Somos la resistencia

Gràcia ha sido mi casa durante más de tres lustros. Así que algo le debo a esas calles que albergan negocios extrañísimos e imposibles. Sepa que si no encuentra algo en este barrio barcelonés es por qué no existe. ¿Quiere formarse en las técnicas del multiorgasmo a través de la ingestión continuada de sopa de tomillo? ¿Comprar vino sin alcohol en una bodega que sólo sirve caldos de este tipo? ¿Una cafetería para perros? Todo lo nuevo, alternativo y saludable se da cita en Gràcia, el reino urbano de las flores de Bach. Hasta la sede central de Gestalt está ahí. Lo que certificaría definitivamente que el barrio es también el santo grial para el que anda perdido y aspira a encontrarse.

Tiene Gràcia otras características de índole más sobrenatural e inexplicables. Por ejemplo, se ha dado el caso de individuos que se han adentrado por su callejero como omnívoros y al abandonarlo, tan sólo unas horas después, eran veganos convencidísimos. Otros vestían traje, corbata y mocasines y, sin saber cómo, han regresado a su casa con una camiseta del Ché, bermudas gastadas y chanclas.

Gràcia es tan particular que hay incluso quien le reza a los dioses paganos para que le sea concedido el don de la miopía para llevar gafas y parecer más inteligente cuando discute las películas de autor del Verdi en una cafetería en la que todo lo que se sirve está certificado como proveniente del comercio justo y solidario.

El Club Esportiu Europa es un verdadero galvanizador del sentimiento de comunidad

Hasta aquí lo que viene y va, lo que existe y después desaparece al rebufo de la moda y las tendencias. Pero en Gràcia existe también lo añejo, clásico, tradicional, viejuno si quieren. Y la joya de la corona del barrio de siempre, clavando sus raíces en el humus de lo inmanente, es el Club Esportiu Europa. Un verdadero galvanizador del sentimiento de comunidad y reservorio de la esencia del carácter graciense.

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El Europa militará a partir de la temporada que viene en la Primera Federación, la tercera categoría del fútbol español tras un ascenso inesperado. Y para hacer frente al incremento de gastos que se avecina, el club ha puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos bautizada con el lema “Somos la resistencia”. Un acierto de la directiva que busca posicionar al club como el enano capaz de enfrentarse a los gigantes de la globalización que han convertido el fútbol en un engranaje financiero. Se buscan aportaciones pequeñas que hagan posible equilibrar el balance a estas alturas desequilibrado con las solas aportaciones de los socios. Un club de barrio que quiere seguir siendo de barrio y de la gente del barrio. El fútbol que se nos muere y que lucha porque su latido siga escuchándose en el centro de la ciudad con la misma cadencia de siempre. Hay que echarle una mano. No vale llorar después como niños lo que no hemos sabido defender como adultos. Por el futbol y por la Vila de Gràcia de siempre.