Argentina-Brasil: un seleccionado binacional que deslumbra en el campo de la abstracción

Como en ocasiones anteriores, la sede de la Embajada de Brasil en Argentina se suma a BIENALSUR con Crítica de la Abstracción Pura, una muestra que explora esta estética como modo de producir imágenes, en un contrapunto interesante entre artistas brasileros y argentinos de distintas generaciones. Este 1,4 km de la cartografía internacional que atraviesa la Bienal es un ejercicio de señalamientos que se vale de elementos y dispositivos que abarcan obras sutiles, otras más expresivas hasta un gran cambio de escala como homenaje a un artista icónico.
“En la actualidad, el canon del arte abstracto es revisitado y resignificado por artistas que lejos del purismo y los antagonismos entre poéticas característicos de la modernidad, se mueven en las aguas de un pluralismo estético que introduce al lenguaje de la abstracción problemas y cuestiones vitales de nuestra contemporaneidad”, definieron los curadores Florencia Battiti y Fernando Farina las razones de su selección.
Textiles a modo de dibujos, de Florencia Caiazza.
En la recorrida por las salas, se pueden ver algunas joyas de dos coleccionistas argentinos, un abanico generacional que propician diálogos en un grupo de artistas que tienen ya una identidad reconocida. Las generaciones que en los años 60 y 70 tomaron muy seriamente la superación de los límites entre el arte y la vida de todos los días. Entre ellos, Waltercio Caldas (Río de Janeiro, 1946), reconocido por su participación en el neoconcretismo, y Mira Schendel (Zúrich, 1919 – São Paulo, 1988), quien desarrolló una obra singular influenciada por la filosofía, la fenomenología y el lenguaje, utilizando materiales como papel de arroz, talco y polvo de ladrillo.
La caja de Caldas combina el objeto conceptual con el dibujo y la escultura minimalista, explorando la percepción, el vacío y el espacio. A su lado, Schendel, con una serie de piezas conectadas que sugieren silencio, usa la línea, el punto, las formas básicas que apenas ocupan el espacio del plano de papel. Ejercicio de lectura introspectiva que se topa en la mesa que contiene las sutiles formas negras de Elba Bairon (Bolivia, 1947), esculturas de suaves superficies que descansan sin tensión sobre la mesa blanca.
Escultura de Elba Bairon.
Dos interesantes secuencias se contraponen en el pasillo. De un lado, una serie de serigrafías de Macaparana, (José Souza Oliveira Filho, 1952) artista autodidacta que inició su carrera expositiva en 1970, en Recife, y desde 1973 vive y trabaja en San Pablo. Su obra, centrada en la abstracción geométrica, es impecable en su factura, de planos de color intensos y marcado signo gráfico, se enfrenta a la serie de Florencia Caiazza (Buenos Aires, 1982) artista visual formada en el Programa para Artistas de la UTDT que plantea un cruce entre lo material y lo simbólico, incorporando algunos signos o formas simples en contraste, tejidas a mano y funcionando como un soporte papel en modo dibujo.
Algunos lienzos de Natalia Cacchiarelli (Bahía Blanca, 1971) —artista visual que Integró el grupo Ø Cero Barrado en los 90—, de sutiles contrastes y formas bien segmentadas con pequeños toques de color, muy equilibrados en la composición. Se diferencia de otra serie, donde predominan los grises casi sin mezclar, de menor tamaño, donde la composición se ve forzada por la pincelada a salirse de los bordes de cada forma.
Homenaje a Malevich por Andrés Sobrino.
Muy atinadas las variantes de las pinturas de Juan José Cambre, (Buenos Aires, 1948) un artista plástico argentino que fue parte del movimiento La Nueva Imagen en los 80, participando en la Bienal de São Paulo (1985) con exposiciones en Caracas y París. Las obras son recientes y exploran ciertas variaciones restringidas de color en la obra de gran tamaño, pero al cambiar la escala para un cuadrado de 30 x 30 cm, usa formas diagonales que parecen ingresar al plano desde fuera, usando el color en un contraste bajo.
Frente a esa angularidad de Cambre, se lucen las esculturas textiles de Jessica Trosman. La diseñadora y artista argentina que fundó Trosmanchurba en 1997, y su marca homónima Trosman en 2002 y comenzó su carrera como artista en 2019. Enfocándose en esculturas textiles, una combinación de telas con materialidades distintas, brillantes o cubiertas de ciertos brillos que el color resalta, aparecen muy bien espaciadas en lugares donde se lucen solas, como el final de un pasillo o una pared donde impactan por su volumen.
La obra de Silvia Gurfein en el Palacio Pereda.
Los objetos escultóricos de Marcolina Dipietro, quien ya integró BIENALSUR 2017 con intervenciones en Rosario y Río de Janeiro —y obtuvo además el Primer Premio Fundación Fortabat en 2021—, ahora presenta una serie que combina el metal y la materia orgánica. Creando un nexo que potencia las superficies, de esbeltas ramas bien elegidas que se insertan en continuidad de las formas metálicas regulares.
Mientras el espacio domina cada obra de esa serie en Marcolina, Elvira Amor (Madrid, 1982) quien ha vivido y trabajado en Madrid, Cuenca, Buenos Aires, Puebla, Bruselas y Yogyakarta, coloca unas formas en la pared que incluso remedan una especie de mini repisa. Un modo de habitar el espacio con una forma muy singular que se despega apenas de la pared creando cierta proyección, en un caso por el color intenso o las sutilezas de los tonos fríos y claros, conseguidos con pintura industrial de acabado brillante.
BIENALSUR 2025
En una sala pequeña de techos más bajos se ubicaron las obras lumínicas del rosarino Juan Ignacio Cabruja, quien desarrolla una práctica visual que articula arte contemporáneo, tecnologías y pensamiento crítico. Allí dos señales luminosas y atractivas por el brillo del amarillo oro del neón se agrupan tanto de modo horizontal como vertical, evidenciando sus uniones con toques negros que van desdibujando los cables y los soportes de los neones encendidos.
Está presente la gran Leda Catunda (São Paulo, 1961), miembro clave de la Geração 80, conocida por sus "pinturas blandas" realizadas sobre telas como toallas, terciopelo o seda. Sus obras combinan técnicas manuales —pintura, collage, serigrafía y costura— y abordan temas como el consumo, los afectos y la identidad. La pieza exhibida es una combinación de collage, acuarela con pocos contrastes de color que siguen siendo cercanas a sus piezas colgantes sin vidrio ni protección de marco alguno.
Aníbal Jozami, director general de Bienalsur, durante la apertura.
El homenaje al maestro está dedicado a Malevich, por Andrés Sobrino (1967), con un cambio de escala invadiendo el hall de ingreso. Una apropiación territorial que hace extrañar la dimensión de impacto que tenían los originales, del cuadro pequeño, pero tan lleno de cosas para decir, en 79 x 79 cm.
En tanto, las obras elegidas de Silvia Gurfein (Buenos Aires) una artista multidisciplinaria que comenzó su trayectoria en el teatro, la danza y la música que, en 1996 se vuelca a la pintura, eje central de su práctica. Su obra indaga el tiempo como materia y memoria, unas líneas que divagan libremente sobre el plano haciendo que podamos recuperar un derrotero con algunos cambios de dirección y de color, que apenas se destacan por la suavidad del trazo limpio. Explorando la imagen como resto o fantasma, dos tonos susurrantes y unas líneas que rematan en pequeños trozos recuperados de otros restos de pintura en la paleta.
Crítica de la abstracción pura se puede visitar hasta el 11 de octubre en el Palacio Pereda, Espacio Cultural de la Embajada de Brasil, Arroyo 1130, de martes a viernes de 12 a 18, y sábados de 14 a 18.
El 4 de agosto BIENALSUR continúa en Córdoba, con la inauguración de Ejercicios de Insubordinación, una serie de intervenciones artísticas en el Centro Cultural de España en Córdoba, a cargo de los artistas españoles Núria Güell y Alan Carrasco.
Mientras que el 7 será la apertura, en el Museo Superior de Bellas Artes Evita - Palacio Ferreyra, de La copia infiel, una muestra que reflexiona sobre el gesto y ejercicio de copiar en el arte contemporáneo y de la que participan artistas tan disímiles como Alfred Stieglitz (USA), Sol Le Witt (USA), Marta Minujín (ARG) y Liliana Maresca (ARG), entre muchos otros que comparten una inquietud similar en su trabajo: la presencia de la copia como gesto crítico y político propio del arte contemporáneo.
Indira Montoya expone en Rosario.
El 6 de agosto se inaugura en el Centro Cultural MATTA Embajada de Chile en Argentina la muestra Errázuriz – Lestido. Próceres | Sepu Zarco. La conquista del hogar, que por primera reúne vez en la Argentina la obra de la reconocida fotógrafa chilena Paz Errázuriz, y de la destacada fotógrafa argentina, Adriana Lestido. Ambas comparten una fuerza visual que interpela lo invisible, lo excluido y lo silenciado.
En esta quinta edición, el 8 de agosto en Rosario inauguran cuatro muestras colectivas. En la fachada del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, la muestra Luces de mi ciudad reúne tres intervenciones lumínicas (una histórica y dos contemporáneas) a cargo de Margarita Paksa (ARG), Ivana Vollaro (ARG) y el Colectivo Fuga (ARG).
Instalación de la alemana Bruna Mayer sobre desechos.
El Centro Cultural Parque de España (CCPE) abre La rebelión de la basura, una muestra colectiva con obras que "buscan abrir otras temporalidades que integran las acciones de recolección, re-apropiación y reinvención", mientras que en Ládano el artista español Mario Espliego propone un relevamiento poético, político y multidisciplinario de la geografía del centro de España. Ambas se encuadran bajo el subtítulo general “Fragmentar la obsolescencia”, que invita a reflexionar sobre las posibles fisuras o esquirlas del llamado “progreso tecnológico”.
Finalmente, en macro Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, abre Un mundo feliz, con curaduria del director del museo, Roberto Etchen, y Fernando Farina, con obras que evocan el universo distópico anunciado por Huxley en el libro homónimo.
Clarin