquel día, hace casi tres años, Àngels Roca, ingeniera en Seat, y otros tres amigos habían acudido a un cursillo de escalada en el Barranco de la Corva, en Ribes de Freser. Algo falló y Àngels Roca se fue doce metros abajo.
Se golpeó en la espalda. Se rompió muchas costillas. Las vértebras ocuparon espacio en la médula espinal. También se golpeó en la cabeza. La evacuaron en helicóptero. Le indujeron el coma. Despertó tres días más tarde en Vall d’Hebron. Le habían rapado la cabeza y llevaba un amasijo de cables en la espalda: para fijársela, le añadieron titanio.
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Por momentos, despertaba. A su lado estaba Nil, su novio. Los médicos le hacían preguntas:
–¿Le reconoces?
–Claro, es un jambo.
–Y usted ¿quién es?
–Una jamba.
(Para Àngels Roca, un jambo y una jamba no son nada, solo dos palabras inventadas en su infancia. No las había pronunciado desde entonces; así de caprichosa es la memoria).
–Pasé tres semanas moviéndome entre la consciencia y la inconsciencia. A veces me preguntaba: ‘¿Por qué no tengo pelo?’.
Pasó tres meses en Vall d’Hebron y otros tres en el Instituto Guttmann. La rehabilitación fue un calvario. Le encontraron un trombo de 30 centímetros muy cerca del corazón. Cuando se lo extirparon, tenía tantos tubos que no podía hablar. Para comunicarse, utilizaba una pizarra de Vileda.
Hoy conserva la pizarra. La utiliza en sus entrenamientos, en la navegación. En ella dibuja instrucciones y barcos.

Àngels Roca, en el BISC, al pie del Fòrum
Àlex Garcia¿Quién se lo hubiera dicho, también, en otro tiempo?
Hace un par de semanas, Àngels Roca competía en la Copa de España de vela adaptada en Almería, en la categoría Hansa, y entre el 16 y el 21 de junio disputará la Kakapo Open Race en Barcelona (organizada por la Federació Catalana de Vela, Barcelona Capital Náutica y Mi Fundación Àlex).
Había descubierto el mar en sus rehabilitaciones. Había ido pasando de un contacto a otro hasta verse en L’Escala, navegando en su Hansa.
–Para entonces ya dominaba los mecanismos de mi cuerpo. Pasé de necesitar ayuda para cargar la silla en el coche a manejarme por mí misma en un barco. Ahora soy yo quien acompaña a navegantes con discapacidad. Por ejemplo, navegantes que no tienen manos.
–¿Y cómo se desenvuelve en el día a día? ¿Cómo ha llegado hasta aquí desde su casa en Premià de Dalt?
–En mi Cupra adaptado. Lo conduzco solo con las manos. Yo no me estoy quieta, ¿sabe? Hago algún deporte cada día. Navego en martes y fines de semana. Otros días nado en el Centre de Natació Mataró. Paso horas vistiéndome, colocándome las sondas. Me pongo en pie una hora al día en la silla bipedestadora. Es esencial para el aparato digestivo y para los huesos. Paso horas con mis padres, disfruto de sus perros. Me abrazo a mis tres abuelos. He encontrado el certificado de nacimiento de mi bisabuela, es del 1905. Estoy investigando a mi familia.
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