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Hienas o buitres

Hienas o buitres

A Mariano Rajoy lo mataron la corrupción y lo sucedido en Catalunya en 2017. Las hienas, tenidas solo por carroñeras, pero en verdad grandes predadoras, cumplieron eficazmente con su trabajo. Se arremolinaron alrededor del gallego y en un ataque coordinado en forma de moción de censura acabaron con su vida política. Demasiado débil para defenderse, el expresidente del PP aceptó su suerte fumándose calmadamente un puro en el reservado de un restaurante hasta que llegó la hora de servirse en el Congreso como alimento de la jauría.

El ocaso de Pedro Sánchez será diferente, aunque desde el PP se intente probar suerte con la misma fórmula. Se asemejará más a la del animal que camina desfondado anticipando su desfallecimiento definitivo. En su agonía lo acompañará sobrevolándolo una bandada de buitres. Pero éstos no pondrán las garras en el suelo hasta que su expiración sea un hecho cierto.

Si hay nuevos capítulos de corrupción, será la propia manada la que se apartará del líder

Llegados aquí conviene aclarar una cosa, puesto que buitres y hienas son víctimas de una injusta mala fama por culpa de las películas de Disney y los reportajes de La2. En realidad son animales tan dignos como los demás, a fin de cuentas sólo cumplen escrupulosamente con la marca genética que los impele a asegurarse la supervivencia.

Feijóo ha dicho que preferiría resolver el tema Sánchez a la manera de las hienas. Normal. Tiene el líder del PP la prisa que da el hambre. Pero ni ERC, Junts, PNV, Podemos y demás están por la labor de sumarse a un festín del que intuyen que no van a probar bocado y en el que las fauces más competitivas, junto a las del PP, serían las de Vox. Cuando pase, si pasa, comeremos de su carne; no antes. Ese es el mantra de la mayoría de investidura todavía hoy, aunque Santos Cerdán haya dado con sus huesos en chirona.

Santos Cerdán, el lunes, seguido de su abogado, llegando al Tribunal Supremo, donde prestó declaración

Dani Duch

Aun así, el movimiento del presidente popular sondeando a los socios de Sánchez, incluyendo recados de ida y vuelta con Carles Puigdemont, para armar una manada de hienas es inteligente. Quiere forzarlos a retratarse. A que cuaje el mensaje, una vez instalada entre la opinión pública la sensación de que el edificio gubernamental está seriamente amenazado por la corrupción que anidaba en el corazón del PSOE, que sus socios son indulgentes, sino cómplices, con la podredumbre. Feijóo pretende hurgar en las contradicciones de estos partidos, desnudarlos ante sus electores.

Pero el canto de sirena de la moción de censura es una performance narrativa. Porque la caída que quiere clonarse con Pedro Sánchez no es la de Mariano Rajoy, sino, salvando las distancias, la de Felipe González en 1996. Entonces la extinta CiU no pudo mirar hacia otro lado con los escándalos del felipismo acumulándose uno tras otro. Hasta que Jordi Pujol formalizó la retirada de su apoyo al Gobierno. Sin moción de censura, el hasta entonces todopoderoso Felipe González acabó rindiéndose, llamó al voto anticipado y, aunque volvió a presentarse, cedió el gobierno a los populares.

El esquema está prefijado, sólo falta concretarlo. Y eso no sucederá sin añadir un poco más leña en la caldera de la corrupción. En el mientras tanto le toca a Pedro Sánchez mover ficha. Lo hará con nuevas caras en el PSOE este fin de semana. Y si cumple con el manual más ortodoxo en estas situaciones, quizás también con una crisis de gobierno que permita trasladar la idea de que el contador se pone a cero. Añadan un código ético más exigente, quién sabe si alguna propuesta legislativa de regeneración que señale a las empresas como corruptoras de los pobres políticos y también vehementes discursos de señalamiento y alejamiento de las manzanas podridas que son Koldo, Ábalos y Cerdán.

Estas son las cartas de un solo uso que Pedro Sánchez puede jugar. Y que ya no estarán en su mano si el escándalo de corrupción nos sorprende con nuevos capítulos, nombres, NIF y CIF, tal y como ha señalado por escrito y sin más detalles el juez Leopoldo Puente en el auto con el que ha encerrado a Santos Cerdán. Si eso sucede, el margen de maniobra de Sánchez y sus socios de gobierno e investidura, será ya inexistente. Entonces será también la propia manada socialista –ya está empezando a suceder– la que se apartará del líder. Y en ese momento sí, sin la protección que ofrece la propia especie, el animal quedará definitivamente sólo y a la intemperie, aunque no lo parezca. Será entonces cuando los buitres iniciarán su vuelo descendente. El ciclo de la vida. Hakuna Matata.

lavanguardia

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