Consejos para prevenir y controlar la hipertensión arterial

La hipertensión arterial puede parecer un problema menor, ya que, en general, no afecta de forma evidente la calidad de vida de quienes la presentan. Sin embargo, con el tiempo puede desembocar en enfermedades cardíacas, cerebrales o renales, y se considera el principal factor de riesgo cardiovascular. Por eso se la conoce como el “asesino silencioso”. “Esta aparente tontería es, probablemente, el proceso más prevalente que hay en el mundo”, señala el doctor Antonio Coca, internista del Hospital Clínic Barcelona. En todo el mundo, la hipertensión afecta a un tercio de la población.
La presión arterial elevada no suele presentar síntomas, lo que la hace especialmente peligrosa. Dolors Estrada, enfermera del Hospital Clínic Barcelona, explica: “A veces, se asocia, cuando es hipertensión severa, a mareos, dolor de cabeza, nerviosismo y hemorragia nasal espontánea”. Sin embargo, en el caso del dolor de cabeza ocurre a menudo lo contrario: es el dolor el que eleva las cifras de presión. Al tratarse de síntomas poco específicos, muchas personas no son conscientes de que padecen hipertensión hasta que aparecen las primeras complicaciones.
Esta aparente tontería es, probablemente, el proceso más prevalente que hay en el mundo Doctor Antonio CocaInternista del Hospital Clínic Barcelona
Aunque no existe una causa única, hay varios factores que desempeñan un papel clave en el desarrollo de la hipertensión. Entre los más comunes se encuentran la herencia familiar, una alimentación poco saludable, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, el estrés y el consumo excesivo de alcohol. Todos ellos contribuyen a una rigidez precoz de las arterias.
Mucho menos frecuentes son las causas de la denominada hipertensión arterial secundaria, que puede estar relacionada con alteraciones endocrinas, enfermedades renales, apneas del sueño o trastornos del sistema nervioso central. Dado que el estilo de vida es, en la mayoría de los casos, el principal desencadenante de la hipertensión, el primer paso del tratamiento suele centrarse en modificar ese estilo de vida.
El objetivo del tratamiento es alargar la vida del paciente libre de complicaciones. La base, en la mayoría de los casos, está en la mejora de los hábitos diarios. Aunque parece sencillo, a muchos pacientes tienen dificultades para adoptar estos cambios. “Los cambios en el estilo de vida son muy bien conocidos, pero enormemente difíciles de seguir por parte de la población”, advierte el doctor Coca.
Las recomendaciones son dejar de fumar, restringir el consumo de alcohol (como máximo una copa de vino o una cerveza al día), perder peso en caso de sobrepeso y realizar ejercicio físico moderado aeróbico de forma habitual. Dormir bien también es fundamental, ya que el insomnio puede favorecer el aumento de la presión arterial.
El cambio más importante debe darse en la alimentación. Se recomienda una dieta baja en grasas –como la que contienen los embutidos, los quesos, la carne de cerdo, la ternera o la leche entera– y moderada en hidratos de carbono –presentes en alimentos como la pasta y el arroz–. Al mismo tiempo, debe ser rica en fibra, a través del consumo habitual de fruta, verdura, legumbres y cereales integrales. También es fundamental incorporar calcio, presente en el yogur, la leche y los huevos; el magnesio, que aportan las nueces, el maíz y las lentejas; y el potasio, que se encuentra en alimentos como el plátano, la zanahoria y el tomate. Además, conviene aumentar el consumo de omega-3 y omega-6. Estas son las bases de la dieta mediterránea.
Por último, es fundamental reducir el consumo de sal a unos 5 gramos al día. Su efecto es acumulativo, es decir, que el exceso de sal ingerido a lo largo del tiempo puede repercutir negativamente en la salud. Aunque el organismo necesita pequeñas cantidades de sal para funcionar correctamente, un consumo elevado puede provocar hipertensión arterial y sobrecargar órganos vitales como los riñones, el corazón y el hígado. También favorece la retención de líquidos, una condición que suele estar asociada con aumentos bruscos de peso.
Si no hacemos eso, todos los medicamentos que nosotros podamos prescribir pierden eficacia Doctor Antonio CocaInternista del Hospital Clínic Barcelona
La mayoría de los alimentos ya contienen sal de forma natural, por lo que conviene evitar aquellos productos que pueden llevar a superar el consumo diario recomendado. Algunas estrategias para reducir su consumo son sustituir la sal por hierbas, especias o cítricos; retirar el salero de la mesa para no caer en la tentación; y priorizar los alimentos frescos frente a los procesados o las comidas precocinadas, que suelen contener altos niveles de sal. También se recomienda evitar las bebidas gaseosas, energéticas y refrescos, optar por agua embotellada de mineralización débil y no sobrepasar los dos litros diarios de líquidos.
En algunos casos, puede ser necesario recurrir a medicamentos para bajar la tensión o incluso a intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, estos tratamientos resultan ineficaces si no se acompañan de los cambios en el estilo de vida recomendados por los profesionales de la salud. Como advierte el doctor Coca, “si no hacemos eso, todos los medicamentos que nosotros podamos prescribir pierden eficacia”. Cuando se siguen las indicaciones médicas de forma adecuada, las personas con hipertensión pueden llevar una vida larga y sin complicaciones graves.
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