Del chaguar wichí al poncho de Mercedes Sosa: una travesía por la ruta del textil en Buenos Aires

Tal como si fuese una road movie por los barrios porteños, con el arte textil argentino como tema y un seleccionado de artistas y artesanos como protagonistas, así transcurrió la cápsula organizada por el Programa de Coleccionistas y Profesionales, en la anteúltima jornada de arteba, el sábado por la mañana.
Pieza de la artista wichí Claudia Alarcón, en la colección del Malba.
El itinerario curado por Roxana Amarilla —experta en artesanías e integrante del World Crafts Council— comenzó en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y continuó por los talleres de artistas contemporáneos que privilegian el dominio de la técnica y el trabajo colaborativo: Gabriel Baggio, la dupla conformada por Leo Chiachio y Daniel Giannone y Mónica Millán, representados por las galerías Hache, Ruth Benzacar y W, respectivamente.
Invitados de Argentina, Chile y Estados Unidos participaron de esa experiencia inédita que no solo cumplió —y con creces— la promesa de ser breve e inmersiva, sino que además tuvo una dimensión intimista, de cercanía a la labor de los hacedores, rodeados de su cotidianidad, entre herramientas y materiales. Algo que se volvió un plus para aquellos que ya habían visto sus obras en los stands de arteba, y ahora pudieron contemplarlos in situ, en el lugar y el contexto, donde las desarrollaron.
Leo Chiachio y Daniel Giannone recibieron la visita de la comitiva en su atelier porteño.
A su vez, el recorrido, por un lado, puso en valor saberes de antaño y al mismo tiempo, se volvió anticipatorio ya que mostraron el work in progress de trabajos que serán exhibidos en el futuro próximo. Por caso, los Chiachio & Giannone adelantaron las piezas que llevarán a Art Basel 2025 y Millán hizo lo propio con la seriada que está preparando para que el año que viene se exponga Paraguay.
La primera posta, que arrancó en la reserva del Malba, se enfocó en las obras de arte indígena de autores de circulación internacional. Hermoso amanecer, es la pieza de la artista wichí Claudia Alarcón, adquirida por el museo en 2023, íntegramente desarrollada en chaguar, el tejido que se obtiene de la bromelia hieronymi, planta que crece en el monte chaqueño. ¿Por qué se destaca? Por innovar —según Amarilla— en cómo está desarrollada la red, con interrupciones, para hacer cortes, a diferencia de lo más frecuente, que se teja de una sola vez. Y al mismo tiempo, por contar narrativas por fuera del relato tradicional, algo que enfatiza la voluntad política para dar cuenta de la cosmogonía de su pueblo.
Mónica Millán en su taller.
La otra pieza es una creación de Manuel Antonio Pichilla Quiacaín, el artesano guatemalteco, de origen Maya, que también forma parte de esa colección. Sobresale por la complejidad del jaspe, técnica de amarre para teñir, y por unir las referencias a la indumentaria —en este caso la camisa y el pantalón— del ancestro real de su comunidad, el abuelo, justamente así se denomina la obra.
La parada siguiente fue en Villa Crespo, en el taller de Gabriel Baggio, el artista que, para indagar en los oficios, suele involucrarse al aprender con los maestros y en simultáneo generar una práctica performática. Y si anteriormente se atrevió a hacer una olla de chapa, tallar en madera y realizar las matrices que se usan para los pisos calcáreos, en su última acción se transformó en aprendiz de la artesana textil Selva Diaz en la localidad de Londres, Catamarca ¿El propósito? Reconstruir el procedimiento para tejer un poncho de alpaca, rojo y negro, teñido en guarda atada, tal cual el que usó Mercedes Sosa en el recital del Teatro Opera, en 1982, todavía en dictadura. “Una armadura de protección”, dijo Baggio, cuando retomó en su propia memoria las imágenes de ese concierto al que asistió siendo un niño.
Recorrido de la cápsula textil de arteba 2025.
Luego, la ruta siguió en el atelier de los Chicachio & Giannone, a escasas cuadras de la Plaza del Congreso. Entre bastidores y un arco iris de finos ovillos, los autores repasaron sus técnicas habituales de bordado y creaciones centrales de su trayectoria, como la serie intervenida con alusiones a Yente (seudónimo de Eugenia Crenovich) o a las hermanas peruanas Elena y Victoria Izcue, entre otras artistas latinoamericanas.
Igual, las confecciones colectivas como la bandera del orgullo que montaron en el por entonces CCK, esto concatenado a los materiales textiles que reciben como donaciones de amigos y conocidos, y ellos resignifican en sus obras. “No, nos están dando una tela, sino la historia de una persona”, reflexionaron. ¿La novedad? Anticiparon las piezas que presentarán en diciembre en la sección Kabinett de la nueva edición de Art Basel: seis tapices rotativos donde se los avizora en situaciones de la vida diaria, como la pileta con los inflables rosados o en el jardín de su casa en Traslasierra, Córdoba.
La mesa de Chiachio & Giannone.
Finalizó en barrio de Monserrat en el taller de Mónica Millán, la artista oriunda de Misiones que vive y trabaja en Buenos Aires, revisitó la labor que desde hace más de dos décadas viene desarrollando con las bordadoras guaraníes de Yataity del Guayrá, Paraguay. Mostró las obras de encaje ju donde la artesana Petrona Martínez representó a sus compañeras y las geometrías realizadas en ao po’i, textil típico de esa región, que serán parte de la exposición programada para el 2026 en el Museo del Barro ¿Hallazgo para los visitantes? Las fichas técnicas en ao po'i ete (verdadero ao po'i) que evidencian la autoría compartida de artista y artesanas.
Clarin