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Romper con Israel

Romper con Israel

Si Israel es un país genocida, como ha afirmado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, España debería romper las relaciones diplomáticas con él. Eso podría arrastrar a otros países europeos y poner fin a los bombardeos sobre Gaza. Pero limitarnos a suspender las transacciones comerciales o reconocer el Estado palestino es tan solo un gesto para quedarse a medio camino.

Naturalmente esto tendría consecuencias económicas relevantes. Según se afirma en círculos próximos al Gobierno, supondría mandar a muchos trabajadores al paro, e incluso dejar en una situación muy comprometida al sector de la defensa español. De acuerdo con algunos expertos, prácticamente todas las empresas de armamento tienen contratos con el país que preside Benjamin Netanyahu.

Es difícil explicar por qué se boicotea la presencia de Rusia en cualquier acto y no la israelí

Desde el punto de vista moral no se pueden relativizar las condenas contra los países que violan los derechos fundamentales por razones económicas o financieras. Sin embargo, esto es lo que se está haciendo. Prohibir el comercio con Israel o la compra-venta de armas no significa en absoluto que la Guardia Civil se quede sin munición para sus fusiles. Para evitarlo se utiliza a un país tercero para realizar las transacciones y lo mismo se puede decir con cualquier tipo de mercancía.

De hecho, esto es lo que se está haciendo con Rusia. España nunca había comprado tanto gas ni tantos cereales a Vladímir Putin como ahora, a pesar de las sanciones. Por una parte, armamos a Ucrania y por otra facilitamos los recursos financieros necesarios para que los rusos puedan comprar armamento. Esto es simplemente una hipocresía.

Lo mismo sucede con Venezuela. Maduro ganó las elecciones fraudulentamente pero en lugar de implantar sanciones económicas hasta que se restablezca la legalidad democrática se ha decidido ir por la puerta de atrás. En palabras del expresidente Zapatero, se consigue más manteniendo buenas relaciones que rompiéndolas. Este relativismo cuando hay intereses económicos por medio no es admisible desde el punto de vista ético.

Es difícil explicar por qué se boicotea la presencia de Rusia en cualquier acto cultural o deportivo mientras se permite participar a Israel en cualquier acontecimiento deportivo o incluso en el festival de Eurovisión.

Hay que reconocer a Sánchez que en esto al menos ha sido coherente al solicitar la expulsión de Eurovisión mientras siga bombardeando Gaza, aunque podría haberlo hecho antes del festival. Lo que llama la atención es que haya dicho que no va a comerciar con ningún país genocida. Es decir, que seguirá relacionándose con el resto de países, aunque no respeten los derechos humanos. Ante esta situación es legítimo que la oposición piense que estamos ante otro truco para desviar la atención de la opinión pública de las acusaciones de corrupción de su gabinete. Cuesta creer que Sánchez haya sacado los colores al resto de países europeos y se haya convertido en el referente moral de la UE.

lavanguardia

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