Lo que más teme Pedro Sánchez

En Moncloa prima el ánimo de buscar una cortina de humo para tapar los casos de corrupción que rodean al presidente, a su familia y a sus colaboradores más directos.
Cada vez que tienen la oportunidad de votar, los españoles lo hacen para castigar a Sánchez. Es lo que sucedió con el televoto de Eurovisión, ese festival casposo venido a menos desde que fue colonizado por lo 'woke' al que el Gobierno le concede casi tanta importancia como a una Asamblea de la ONU. La descarada utilización de la radiotelevisión pública de todos los españoles para difundir las proclamas políticas de Moncloa en un programa supuestamente de entretenimiento movió a la mayoría de los espectadores a votar a favor de la aspirante vilipendiada por los correveidiles de la progresía ibérica.
Israel, 12 'points'. 7.283 llamadas, 23.840 mensajes de móvil y 111.565 votos online tuvieron la culpa y un destinatario claro: Sánchez. No hubo ciberataque alguno ni otro boicot que no fuera el de cientos de miles de españoles hartos de la instrumentalización de todo lo público por parte del Gobierno. Pero la factoría de bulos monclovita trata de aprovechar cualquier suceso para construir un relato que presenta al presidente como la víctima de una conspiración mundial en su contra.
Lo dijo sin ruborizarse desde la sala de prensa del Consejo de Ministros la portavoz Pilar Alegría, la misma que titubeaba la semana pasada cuando fue preguntada por su estancia en el mismo Parador en el que supuestamente Ábalos y compañía se corrieron una buena juerga con cargo a los bolsillos de los contribuyentes. Lo dijo también Otegi, hombre de paz según Zapatero y que ha desarrollado una empatía con el presidente del Gobierno que nunca tuvo con las víctimas de ETA. A los portavoces de Moncloa ya sólo les falta hablar de una "conspiración judeomasónica" para que la analogía no pueda ser más evidente...
El problema es que ya no engañan ni a sus socios, al menos algunos de ellos. De ahí que la portavoz de Sumar, Aina Vidal, reclamara a los socialistas "no ser hipócritas", o que un diputado del BNG, Néstor Rego, les recordara que actuar con coherencia respecto a la participación de Israel en Eurovisión no es reclamar que no pueda participar la representante de la televisión pública de aquel país, víctima de los salvajes ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, sino que RTVE hubiera renunciado a enviar a su representante.
Olvida que lo que prima en Moncloa no es la coherencia, sino el ánimo de buscar una cortina de humo para que no se hable de los numerosos escándalos de corrupción que rodean al presidente, a su familia y a sus colaboradores más directos, que van cayendo como fichas de dominó conforme avanzan las pesquisas policiales, hasta el punto de que ya sólo restan unas pocas para llegar al "número uno", como le llamaban Aldama y los de la trama en las grabaciones que analizan los jueces. La lupa está puesta ahora en Navarra y en las adjudicaciones presuntamente intermediadas por Santos Cerdán, quien sucedió a Ábalos en la secretaría general del PSOE después de que Sánchez lo cesara sin explicaciones públicas en julio de 2021, para posteriormente recuperarle junto a otros defenestrados en las listas para las elecciones de 2023.
Cerdán también fue quien recomendó a su antecesor que contase con Koldo García en su equipo ministerial, que a su vez era el conductor del Peugeot en el que Sánchez se recorrió media España para recabar los apoyos que necesitaba en "las primarias de la venganza" contra la vieja guardia socialista. El cerco judicial se estrecha, y lo que más teme Sánchez es que el 'caso Ábalos-Koldo' termine siendo el 'caso Moncloa'. Por eso, hará lo que sea para prolongar la legislatura todo cuanto pueda, aunque no apruebe una sola ley más, y así mantener la especial protección jurídica que le otorga el cargo que todavía ocupa.
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