Illa en el país del Sol Naciente

El presidente Salvador Illa ha viajado a Japón y a Corea para reforzar los lazos económicos, institucionales y culturales con el continente asiático, que es el eufemismo que utilizamos para no decir Asia. A los políticos les encanta esta dimensión internacional de su trabajo. Aunque solo sea durante unos días, les permite distanciarse de la dureza, la aspereza y las miserias que proporciona el día a día del país, generalmente puñetero, que los ha votado.
La vicegobernadora de Tokyo (Japón), Akiko Matsumoto, y el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en una reunión en la capital nipona.
GOVERN / Europa PressEn el caso de Illa, los tópicos más superficiales sobre Japón se adaptan a los valores que, en apariencia, quiere transmitir el presidente. Entre los principios atribuidos a la sociedad japonesa, están el respeto, la humildad, la paciencia y la austeridad, que son compatibles con los que, según la propaganda oficial, definen la imagen de Illa. En estos viajes, la acción gubernamental de sembrar en busca de inversiones resulta crucial. Para hacerlo con eficacia, conviene cultivar una diplomacia de distancia corta que cada país adapta a su talante. No es lo mismo negociar con políticos y empresarios de Kazajistán que con japoneses.
¿Saldrá a correr cada mañana el presidente Illa por las calles de Osaka?Pero no nos engañemos: los lazos más vinculantes con Japón siguen siendo los económicos. Ayer, en la Ser, Ferran Dalmau informaba de que, en un año, los turistas japoneses que eligen Catalunya como destino han pasado de 90.000 a 120.000. No sabemos si entre las propuestas de exportación figura uno de nuestros productos emergentes de mayor potencial: la marihuana ilegal explotada por mafias que, como tantos turistas de todo el mundo, encuentran en Catalunya un destino estimulante.
¿Saldrá a correr cada mañana el presidente Illa por las calles de Osaka? ¿Se tomará, como cuenta Haruki Murakami, una cerveza bien fría al acabar de correr? Teniendo en cuenta que correr propicia un espacio de reflexión íntima, al presidente quizá le convendría aplicar una de las máximas del maestro budista Shumnio Mazuno, que recomendaba desprenderse de los tres venenos: la avaricia, la rabia y la ignorancia. Por cierto: si esta máxima se aplicara a Catalunya y España, provocaría el colapso total del país.
Lee tambiénY hablando de política española: la serie Legado (Netflix) tiene la valentía de situar su argumento en un contexto actual, muy fácil de identificar con la realidad. Las tensiones entre un gigante de la comunicación y un entramado de fuerzas empresariales, políticas y de las cloacas del Estado recuerdan mucho la corrupción de jueces prevaricadores y excomisarios chantajistas y el descrédito democrático que, con dramática virulencia, alimenta la actualidad, incluido el juego sucio entre los miembros de la coalición de un Gobierno que alardea de ser el más progresista del mundo. Lástima que, más allá de esta ambientación, las tramas de la serie imiten defectuosamente Succession y se emperren en imitar la tendencia, muy consolidada en la ficción, de que casi todos sus personajes sean avariciosos, ignorantes, rabiosos y venenosamente estúpidos.
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