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JP Morgan apuesta a la acción común entre China y EE.UU.

JP Morgan apuesta a la acción común entre China y EE.UU.

Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, se entrevistó en Shanghai con el viceprimer ministro He Lifeng, mano derecha de Xi Jinping en asuntos económicos y financieros, y le ratificó la decisión de “profundizar” el compromiso de la mayor banca de inversión del mundo con la República Popular.

Este encuentro fue el primero que se realizó después de la histórica cumbre de Ginebra en la que el Secretario del Tesoro Scott Bessent y He Lifeng acordaron una reducción de aranceles de 145% a 30%, y de 125% a 10%, respectivamente, así como a mantener las nuevas tarifas por un período de 90 días mientras se negocia un acuerdo definitivo que fije el rumbo conjunto de las dos superpotencias, guiado por un criterio cooperativo y no antagónico.

He Lifeng le dijo a Jamie Dimon que China está dispuesta a abrirse cada vez más a las grandes compañías norteamericanas para que “sigan contribuyendo a un desarrollo sustentable, sano, y cada vez más profundo de las relaciones económicas y comerciales entre la República Popular y EE.UU.”.

La clave aquí es la fórmula “desarrollo conjunto” que propone China a las grandes transnacionales estadounidenses, y por su intermedio – vía Scott Bessent – al presidente Donald Trump.

Por cierto, que cada una de las partes tiene su propia prioridad. La de EE.UU. es disminuir sistemáticamente el doble déficit, fiscal y de cuenta corriente, cuyo crecimiento se ha tornado insostenible.

El déficit fiscal norteamericano alcanzó a 6,4% del PBI en 2024, lo que provocó un auge de U$S 1,9 billones en la deuda del gobierno federal, que ya asciende a US$ 36 billones, y que crece US$ 1,2 billones por año. El resultado es que el pago de los intereses de esta deuda alcanza ya a US$ 1,1 billones anuales, lo que es superior al gasto militar y de Defensa. A este ritmo la deuda pública superaría 125% del producto norteamericano en 2033.

El déficit de cuenta corriente alcanzó a US$ 1,9 billones en 2024, sustentado en un déficit comercial de US$ 1,1 billones anuales, que revela la tremenda debilidad exportadora de EE.UU. en el momento actual; y todo ésto acompañado de un fenomenal auge del consumo que trepó a 87% del producto el año pasado.

El secretario Bessent comenzó este año a reducir sistemáticamente el déficit fiscal y aspira a recortarlo a la mitad en 3 años (3% anual).

Asimismo, Bessent quiere eliminar el déficit de cuenta corriente a través de una duplicación de la producción de petróleo y gas en los próximos 10 meses, así como del aumento de las exportaciones a los 130 países con los que está negociando una apertura de los mercados para las ventas externas estadounidenses.

Para China la cuestión crucial es elevar el consumo interno, que hoy asciende a sólo 38% del PBI, y en esa tarea las grandes empresas norteamericanas, sobre todo las del sector financiero y bursátil (de las que es un caso arquetípico JP Morgan), cumplen un papel verdaderamente central.

JP Morgan fue la primera compañía extranjera que dispuso de su propio mercado de futuros en las grandes bolsas de la República Popular, y a partir de 2023 obtuvo la completa propiedad de su negocio de “management” de activos financieros, lo que le permitió terminar con el “joint venture” que tenía hasta entonces.

Su CEO Dimon acaba de señalar en Shanghai que las perspectivas de la industria de alta tecnología china, especialmente en el rubro decisivo de la Inteligencia artificial, son verdaderamente formidables, en especial tras el éxito resonante logrado por la startup DeepSeek. Es a este sector que JP Morgan va a volcar su enorme capacidad inversora.

Xi Jinping sostiene como estrategia central que China debe lograr la mayor “autosuficiencia” en su producción tecnológica de avanzada, sin que esto implique en modo alguno la búsqueda de algún tipo de autarquía aislacionista.

La estrategia china es por definición de carácter “prolongado” porque se origina en la visión de largo plazo de Mao Tse Tung, que se impuso en una guerra civil que duró 20 años y en una guerra nacional contra Japón que alcanzó a 3 lustros. Y todo ésto ocurrió en un país cuya identidad nacional surge de sus 5.000 años de historia.

Ahora la “Larga Marcha” de la República Popular se concentra en modificar el régimen de acumulación, sobre todo en la dupla decisiva de ahorro e inversión.

Por eso la prioridad en esta etapa histórica consiste en pasar de la gigantesca inversión que se realiza en manufactura y capacidad exportadora a un aumento sistemático del consumo doméstico, hasta alcanzar niveles propios de una sociedad de altísima productividad y aptitud competitiva, que son característicos de una comunidad de “prosperidad compartida”, como propugna Xi Jinping.

La novedad en este momento es que el “frente común” para realizar esta hazaña histórica hay que hacerlo ahora con EE.UU., a partir de ese punto de inflexión verdaderamente decisivo que fue el acuerdo de Ginebra con la delegación norteamericana encabezada por Bessent.

China tiene 5.000 años de historia estatal ininterrumpida. Por eso cambia siempre acorde a la época, pero lo hace dentro de una profunda permanencia. Ese es su destino.

Clarin

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