Madrid hierve, PSOE a la defensiva, Feijóo no se atreve con la censura

Todo pasa a finales de mayo. El 28 de mayo de 1980, hace ahora cuarenta y cinco años, Felipe González defendió en el Congreso de los Diputados su célebre moción de censura a Adolfo Suárez. La primera. Era la primera vez que se activaba un mecanismo incluido en la Constitución de 1978 a imagen y semejanza de la Ley Fundamental de Bonn (1949). Moción constructiva. Nunca más la República de Weimar. El conflicto político debe resolverse siempre en el Parlamento. Si un Gobierno es censurado, se debe presentar una alternativa. El joven González presentó su alternativa mientras sonaban tambores golpistas. No tenía los números, pero estaba convencido de obtener una victoria política a medio plazo. La obtuvo.
Todo ocurre a finales de mayo. El 31 de mayo del 2018, Pedro Sánchez subió a la tribuna del Congreso para defender una moción de censura a Mariano Rajoy, inmediatamente después de la primera sentencia condenatoria por el caso Gürtel. Ganó. La única moción de censura victoriosa en España hasta la fecha. La coalición Unidas Podemos le había abierto camino con una moción anterior, en junio del 2017. Hoy se cumplen siete años de la caída de Rajoy.
Gran excitación política y mediática en Madrid, con significativas tensiones empresarialesLa política española cambiaba de rumbo con el voto decisivo de diputados catalanes y vascos. Las fuerzas periféricas volvían a ser decisivas, con Podemos empujando al PSOE y con los hechos de Catalunya en 2017 aún pendientes de sentencia. Carles Puigdemont no deseaba dar ese paso, quería mantener bien encendida la llama de Waterloo, pero Marta Pascal y Pablo Iglesias le hicieron ver que el PNV ya había tomado una decisión.
Cinco años después, el 28 de mayo del 2023, ese nuevo rumbo se modificó. Todo ocurre a finales de mayo. La izquierda sufrió una severa derrota en las elecciones municipales y autonómicas. El PSOE mejoró levemente sus resultados, pero Unidas Podemos se desmoronó a consecuencia de las disensiones internas. Yolanda Díaz había presentado en sociedad la plataforma Sumar sin un acuerdo previo con Podemos, con lo cual las elecciones locales se convertían en prueba de fuerza. En un gesto de exquisitez y de cálculo táctico, no nos vayamos a desgastar antes de hora, Sumar no acudía a las elecciones locales. La prueba era para UP ante un electorado muy confundido y desmovilizado. Ese disparate rompió la mayoría de izquierdas en la Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja y Extremadura. La izquierda se quedaba prácticamente sin territorios y con muy pocas alcaldías en las grandes capitales. Conservaba Asturias y aún no se había producido el cambio en Catalunya, aunque el PSC logró, in extremis, la alcaldía de Barcelona. Sin territorios y con la creciente hostilidad del Madrid DF (las redes y nódulos de poder que confluyen y se superponen en la capital de España, acampadas alrededor del Estado) es muy difícil gobernar España. Sánchez, que había hecho una pésima campaña electoral, vio venir las brasas y adelantó las elecciones generales a julio, con los resultados conocidos por todos. No hubo verano azul.
Lee tambiénEl 28 de mayo del 2023, Carlos Mazón ya tenía apalabrado un pacto con Vox en la Comunidad Valenciana. Mazón es un personaje muy instintivo. Más instintivo que reflexivo. Posiblemente esta sea la clave de su actual desgracia. Intuía la victoria y quería tener a punto un pacto con Vox, al margen de lo que pudiese opinar la dirección de su partido. No informó a Alberto Núñez Feijóo y le presentó hechos consumados. El pacto con la extrema derecha en Valencia restó autoridad a Feijóo ante aquellas elecciones anticipadas con las que no contaba. No hubo verano azul. La izquierda quebró en Valencia, y Valencia es ahora un grave problema para el PP y una gran oportunidad para Vox.
Todo ocurre a finales de mayo. El 29 de mayo del 2025, hace cuatro días, bajo un calor agosteño, Feijóo anunciaba la convocatoria de una nueva manifestación madrileña contra el Gobierno con el lema: “O mafia o democracia”. Es la respuesta del PP a las noticias sobre la presunta labor de una desconocida militante del PSOE, Leire Díez, en los sótanos de Madrid buscando trapos sucios de la unidad central operativa de la Guardia Civil, unidad de policia judicial a la que se atribuye la elaboración de un informe sobre el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán. Un informe del que todo Madrid habla, pero que fuentes de la UCO desmienten. No están preparando un informe específico sobre Cerdán. Se sigue investigando el caso Koldo-Ábalos, señalan. Leire Díez fue grabada. Cada vez que un socialista baja a los sótanos, las cosas acaban mal para el PSOE.
Feijóo no quiere perder una moción de censura un mes antes del congreso del PP, con Ayuso al acechoMafia. Los populares gallegos saben lo que eso significó en su tierra en los años ochenta y noventa del siglo pasado. Es una palabra que debería ir acompañada de una moción de censura. Feijóo no se atreve a presentarla, sin embargo. Solo lo haría si tuviese garantizada la victoria. González tampoco tenía los números y la presentó. Y la ganó en términos morales y políticos. Unidas Podemos tampoco tenía los números y la presentó en el 2017 y dos años después lograba forzar el primer gobierno de coalición de la democracia.
Feijóo no quiere aplicar ahora la filosofía de la Ley Fundamental de Bonn –los conflictos políticos se dirimen en última instancia en el Parlamento– porque teme la palabra derrota un mes antes del congreso del PP. Prefiere la calle, para intentar restar votos a Vox, para embridar a Isabel Díaz Ayuso y mejorar su puntuación entre los electores de la derecha. Su baja puntuación entre el electorado conservador español es uno de sus puntos débiles. No les motiva.No les entusiasma. Por ello, estos días Feijóo habla como Ayuso. Estan preparando el congreso. Esa es la prioridad del núcleo gallego, que es el que hoy decide.
Ajustes mediáticos, sector eléctrico en pie de guerra después del apagón, cambios en la industria militar...Para acabar de entender el horno madrileño de estos días hacen falta unos breves apuntes adicionales. Tensiones mediáticas. El principal grupo de comunicación español (Prisa) está reajustando sus estructuras ante una gran expectación. Y a las televisiones privadas no les gusta nada el repunte de audiencia de TVE. El apagón. El apagón eléctrico es clave. Introdujo incertidumbre en la población y ha debilitado uno de los grandes activos del actual Gobierno: la apuesta por las energías renovables. Hay en curso una feroz batalla entre las compañías eléctricas, principalmente Iberdrola, con Red Eléctrica, sobre el diagnóstico de lo ocurrido. Pueden estar en juego millones de euros en indemnizaciones. Batalla paralela sobre la continuidad o no de la energía nuclear. Silente y tensa reorganización de la industria de defensa, con epicentro en la empresa Indra. España es hoy el país que más crece en la Unión Europea. “El PIB no se come”, advierte Feijóo, pero un PIB al alza fabrica dinamismo y acelera ambiciones. Ese es el tono de la acuarela. Hierve Madrid DF.
Nueve de mayo del 205. Primera corrida de la feria de San Isidro en Las Ventas. Alejandro Talavante se dispone a entrar a matar. “¡Piensa que es Pedro Sánchez!”, exclama una voz. La plaza estalla en carcajadas y Talavante sale a hombros.
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