¿Desde cuándo empezamos a ser piñata?

Ni idea. Lo cierto es que hay episodios penosos, los recientes entre Peña Nieto y López Obrador, quienes se pusieron a merced del presidente Donald Trump. También hay episodios muy dignos, por lo menos un par de ellos en el Capitolio donde mandatarios hablaron con toda propiedad.
La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó hace unos días que: "En nuestra relación con los Estados Unidos, México no es piñata de nadie”.
“Que se dediquen a hablar de su país, que bastantes problemas tiene. Que no utilicen a México para hacer campaña, porque México les da muchas clases a los Estados Unidos en muchas cosas. En valores, en ética, en desarrollo, en muchas".
Como se puede observar, la alegoría de la piñata viene de la presidenta, fue ella la que usó el término.
Pero ya que estamos en eso, habrá que decir que desde hace muchos años México va atado a la suerte y a los tiempos de Estados Unidos, para no ir más lejos, en la era de Morena en el gobierno federal cada año se inicia con el riesgo de que colapse la economía. No sucede porque las exportaciones y las remesas lo han evitado, además de la solidez de la economía norteamericana.
El presidente Salinas de Gortari tuvo la visión del Tratado de Libre Comercio, logró convencer a Bush padre de unir fuerzas con Canadá y, a partir de ese momento, se inició un proceso de desarrollo de pequeñas y medianas empresas que hicieron alianzas con los socios. Grandes firmas instalaron sus fábricas para aprovechar la cercanía con el mercado estadounidense, tendencia que no ha dejado de crecer. Desde hace algunos años, México es el principal o el segundo socio comercial de los Estados Unidos.
Cuando era presidente Bill Clinton, tras el error de diciembre, al tiempo que lanzó un salvavidas de 50,000 millones de dólares, dio una receta al señalar que México debería desarrollar su mercado interno.
Eso justamente es lo que no hemos acabado de entender. Fox lanzó aquello de apoyar a los changarros, no era mala idea, pero no cuajó.
Así han sido los altibajos en la vecindad con la principal potencia, que tiene en su territorio unos 30 millones de personas con ascendencia o descendencia mexicana, unos 12 millones en condiciones de indocumentados. De esos grupos se generan las remesas que el año pasado fueron más de 65,000 millones de dólares, enviados por los mejores brazos de México, no por héroes; esa es una payasada, hasta una ofensa para quienes migraron por falta de oportunidades o por la inseguridad en sus comunidades.
Solo como dato: ¿sabes cuántas veces se han reunido López Obrador o Sheinbaum con las comunidades de mexicanos en Estados Unidos? Cero. Uno más: ¿sabes desde cuándo no hay una reunión de Estado? Desde hace 25 años.
La presidenta no se ha reunido con Trump en estos cuatro meses, período en el que el mandatario estuvo con los dos primeros ministros de Canadá, se ha encontrado con líderes de diversos países, varios del continente. Con Sheinbaum, solo llamadas telefónicas…
Lo de la piñata salió de la boca de Claudia Sheinbaum, allá ella y sus discursos de fin de semana que, hasta ahora, no han sido respondidos por Trump o sus funcionarios. Tal vez será otra historia ahora que ya tienen embajador en funciones.
Lo cierto es que México tiene todo para competir de tú a tú con los grandes, para dar mejores condiciones de vida a sus habitantes, para alcanzar el desarrollo y los niveles de crecimiento ideales. Pero para ello se necesita proyecto, dirección, talento, inversiones y, sobre todo, que el tráfico de drogas y la migración, con todas sus variantes, dejen de ser los temas centrales; todo alcanzable, pero con los actuales al mando ni se ve ni se siente.
Eleconomista