La cumbre del clima recibe críticas. Aumento de precios del 9662 por ciento
La ciudad de Belém generó dudas desde el principio como sede de la cumbre. Es una metrópoli de 2,5 millones de habitantes en la costa atlántica, pero la infraestructura de la ciudad deja mucho que desear si se tiene en cuenta el aumento del tráfico durante la cumbre del clima, así como las exigencias de seguridad y comodidad tanto de los visitantes como de los residentes.
Gran parte de la ciudad está formada por barrios marginales dispersos a lo largo de los canales que se extienden desde el océano hacia la tierra. Hay problemas con el suministro de agua y electricidad en la ciudad. El salario promedio de los residentes de la ciudad es de 920 dólares per cápita.
La visita de otoño de los participantes de la cumbre del clima supondría la presencia de 50.000 invitados adicionales. A la cumbre del año pasado en Bakú asistieron 54.000 personas; Hace dos años en Dubai la cifra era de casi 84.000. Sin embargo, extraoficialmente se dice que podría haber muchos menos invitados: los potenciales participantes se ven desanimados por los precios del alojamiento, lo que obliga a reducir el número de delegaciones. Otros, sin embargo, tienen pocas esperanzas de que la reunión en Belém dé como resultado decisiones innovadoras, lo que debilita la determinación de ir allí.
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Los ecologistas también maldicen. Según informa el diario británico The Guardian, gran parte de la vegetación de la ciudad fue talada y algunos árboles fueron reemplazados por equivalentes artificiales incrustados en hormigón. En el último momento se decidió conectar mejor Belém con el resto del país: se taló gran parte de los bosques que rodeaban la ciudad para construir nuevas autopistas. El nivel de frustración aumentó aún más por el hecho de que Vale, una corporación acusada no sólo de destruir el medio ambiente natural sino también de ser responsable de desastres en la construcción, sea la encargada de adecuar el complejo de edificios en el que se realizará la conferencia.
