Transcurre en una pileta y actúa Juana Viale: cómo es "Subacuática", la obra inmersiva que impacta por su escenografía

Que si tenemos la revisación médica al día, nos preguntan al ingresar al Club Estrella de Maldonado, por la entrada de El Salvador 5470, en Palermo. ¿Y la cuota social? Es domingo, son las 19 y nos disponemos a ver una obra de teatro en un espacio no convencional, en algún punto, un lugar rústico para una función teatral: un natatorio. El ingreso será por el vestuario de hombres, impacta el olor a cloro, la humedad tropical, el calor tipo sauna, las gotitas que se deslizan por las paredes. Sin antiparras, ni ojotas, ni mucho menos malla, nos sentamos en una silla de plástico blanco, puesto que butacas no hay si el escenario es una pileta y la escenografía, agua. Estamos por ver Subacuática, la obra escrita por Melina Pogorelsky y dirigida por Fernanda Ribeiz y Luciano Cáceres, que ya tuvo su estreno en octubre del año pasado en el natatorio del SUTERH, en Balcarce y Venezuela, y que este año acaba de reponerse en la pileta del Club Estrella de Maldonado. No fue el único cambio: ahora, al elenco lo integran Juana Viale, Joaquín Berthold, Anahí Gadda y Maricel Santin. Toda la experiencia no tomará más de una hora.
Pablo (Berthold) es viudo desde hace cuatro años, desde que Mariela (Anahí Gadda), su mujer, murió en el parto de Lola. Brazada a brazada, mientras nada, este hombre se permite reflexionar, recordar, quebrarse y hasta hablar en sus pensamientos con Mariela. Con la ayuda de Luciana (Maricel Santin), su hermana, cría a su hija como puede; se mantiene a flote. En la pileta, conoce a Alejandra (Juana Viale), la mamá de Tobi, compañerito de natación de su hija. Separada y abrumada por la maternidad, ella también se mantiene a flote como puede.
Hace 11 años, durante su segundo parto, Melina Pogorelsky, autora que se ha desarrollado creativamente en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, tuvo una complicación que la mantuvo algunos días en terapia intensiva y alejada de su bebé. Desde entonces, una pregunta rondó su cabeza: qué hubiera pasado si se moría. Como escritora, pensó, esa (hipotética) respuesta podía explorarla en una ficción. Se puso a escribir y, tiempo después, esa historia decantó en Subacuática su primera (y por ahora única) novela para adultos, publicada por la editorial independiente Odelia.
Vino luego el día en que la directora Fernanda Ribeiz, con quien ya venía trabajando en otro proyecto, la invitó a tomar un café y, entre amarettis y sobrecitos de azúcar, le confesó que estaba interesada en llevar esa historia al teatro. Pogorelsky aceptó y, pese a no ser dramaturga, se ocupó de la adaptación. No sin esfuerzo, vislumbró para la escenografía un vestuario con tres banquitos. Pero: “Hay que hacerlo en una pileta”, arriesgó Luciano Cáceres, que se sumó a la dirección, y así como planteó el desafío también aportó la solución.
Si adaptar una novela a pieza teatral conlleva dificultades, adaptarla, además, a un espacio tan particular como una pileta de natación es aún más complicado: “Es un texto muy vivo, que vamos ajustando en cada presentación. Interviene mucho lo sensorial: el olor a cloro, la incomodidad del espacio, la acústica, los personajes que te salpican; en algún punto, es una obra inmersiva”, cuenta Pogorelsky a Revista Ñ. Y destaca el trabajo de los actores, a quienes veremos en malla, y su destreza física.
La obra transcurre en una pileta. Prensa
“La historia parte de un viudo que perdió a su mujer en el parto de su hija. Sin ser liviana, queríamos que la obra también fuera luminosa, que tuviera un final esperanzador, que despierte risa y emoción. Pablo le hace el desayuno y las colitas a la nena, y por dentro se quiere morir. Lo cotidiano sigue adelante y se cuela en la vida”, considera la autora.
Por su parte, Fernanda Ribeiz, parte de la dupla directiva junto a Cáceres, conocía a Melina Pogorelsky por su universo infantil. Alguien le dijo: “¿Pero no leíste su única novela para adultos?”. Y así arrancó otra historia. “La siento en la nuca”, evoca Ribeiz la primera frase de la historia, en charla con Ñ. Quedó fascinada: “Hay todo un universo que ya está condensado ahí”. Ella, que viene del universo audiovisual, quería incursionar en el teatro.
El agua era un elemento importante para la obra: el personaje de Pablo transita el duelo y mantiene su soliloquio en ese tiempo suspendido que se da cuando nada en la pileta, brazada a brazada. “Es el único tiempo que tiene para él, en el que vuelve a Mariela, su esposa fallecida. Es un momento visualmente fuerte, representar ese tiempo suspendido a la vez que la palabra avanza, todo eso que se cruza en la cabeza del personaje únicamente cuando nada”. Porque después la vida sigue, claro.
Novela "Subacuática", de Melina Pogorelsky (Odelia Editora).
“Lo que me parece hermoso es que la obra también habla de la maternidad y de la paternidad sin juzgar si está bien o mal lo que hacen estos personajes. Abraza las posibilidades que cada uno tiene de ser padre o madre con las dificultades de cada uno. Alejandra es una madre que está sobrepasada, que hace lo que puede, y está bien. No se juzga por lo que hacen, sino que se los abraza”, refiere Ribeiz. Agrega: “Me parece que con Luciano Cáceres encontramos esa unión entre mundos, el teatral y el audiovisual, que dio como resultado un teatro audiovisual”.
Sí, confirma Cáceres. A él se le ocurrió lo de la pileta. ¿Por qué? Porque vivió mucho tiempo en San Telmo y se acordó de la pileta con gradas del SUTERH y... ¿y por qué no? No fue fácil, confirma también. Algo de la incomodidad de la pileta la vivió en carne propia cuando llevaba a su hija a natación y no podía cambiarla ni el vestuario de hombres ni en el de mujeres y terminaba haciendo malabares en algún espacio “neutro”. Fuera en aquella o en esta pileta, la del club Maldonado, los ensayos se sucedieron después de las diez de la noche, fuera del horario oficial del natatorio para el resto de los socios. O los fines de semana, también en horario a trasmano. Se zambulleron tarde y salieron mucho más tarde aún, pasada la medianoche, con frío o calor, hambre o sueño.
“Desde hace mucho, cuando dirijo, busco generar una experiencia”, cuenta el actor y director a Ñ, “que sea algo más allá de contar una historia y actuarla; que empiece a pasar algo desde el momento en que entrás a la sala”, dice quien le pone el cuerpo al unipersonal Muerde (actualmente en cartel en Timbre 4), en el cual el actor está en escena y "en personaje" desde que se habilita el ingreso de los espectadores a la sala, dure lo que dure el proceso. En el caso de Subacuática, que cuenta con producción de Club Media, opina que “toda la experiencia se multiplica por los sentidos, por el olor a cloro, por el hecho de ingresar por un vestuario”.
“Y no es un material autocompasivo –agrega–, el lugar común sería regodearse en el sufrimiento de la pérdida, todo eso está, pero con humor, con la idea de salir a flote, de criar a una nena con amor, con la ayuda de esa hermana hiperactiva que quiere que el hermano sea feliz y rehaga su vida. Tiene momentos de mucha poesía”.
*Subacuática se presenta los sábados, a las 22, y los domingos, a las 19 y a las 20.30, en el Club Estrella De Maldonado, El Salvador 5470.
Clarin