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La opa del BBVA sobre el Sabadell suma más obstáculos, aunque sigue viva

La opa del BBVA sobre el Sabadell suma más obstáculos, aunque sigue viva

Esta semana el Parlament de Catalunya ha vuelto a aprobar una moción contra la opa lanzada por el BBVA sobre el Sabadell. La segunda pidiendo al Gobierno de Pedro Sánchez que la vete. A diferencia de la anterior, en este caso los socialistas del president Salvador Illa no apoyaron la moción y se abstuvieron, argumentando que el ejecutivo español no puede hacer tal cosa. Si embargo, la moción, presentada por ERC y apoyada por Junts y Comuns, CUP y Aliança Catalana, pretendía dejar claro algo que los nacionalistas, especialmente Carles Puigdemont, ya habían expresado el mismo día que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, anunció sus condiciones a la operación: no eran suficientes para paralizar la opa, que era lo que le habían reclamado al gobierno. Y efectivamente, la opa sigue viva, aunque al mismo tiempo también es cierto que por el camino ha ido acumulando obstáculos e inconvenientes. Políticos y económicos.

Entre los primeros, la frialdad, de la opinión pública catalana a la opa, explicitada por todos los partidos políticos. El Sabadell, banco creado en el último cuarto del siglo XIX por la burguesía textil vallesana, creó sobre esa realidad un limitado ejemplo local de capitalismo popular de clases medias, convertidas en sus principales accionistas.

A diferencia de La Caixa, fundada a principios del siglo XX, por la alta burguesía barcelonesa, y que al no ser sociedad por acciones, sin ánimo de lucro y sin accionistas, creó un vínculo diferente con la sociedad, a través de la clientela y un sentimiento difuso de pertenencia por no ser propiedad privada al uso.

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Sede central del Banc Sabadell en Sant Cugat del Vallès

Ahora, el Sabadell dispone de una base de unos 200.000 pequeños accionistas a los que su presidente, Josep Oliu, intenta movilizar. La catalanidad de la entidad se resume en ellos, representan casi la mitad del capital y en la recuperada sede social vallesana, una vez que no ha podido cuajar un núcleo duro de grandes accionistas locales capaces de mantener su independencia.

La operación del banco de Carlos Torres ha encintrado problemas políticos y también económicos

Por eso, ahora, en la opa, la opinión pública es determinante. Pese a que muchos de esos pequeños accionistas perdieron gran parte de su histórico patrimonio, atesorado en acciones del Sabadell, con la pulverización del valor bursátil del banco tras la crisis financiera del 2008, ahora parecen haber olvidado ese pasado y asumen la defensa de su continuidad.

Además de esos problemas sociopolíticos, el obstáculo más reciente para la opa del banco que preside Carlos Torres ha sido la venta por el Sabadell de TSB, su filial británica, por 3.100 millones de euros. Josep Oliu y César González Bueno, presidente y consejero delegado respectivamente del banco catalán, han conseguido imponer un nuevo giro de guión en la apasionante pugna desatada por la opa. Un choque entre poderes financieros que ha acabado entrando de lleno en la arena política, en el debate territorial y la centralización económica del Estado.

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La última venta supone no solo un problema económico adicional para el BBVA a la hora de calibrar la oferta que finalmente presentará a los accionistas del Sabadell. Además, cimenta el relato de Oliu de que el banco vallesano tiene recorrido y que los accionistas harían bien en pensárselo dos veces antes de vender sus acciones.

Y como prueba les ofrece un rendimiento, dividendo, espectacular de 3.800 millones de euros, lo que supone casi un 30% del precio de la acción en bolsa. Un auténtico récord. En este momento de la pugna, el Sabadell vale en bolsa un 11% más de lo que el BBVA le ofreció al anunciar su opa, la llamada prima negativa. La diferencia va de los los 11.500 en que el BBVA valoró el Sabadell en el momento de lanzar la opa a su capitalización actual, por encima de los 15.300 millones. ¿Cuánto debería subir esa oferta para ser atractiva?. En los cálculos más exigentes, incluidos los del equipo directivo del banco catalán, unos 4.000 millones, es decir prácticamente un 30%.

Tras la venta del TSB, sube la presión para que mejore la oferta, pese a que el banco catalán es más pequeño

Al final, hacia principios de agosto y hasta bien entrado septiembre, los accionistas del Sabadell deberán elegir entre las promesas de un futuro mejor integrados en el BBVA o la realidad contante y sonante de un ingreso inmediato que muy difícilmente se repetirá en el futuro.

Con el ingrediente esencial de que en el momento del pago de los 2.500 millones procedentes de la venta del TSB, será condición ineludible ser accionista del Sabadell, es decir, no haber acudido a la opa del BBVA. Este último también ingresará su parte en proporción al porcentaje que tenga del banco vallesano en ese momento, pero el accionista individual no recibirá nada y será el banco vasco quien decida qué hacer con ese dinero.

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An automated teller machine (ATM) at a bank branch of TSB Bank Plc in London, UK, on Tuesday, June 17, 2025. Banco Sabadell SA is considering a sale of its UK unit TSB, the latest twist in a year-long effort to defend itself against a takeover by rival BBVA SA. Photographer: Betty Laura Zapata/Bloomberg

En sentido contrario, también se ha señalado que el BBVA puede ajustar la proporción de su oferta entre efectivo y acciones, de manera que eleve la primera en proporción al dinero que ha entrado en las cuentas del Sabadell tras la venta. Pero el problema para Torres es que la lógica, tras el reparto de los 2.500 millones adicionales de dividendo es que el banco valdrá menos, pero no puede plantearse una rebaja del precio, sería tanto como condenarse a la derrota.

Los analistas ya han matizado mucho los efectos negativos de las medidas impuestas por el gobierno a la operación: sin fusión, al menos tres años, susceptibles de ampliación a cinco y nada de reducciones de plantilla ni cierre de oficinas. Aunque el banco opante había cifrado en unos 850 millones los ahorros de costes, 300 de ellos procedentes precisamente de empleos y sucursales, pero buen número de los analistas consultados por este diario tienden a matizar la trascendencia de ese hecho. Por un lado, las sinergias en este tipo de operaciones concentración bancaria casi siempre son superiores a las anunciadas y el aplazamiento de su ejecución no implica su evaporación.

La diferencia entre la oferta y la evolución en bolsa más el superdividendo es de casi 4.000 millones

El siguiente paso trascendental, más allá de la continuidad del proceso de tramitación legal- presentación del nuevo folleto por el BBVA, aprobación por la CNMV, inicio de la oferta- será la próxima junta de accionistas del BBVA, el 6 de agosto, en la que si no asiste más del 50% del capital deberá aprobarse la venta del TSB y el reparto del dividendo por una mayoría de dos tercios de los presentes. En cualquier caso, la cúpula del Sabadell confía en que sus propuestas saldrán adelante sin problema. ¿Qué accionista va a oponerse a tan pantagruélico dividendo?

lavanguardia

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