El Déficit Comercial de EE.UU. Rompe Récords Bajo la Administración Trump: ¿Política Comercial o Boomerang Económico?

El déficit comercial de Estados Unidos alcanzó en marzo un nuevo récord histórico de US$ 162.000 millones, según cifras anticipadas publicadas por la Oficina del Censo. Este incremento representa un salto de US$ 14.000 millones respecto al mes anterior y marca un hito negativo que parece contradecir uno de los objetivos clave de la política económica del expresidente Donald Trump: la reducción del déficit comercial como vía para fortalecer la industria nacional.
La causa inmediata de este crecimiento fue el aumento en las importaciones de bienes, que subieron US$ 16.000 millones y alcanzaron un total de US$ 342.000 millones. Esta oleada de importaciones parece estar relacionada con un fenómeno muy específico: la prisa de las empresas por anticiparse a los aranceles que Trump promovía bajo el argumento de una “reciprocidad” comercial, especialmente dirigidos a China, aunque también afectaban a México, Canadá y la Unión Europea.
Durante su mandato, Donald Trump impuso una serie de aranceles agresivos que alteraron drásticamente el panorama del comercio internacional. Bajo la bandera de «proteger la industria estadounidense» y reducir la dependencia del exterior, el gobierno aplicó:
- 25 % sobre aluminio y acero
- 25 % a productos de México y Canadá fuera del tratado comercial
- 145 % sobre importaciones chinas
- 25 % a automóviles y piezas de automóviles
- 10 % sobre todas las importaciones no especificadas
Además, el 9 de abril, se introdujo una subida masiva de aranceles, que fue brevemente activada y luego postergada hasta julio. También se contemplaban aranceles específicos para productos electrónicos, semiconductores, fármacos, cobre y madera, aunque con algunas exenciones temporales.
Sin embargo, estas políticas no quedaron sin respuesta. China, el principal blanco de las medidas, respondió con aranceles de hasta 125 % sobre productos estadounidenses. También Canadá y la Unión Europea declararon su intención de contraatacar.
Pese a los esfuerzos por reducir el desequilibrio comercial, los datos muestran que el déficit comercial de EE.UU. ha empeorado durante el segundo mandato de Trump. En enero, el déficit alcanzó US$ 130.600 millones, un aumento del 34 % respecto al mes anterior, y el nivel más alto desde 1994. Aunque en febrero se redujo levemente a US$ 122.700 millones, volvió a escalar en marzo hasta un nuevo récord post-pandemia.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué la política arancelaria no ha dado los resultados prometidos?
La respuesta, según expertos como Nicole Cervi, economista de Wells Fargo, está en el tipo de bienes que impulsaron el déficit. «Si nos fijamos en lo que impulsó la ampliación del déficit comercial, fue principalmente suministros industriales y bienes de consumo duraderos«, explicó. Es decir, productos que no pueden sustituirse fácilmente por producción nacional y que son clave para el consumo y la industria.
Otro elemento clave es que el gasto del consumidor representa aproximadamente dos tercios del crecimiento económico de EE.UU.. Esto implica que cuando los consumidores compran más —especialmente bienes importados— el déficit se amplía. Y como la economía estadounidense se recupera del impacto del COVID-19, ese mismo crecimiento del consumo está alimentando las importaciones.
En este contexto, los aranceles no han reducido la demanda de productos extranjeros; simplemente han encarecido ciertos bienes, provocando ajustes temporales pero no cambios estructurales en la balanza comercial.
Las cifras sugieren que la política comercial del gobierno de Trump, centrada en aranceles punitivos y en una narrativa de “guerra comercial”, no logró revertir la tendencia estructural del déficit. Aunque logró asustar a algunos socios comerciales y forzó renegociaciones como el nuevo T-MEC (USMCA) con México y Canadá, el impacto real en el déficit comercial ha sido, en el mejor de los casos, mínimo, y en el peor, contraproducente.
Además, la respuesta de socios estratégicos como China, Canadá y la Unión Europea añadió complejidad al panorama, provocando represalias comerciales que impactaron negativamente a sectores clave como el agrícola y el automotriz en EE.UU.
El aumento récord del déficit comercial de EE.UU. en marzo pone en duda la eficacia de la estrategia económica impulsada por Donald Trump basada en aranceles como herramienta de política comercial. Si bien la intención de proteger la industria nacional puede parecer legítima, los resultados muestran que en un mundo interconectado, el proteccionismo puede tener efectos adversos no deseados.
Con un aumento sostenido en las importaciones, una economía basada en el consumo y una estructura industrial que no reemplaza fácilmente los bienes extranjeros, reducir el déficit comercial requerirá mucho más que medidas punitivas. Se necesitarán políticas industriales, inversiones en innovación y cadenas de suministro más resilientes para lograr una verdadera transformación.
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La Verdad Yucatán