Pánico económico: Petróleo se dispara por temor a bloqueo de Ormuz

La primera víctima de la guerra es la estabilidad económica. El conflicto ha encendido las alarmas en los mercados globales, disparando el precio del petróleo y poniendo en jaque la arteria energética más importante del planeta: el Estrecho de Ormuz.

La guerra entre Israel e Irán no solo se libra con misiles, sino también en las pantallas de los mercados financieros. La escalada ha enviado una onda de choque inmediata a la economía global, provocando una reacción de pánico que ha disparado los precios del petróleo y amenaza con encarecer desde el combustible de tu auto hasta la comida en el supermercado.

Apenas se confirmaron los ataques, los mercados de materias primas reaccionaron con pánico. El precio del crudo Brent, el referente internacional, se disparó más de un 7%, superando los $74 por barril y alcanzando picos no vistos en meses. Este salto vertiginoso es la consecuencia directa del temor a que el conflicto interrumpa el suministro de Irán, un productor clave de la OPEP, y desestabilice a toda la región productora.

Las bolsas de valores también sintieron el golpe, con caídas significativas en Wall Street y los mercados asiáticos y europeos, mientras los inversores huían en busca de activos refugio como el oro.

Toda la atención económica se centra ahora en un angosto cuello de botella marítimo: el Estrecho de Ormuz. Esta vía fluvial, que Irán podría amenazar con cerrar, es la arteria más crítica del planeta para el petróleo.

Aunque el tráfico de petroleros continúa, lo hace con extrema cautela y bajo advertencias de seguridad marítima. La posibilidad de que Irán, en un acto de desesperación, intente militarizar o bloquear este paso es el «cisne negro» que podría provocar un shock petrolero global y arrastrar al mundo a una recesión.

La crisis ha desatado una guerra económica secundaria. La Agencia Internacional de Energía (AIE), que representa a los países consumidores, intentó calmar los nervios anunciando que está lista para liberar sus vastas reservas estratégicas y estabilizar el suministro.

Sin embargo, esta declaración enfureció a la OPEP. El cartel de países productores acusó a la AIE de «crear falsas alarmas» y generar más volatilidad, en una clara defensa de los precios más altos que benefician a sus miembros. Este choque revela una lucha de poder por el control de la narrativa del mercado: los consumidores quieren precios bajos y estabilidad, mientras que los productores se benefician de la incertidumbre.