Capital y pobreza

“Los gobiernos no han practicado una política dirigida a incrementar la prosperidad general y elevar el nivel de vida, sino una dirigida al empobrecimiento del pueblo”.
-Ludwig von Mises
En un artículo anterior compartí la visión del economista austriaco Ludwig von Mises con respecto al papel crucial del comercio entre las naciones para mantener la paz. En esta ocasión, compartiré mis apuntes sobre lo que escribió con respecto a la importancia de la acumulación de capital.
Capital y bienestar
La clase política típicamente asume que la disponibilidad de capital no tiene ninguna relación con el bienestar de la población —o absurdamente exponen que la relación es perjudicial—. Esto es un grave error. Desde el punto de vista de Mises, frecuentemente se olvida que la acumulación de capital es sinónimo de creación de riqueza, puesto la inversión es la que incrementa las capacidades productivas de una economía.
Los gobiernos en América Latina han actuado como si la formación de capital no tuviese la menor importancia, en el mejor de los casos. Desafortunadamente, con frecuencia se le combate abiertamente, lo que equivale a un suicidio económico.
A través de una fiscalización depredadora, regulación creciente, restricciones al comercio y un gasto público excesivo, los gobiernos han puesto obstáculos crecientes a la formación de capital. Para Mises, esta negligencia histórica pone en riesgo a la civilización occidental porque la ausencia de capital es sinónimo de pobreza.
Lo que ha llevado al progreso que disfrutamos es precisamente la continua acumulación de capital, que hace posible una mayor producción de bienes y servicios, que aumentan el nivel de vida de todos los miembros de la sociedad —independientemente de cuánta riqueza tengan a su disposición en lo individual, porque a mayor acumulación de capital en una economía, mayor será el ingreso promedio de las familias—.
La acumulación de capital es un proceso frágil
Para que los individuos —futuros inversionistas y empresarios— estén dispuestos a sacrificar consumo presente por un beneficio futuro, se deben dar algunas condiciones. Entre las más importantes encontramos: 1) certidumbre sobre el futuro; 2) una carga fiscal razonable que ofrezca beneficios claros y un mejor entorno para los negocios; 3) una regulación mínima, sencilla y transparente; 4) intervención del Gobierno en la economía sólo en situaciones excepcionales, como en el caso de monopolios, resolución de externalidades —afectaciones a terceros— y para proveer servicios públicos e infraestructura y 5) a cambio de nuestros impuestos, el Gobierno deberá garantizar la seguridad de las personas, la propiedad privada, la provisión de justicia y el cumplimiento de los contratos entre particulares.
La acumulación de capital es un proceso frágil que no puede darse en un entorno donde no impere la confianza.
Desafortunadamente, infinidad de políticas públicas que se han aplicado en México, lejos de generar riqueza han fomentado la pobreza y niveles salariales muy bajos. De allí la gran necesidad de crear conciencia entre los gobernantes y legisladores para diseñar y aplicar políticas públicas que promuevan la formación de capital. Sólo entonces nuestro país podrá erradicar la pobreza, una situación inaceptable que afecta a decenas de millones de familias.
El pensador austriaco nos recuerda que no es a través de la presión de los sindicatos, sino gracias a la acumulación de capital, que la gente podrá acceder a mayores salarios y a un mejor nivel de vida. Alrededor del mundo, los países más exitosos en la acumulación de capital —Suiza, Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Noruega, etc.— son los que han logrado un mayor nivel de vida para sus respectivas poblaciones. Lo mejor de todo es que el capital, cuando las condiciones son propicias, se multiplica.
¿Un futuro brillante?
En 1942, Mises pronosticó un futuro brillante para América Latina. Desafortunadamente, su pronóstico aún no se cumple. En su opinión, la destrucción de capital causada por la Segunda Guerra Mundial en Europa nivelaría de alguna forma el terreno para que América Latina, que salió prácticamente intacta de esa conflagración, pudiera cerrar la brecha de desarrollo.
Ocho décadas después, Europa ha superado el nivel de vida que tenía previo a las guerras mundiales y Latinoamérica sigue padeciendo un bajo nivel de desarrollo relativo.
En mi opinión, el fracaso en cerrar la brecha de desarrollo tiene que ver con ciertos rasgos culturales que nos condenan al fracaso. Generar un entorno propicio para la acumulación de riqueza empieza por un Cambio Cultural. Por ejemplo, por alguna extraña razón, en nuestro país, “capitalismo” es una mala palabra y esta percepción nos hunde. En un nuevo diccionario, la palabra capitalismo debería representar, en primer lugar, la formación de capital y por lo tanto una mayor riqueza para todos.
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