Un acuerdo para iniciar el camino

Después de mucho tiempo dándole vueltas, los gobiernos catalán y español han acordado un proyecto de ampliación para el aeropuerto de Barcelona. Se trata, sin duda, de una buena noticia para las expectativas de prosperidad social y económica que lleva asociadas. Y porque la propuesta presentada afronta de cara la cuestión medioambiental, que se tiene que resolver bien a nivel local (mejor de lo que se ha hecho hasta ahora) y se tiene que plantear con responsabilidad a nivel global.
Ahora bien, aunque celebramos que finalmente ha llegado la solución para la ampliación, desde el RACC creemos que hemos perdido cuatro años que afectan a la competitividad de nuestro país. Demasiado a menudo acabamos haciendo lo que toca, pero muchos años más tarde de lo que podríamos haberlo hecho. Dicho esto, no hay que quitar valor al anuncio porque aborda dos de las cuatro dimensiones que rodean el futuro de El Prat.
Lee también El Prat arranca una carrera contrarreloj para competir con los ‘hubs’ europeos Maite Gutiérrez
En primer lugar, hace una apuesta por una longitud de pista (3.160 metros) que es justamente el umbral que necesitan los mejores aviones actuales en rutas intercontinentales para poder elevarse a plena carga y a pleno sol a nivel del mar. Es una decisión lógica y coherente con la intención de impulsar el potencial de intercontinentalidad de Barcelona-El Prat.
En segundo término, reconoce las carencias y los incumplimientos en clave ambiental y apuesta por una configuración que minimiza el impacto ambiental, tiene presente la viabilidad de la laguna de la Ricarda y minimiza las molestias acústicas sobre Gavà y Castelldefels. Además, incorpora los objetivos de descarbonización del sector aéreo y aeroportuario. Y destaca la creación de un fondo ambiental y de una anilla verde. En definitiva, una buena base para afrontar el necesario proceso de negociación con las autoridades ambientales europeas.
Aviones despegando de El Prat
Mané EspinosaLa tercera dimensión es la territorial y urbanística, resumida en la conectividad ferroviaria en alta velocidad entre los aeropuertos catalanes. Como el proyecto presentado habla de ello muy superficialmente, habrá que velar para que realmente se alcance un buen encaje con el desarrollo del Port de Barcelona y con la red viaria y ferroviaria. Al fin y al cabo, el país se juega mucho. Y quedan casi todas las respuestas pendientes.
Por último, la cuarta dimensión es la gobernanza. El acuerdo presentado no dice nada de ella. Pero sería ingenuo pensar que se podrá afrontar el proyecto en su integridad sin abordar a fondo la manera en que las instituciones políticas, sociales y económicas del territorio puedan participar de la toma de decisiones estratégicas del aeropuerto. Sigue pendiente cómo hacer posible este encaje, pero todavía hay margen de actuación para encontrar una solución viable para todas las partes.
Lee también Aena consultará con las aerolíneas las tarifas que financiarán la ampliación de El Prat a partir del verano Maite Gutiérrez
El principal interrogante es cómo garantizar que el incremento de capacidad sea realmente aprovechado para vuelos de largo radio y no acabe siendo acaparado por el corto radio. En esta cuestión radica la credibilidad de todo el proyecto. Mientras buscamos la respuesta, aprovechemos el tiempo para empezar a andar.
lavanguardia