Enredos en Seattle antes del Mundial de Clubes: de la demora por la credencial al hincha de Chicago que trabaja en el Lumen Field

En el Lumen Field de Seattle pueden pasar algunas cosas tan sorprendentes como extrañas. En primer lugar, tener la credencial del Mundial de Clubes colgada del pecho no fue una trámite sencillo como un colega anticipó un día antes, al decir que no se tarda más de 10 minutos. Puede fallar...
En el estadio, hay máquinas debajo de una platea donde se escanean los pasaportes, se realiza identificación de cara y se obtiene un ticket con el cual luego se retira en una boletería de afuera el pase a la cobertura tras ser impresa allí en el momento.
Sin embargo, a los enviados de Clarín y Olé, el trámite se demoró más de la cuenta. Es que al llegar, se encontraron con que las máquinas no funcionaban. Luego de escanear el pasaporte la pantalla devolví una leyenda en rojo que decía que no se encontraba la solicitud. Peligro. Pero no. Andaban mal. Porque a todos les salía lo mismo. Para colmo, no sabían cuánto tardarían en reponerse. “Es la primera vez que pasa, llamamos a sistemas para que nos ayuden a resolverlo pero no sabemos en cuánto estarán repuestas”, comentó una empleada que hablaba español.
La resignación ganaba lugar por el tiempo que se iba a perder y porque no sabíamos en ese momento si íbamos a tener que volver al otro día. Pero, nada mejor que llenar el estómago en momentos de incertidumbre, sobre todo si hay hambre. Para pasar el mal trago, enfrente había un bar divino, típico de los restaurante cercanos a los estadios en Estados Unidos, con una gran barra en el medio y muchas meses.
Allí, no solo se pasó el almuerzo sino que también se adelantó trabajo. Y después de una hora aproximadamente, se volvió por el segundo intento. Y ahí sí, las máquinas funcionaban bien y se pudo lograr el objetivo. Eso sí, hubo momentos de zozobra para dos de los enviados, a los que en primera instancia les rebotó el trámite. Es que los dos pasaron el pasaporte argentino y no recordaban que uno se había acreditado con el italiano y el otro con su DNI. Afortunadamente, los dos contaban con esos documentos y en las boleterías se resolvió el asunto al mostrarlos.
Cuando parecía que ya nada iba a resultar extraño, los tres enviados estaban a punto de enfilar hacia el campo de juego del Lumen Field y de repente entró un hombre que tenía un gorrito invernal y una campera de Chicago. Pero no de los Bulls eh, no, no. Eran verde y negro. Sí, de Chicago, de Mataderos. “¿Qué hace este así vestido acá?”, nos preguntamos con la mirada. Y se lo preguntamos a él. Encima es estadounidense y vive en Seattle. Se llama Christopher Smith y trabaja en el Lumen Field. ¿Cómo podía ser?
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El mismo lo contó. “Traigo a Chicago conmigo. Me hice hincha porque tengo un amigo que vive en Mataderos, al que conocí por mi mujer, que es argentina. Pero ella es hincha de Boca”, contó, sonriente el hombre que se fascina con el barrio de Mataderos y al que también le encanta San Juan y Boedo, una de las esquinas emblemáticas de Buenos Aires, en el barrio de Boedo.
¿Y cómo fue la primera vez en la cancha de Chicago? “Fue increíble la primera vez. Ustedes sí que saben de fútbol. Es que es algo de barrio. Y en Chicago, que es segunda división, no se negocia, no es por el dinero, es por el barrio”, afirmó. Y luego habló sobre la experiencia de ir a ver a Chicago. “Cada fin de semana todos se reúnen en grupos de hinchas, todos cantan, los colres el humo, las botellas de gaseosas con con fernet siendo compartidas por todos...Es mágico, es mágico”.
Clarin