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La Defensa y los dos caminos de Europa

La Defensa y los dos caminos de Europa

A nadie se le escapa que el orden internacional es cada vez más imprevisible. Si bien el sistema multilateral en torno a Naciones Unidas ya llevaba años en crisis, los acontecimientos del último lustro lo han mostrado con más crudeza si cabe.

La pandemia de la covid debilitó gravemente a la OMS y obligó a Europa a repensar su interdependencia de actores terceros. Los crímenes contra la humanidad de Rusia en Ucrania y de Israel en Gaza y Líbano se han prolongado ante la inacción de la comunidad internacional. Y hemos asistido con una normalidad preocupante a una escalada militar entre Irán e Israel que, aunque lo negara la administración Trump, podría haber constituido casus belli.

En definitiva, no se han impuesto ni la diplomacia ni las soluciones propias de un sistema basado en normas. Todo ha volado por los aires. Se ha consolidado una lógica perversa del más poderoso, a la que se subordinan todos los principios, también las alianzas previas.

Con todo esto, las relaciones internacionales han ganado un espacio central en el debate político, y han emergido diferentes caminos sobre cómo responder a los retos en Defensa y Seguridad, entendidos estos conceptos en sentido amplio: económico, energético, comercial, etcétera. En Europa, se pueden vislumbrar básicamente dos de estos caminos.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una cumbre de la OTAN

John Thys / AFP

El primero consiste en redoblar la apuesta por la OTAN. La estrategia de Trump es clara: presionar para que los aliados europeos equiparen, como mínimo, el gasto militar de Estados Unidos. Hasta un nivel incompatible con el Estado de bienestar que se propugna por parte de la mayoría de los miembros de la UE. En Catalunya, esta estrategia goza de poco o nulo apoyo popular. Nuestro país y Euskadi, naciones de larga tradición antimilitarista, ya votaron en contra de la ratificación de la entrada en la OTAN en 1986. Y lejos de haber ganado popularidad, pienso que el sentimiento mayoritario es considerar la OTAN como una estructura del pasado, una armadura que poco tiene que ver con los retos inciertos de un nuevo escenario global.

El segundo camino es reforzar el marco europeo. Un espacio perfectible, en el que no se han cumplido todos los deseos que proyectamos, pero que se construyó para asegurar la paz y que debe seguir este objetivo. No podemos olvidar que la UE es un experimento único de gobernanza multiestatal que, a pesar de sus déficits, constituye el área del planeta donde la democracia, las libertades, los derechos humanos y el bienestar gozan de los niveles más altos. Hoy hablamos de armamento, pero quisiéramos decir lo que se atribuye de forma inexacta a uno de los padres de la Unión, Jean Monnet: “Si tuviera que rehacer la constitución de Europa, comenzaría por la cultura”.

La falta de transparencia del PSOE es calcada a la demostrada por el PP al dirigir la cartera de Defensa

Ante la voluntad del status quo europeo de mantener el seguidismo infantil del dictado de Estados Unidos, y ante el auge de la extrema derecha, que parece que no mermará, deben ser las fuerzas progresistas las que presionen en el seno de Unión Europea para consolidar su autonomía estratégica, liberada de las arbitrariedades del presidente estadounidense de turno. Reforzando así su independencia económica, industrial y energética, sin renunciar a establecer alianzas democráticas y frenar el cambio climático. Todo esto no será posible si no se entienden los desafíos y preocupaciones de varios estados miembros (ahora los del este, la década pasada los del sur) de una forma mucho más solidaria.

El triste papel del Gobierno español en las últimas semanas no ayuda a construir este escenario. La semana pasada, Pedro Sánchez firmó un documento en la cumbre de la OTAN que da por buena la consecución del 5% de gasto en Defensa sobre el PIB. Pero el Gabinete argumenta que se quedará a un nivel muy inferior en base a un cálculo que la OTAN no comparte. El baile de cifras para tener contento a Trump es indignante y recuerda demasiado lo que hizo Felipe González, también socialista, cuando decidió la entrada de España en la OTAN, después de haber prometido lo contrario.

Merece la pena recordar, al hilo de este debate, lo que expresó el gran historiador británico Tony Judt en el 2012, algo premonitorio: “De modo que la elección que afrontamos ahora no es de capitalismo versus comunismo, o el final de la historia versus el retorno de la historia, sino de políticas de cohesión social basadas en objetivos colectivos versus la erosión de la sociedad a causa de la política del miedo”. Exacto.

En el mundo convulso que vivimos esconder la realidad es, además de una frivolidad, una falta de respeto grave a la ciudadanía. Denunciamos esa irresponsabilidad de Sánchez. Por eso, desde ERC hemos pedido repetidamente al Ejecutivo español que explique cuánto se gasta en Seguridad y Defensa, y en qué países se compra y se vende armamento. También hemos pedido que se explique cómo impactará el Plan de Seguridad y Defensa en Catalunya, si tendrá aplicaciones civiles, y si se consensuará con el tejido económico y social, que sí conoce lo que es una buena política industrial. Desgraciadamente, Sánchez no nos ha dado respuesta y tampoco someterá ese plan a votación en el Congreso.

La falta de transparencia del PSOE es calcada a la demostrada por el PP al dirigir la cartera de Defensa. Y la falta de rumbo y de superación del marco de la OTAN es un muy mal presagio en este nuevo contexto internacional, que exige imaginación, audacia, mirada larga, y dejar de hablar a la ciudadanía como se habla a los niños.

lavanguardia

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