Fumata negra tras la primera votación del cónclave

Ninguno de los 133 cardenales ha conseguido la mayoría suficiente para ser elegido Papa.
Una densa columna de humo negro acaba de emanar de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que la primera votación del Cónclave ha concluido sin que ninguno de los cardenales haya alcanzado la mayoría necesaria para ser elegido Papa. La expectación en la Plaza de San Pedro, donde miles de fieles y curiosos se congregaban, se mantiene.
La jornada para los 133 cardenales electores (tras la confirmada ausencia por motivos de salud del español Antonio Cañizares y el keniano John Njue) comenzó al alba de este miércoles. A las 7:00 de la mañana se presentaron en la Casa Santa Marta para ocupar sus habitaciones, un lugar de estricto confinamiento donde no podrán mantener contacto alguno con el exterior -sin teléfonos móviles, prensa, televisión ni internet- hasta que la Iglesia Católica tenga un nuevo Pontífice.
A las 10:00, los purpurados partieron juntos desde Santa Marta hacia la majestuosa Basílica de San Pedro para la solemne misa Pro Eligendo Romano Pontifice, una ceremonia cargada de simbolismo y oración pidiendo la guía del Espíritu Santo. Ya por la tarde, la tradicional procesión desde la Capilla Paulina los condujo al interior de la Capilla Sixtina, el lugar sagrado donde se tomará la trascendental decisión.
Poco después de las cinco de la tarde, tras que cada cardenal apoyara su mano sobre los Evangelios y jurara guardar el más absoluto secreto de las deliberaciones y respetar las normas del Cónclave, el maestro de ceremonias pronunció el famoso Extra omnes ("Todos fuera"). Con esta orden, todos aquellos que no eran cardenales electores abandonaron la capilla, y sus puertas se cerraron herméticamente. Bajo la imponente mirada del Juicio Final de Miguel Ángel, los electores escucharon una última meditación sobre la responsabilidad que les incumbe antes de dar inicio al primer y único escrutinio previsto para hoy.
En esta primera votación, considerada a menudo de tanteo para medir las fuerzas iniciales, cada purpurado escribió en su papeleta, que lleva la frase impresa Eligo in Summum Pontificem, el nombre de su candidato. Para ser elegido Papa, se necesitan al menos 89 votos, una mayoría cualificada de dos tercios más uno del total de 133 electores presentes.
Al no haberse alcanzado esta cifra, las papeletas, junto con una sustancia química específica para asegurar el color oscuro, han sido quemadas en la estufa instalada en un rincón de la Sixtina, produciendo la fumata negra que acaba de presenciar el mundo. Este resultado, aunque esperado por muchos analistas vaticanos en una primera ronda, indica que las deliberaciones y la búsqueda de consenso continuarán en los próximos días.
Según las normas establecidas por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, y mantenidas intactas por sus sucesores Benedicto XVI y Francisco, a partir de mañana, jueves, se llevarán a cabo cuatro votaciones diarias -dos por la mañana y dos por la tarde- hasta que un candidato logre la mayoría requerida. Los cardenales, un cuerpo electoral diverso con 51 europeos, 11 de EEUU, 17 de América del Sur, 23 asiáticos, 18 africanos y 4 de Oceanía, regresarán ahora a la Casa Santa Marta para pernoctar, reflexionar y prepararse para reanudar mañana la crucial tarea de elegir al 267º sucesor de Pedro.
La Iglesia Católica y el mundo entero seguirán con atención las señales de humo que emanen de la Capilla Sixtina. La fumata negra de hoy es solo el primer acto de un proceso solemne y secreto que culminará, cuando el consenso llegue, con el anhelado humo blanco y el jubiloso Habemus Papam!.
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