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La Liga del fin del mundo

La Liga del fin del mundo

Acabó la Liga 2024-25 con el título número 28 del Barcelona. En el siglo XXI sólo han ganado la competición cuatro equipos: Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid y Valencia. Otro dato: el Madrid y el Barcelona han gozado de los favores de la vieja y bella dama en 34 de las últimas 40 citas con sus pretendientes. En política a eso se le llama bipartidismo o alternancia en el poder. En el ámbito empresarial, abuso de posición dominante.

Hace 25 años, la última Liga del siglo XX, la 1999-2000, se la llevó el Deportivo de la Coruña. Aquel triunfo sigue pareciendo un milagro. Sólo nueve equipos han ganado la Liga. Algunos (Depor, Betis y Sevilla) únicamente una vez. La Real Sociedad, dos. El Atleti, 11. El Athletic, ocho. El Madrid, 36. El Barça, ha quedado dicho, 28.

Todos esos equipos habitan ahora en Primera. Y todos, menos el Madrid, el Barça y el Athletic, han bajado alguna vez a Segunda, de modo bastante temporal. Pero el Depor, un "equipo ascensor", según la terminología de la época, ha estado en ella demasiado tiempo en demasiadas ocasiones. Incluso se ha precipitado todavía más hondo, hasta la densa oscuridad de las categorías abisales. Ahora pena en las profundidades medias de la Segunda División, un purgatorio con vistas, pero no acceso, al cielo.

El título del Deportivo es probablemente el más sorprendente, extraordinario y meritorio en la historia de la Liga. La Coruña está a 600 kms. de Madrid y a 1.100 de Barcelona. Se encuentra en el "fin del mundo", particularmente lejos de los centros de poder. Incluso con una generación excepcional de futbolistas, su triunfo tuvo algo de casual, enfrentado a la creciente tiranía de los presupuestos, que establecen poco menos que castas rígidas. En cierto modo, por aquí tenemos ya una Superliga.

El duopolio Madrid-Barça ha coincidido en los últimos tiempos en buena medida con el dual reinado de Messi y Cristiano. Ahora podría prolongarse la con el de Mbappé y Lamine, jugadores franquicia desde su primera campaña en la plantilla. El Madrid va a rodear a su estrella de tantos nombres nuevos que harán de la fotografía 2024-25 una antigualla.

En la foto nueva no figurará Modric, en una decisión de Florentino, no de Xabi, incomprensible bajo todos los puntos de vista, incluido el estrictamente futbolístico. Por historia. Por imagen de los mejores y pregonados valores del club. Por haber renunciado varias veces a una fortuna fuera y dentro del Madrid. Por, en este mundo de egos desmedidos, aceptar con humildad un papel secundario y otra rebaja salarial con tal de permanecer en el Bernabéu. Por, aún, alto rendimiento. Por todo eso y no por hacerle un favor, sino justicia, Luka tendría que haber seguido un año más, hasta cumplir unos redondos, perfectos 40. Nunca hubiera supuesto un estorbo o una carga. Su despido, aceptado con una caballerosidad sin límites, es un error técnico y una torpeza ética.

En el Barcelona puede valer la misma foto del curso 24-25. La mayor novedad estribará en el color de bisutería comprada en los chinos que Lamine escoja para teñirse el pelo. Uno más discreto que el chillón oro actual. Quizás un rosa topacio o un verde esmeralda.

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