¿Son realmente neutrales las cervezas sin alcohol? Los expertos advierten de su influencia oculta en los consumidores jóvenes

Las cervezas sin alcohol han ganado una enorme popularidad en Polonia y a menudo se presentan como una alternativa saludable y segura. Sin embargo, cada vez hay más expertos que señalan que estos productos no son tan neutrales como parecen. Una investigación del Instituto IBRIS de Investigación Social y de Mercados también señala problemas a la hora de distinguir entre cerveza “cero” y cerveza normal y el problema de su publicidad.
Esto es especialmente importante en el contexto de la creciente participación de los jóvenes en la recepción de estos mensajes. Por lo tanto, vale la pena tener más cuidado con el mensaje de marketing que acompaña a este tipo de bebidas.
Muchos expertos señalan que las cervezas sin alcohol se promocionan de una manera muy similar a sus contrapartes alcohólicas. Este tipo de dispositivos visuales y lingüísticos dificultan que los consumidores, especialmente los más jóvenes, distingan entre un refresco y una bebida alcohólica. Esta difuminación de los límites puede llevar a la falsa creencia de que cualquier producto anunciado como cerveza es igualmente seguro.
Más del 60 por ciento de los encuestados por el Instituto de Investigación de Mercado y Sociedad afirman que los anuncios de cerveza sin alcohol crean la creencia de que es un producto seguro e inofensivo. Al mismo tiempo, una de cada dos personas está a favor de prohibir completamente la promoción de dichas bebidas.
En la era de las técnicas de marketing avanzadas, es difícil sobreestimar la importancia de la imagen y el lenguaje de la persuasión. En el caso de las cervezas sin alcohol, observamos una creación muy consciente de asociaciones con productos alcohólicos a través de colores, fuentes, logotipos y toda la narrativa publicitaria. Los consumidores jóvenes que recién están formando sus actitudes hacia el alcohol son particularmente susceptibles a este tipo de mensajes.
Como resultado, puede surgir una situación en la que un producto sin alcohol se convierta en una “puerta de entrada” al mundo del alcohol no a través de su contenido, sino a través del mensaje y las emociones asociadas a él. Esto difumina los límites no sólo a nivel visual sino también psicológico, lo que a largo plazo puede repercutir en una mayor aceptación social del consumo de alcohol en general, incluso entre los menores.
Tres cuartas partes de los encuestados afirman que las bebidas no alcohólicas deberían tener envases y etiquetas distintivos para que no se parezcan a los productos alcohólicos. Esta demanda es especialmente común entre las personas mayores y los conductores.
Este mecanismo puede provocar que los jóvenes se abran al mundo del alcohol antes, incluso de forma inconsciente. Como resultado, los consumidores pueden desarrollar inconscientemente asociaciones positivas con las marcas de alcohol, incluso si sólo beben la versión “zero”.
Aunque la cerveza sin alcohol no contiene alcohol, los expertos señalan que no está completamente exenta de efectos sobre el organismo. La lupulina contenida en el lúpulo tiene un efecto calmante y puede afectar al centro de recompensa del cerebro. Combinado con el contexto social y emocional, beber cerveza sin alcohol puede convertirse en una forma de ritual que puede trasladarse fácilmente a las bebidas alcohólicas. Especialmente en situaciones de estrés o presión grupal. Beber regularmente tal bebida, incluso sin alcohol, puede generar adicción al ritual de bebida en sí y a su entorno.
Es este proceso gradual de adaptación al ritual de la bebida lo que a menudo conduce a un comportamiento más riesgoso. Esto crea el riesgo de ir ampliando poco a poco los límites y tratar la cerveza como un elemento de relajación cotidiana que puede requerir un "refuerzo" con el tiempo.
La cuestión de los posibles riesgos asociados a la cerveza sin alcohol suscita cada vez más interés entre los expertos, también en el marco de los debates liderados por la Organización Mundial de la Salud. Los expertos señalan que este tipo de bebidas pueden ser una introducción al mundo del alcohol, familiarizando a los usuarios con el ritual de beber. Se observaron mecanismos similares en estudios de la OMS sobre adolescentes que utilizaban cigarrillos electrónicos sin nicotina. El riesgo de adicción posterior a productos que contenían tabaco era dos veces mayor entre ellos que entre las personas que no habían consumido esos productos antes.
Casi el 40 por ciento de los encuestados por IBRIS fueron testigos de situaciones en las que menores compraron o consumieron refrescos, lo que confirma su fácil accesibilidad para niños y adolescentes. Esto significa que la responsabilidad de contrarrestar esta tendencia recae ahora principalmente en los padres y los profesores. La falta de una normativa clara en este ámbito hace que los jóvenes entren sin pensar en un mundo simbólicamente asociado al alcohol.
Más aún porque, según el último informe ESPAD de 2024, la cerveza sigue siendo la bebida alcohólica más elegida por los menores y es a menudo el primer paso en su contacto con el alcohol, lo que también confirman los datos del Instituto del Hombre Consciente. Las cervezas sin alcohol pueden intensificar aún más este fenómeno, facilitando que los jóvenes se familiaricen con la forma y el ritual de beber.
Por ello, hay voces que piden restricciones a la publicidad y venta de cervezas sin alcohol, especialmente aquellas dirigidas a los jóvenes. La petición de Olga Legosz pidiendo la prohibición de la publicidad de la cerveza ha obtenido un amplio apoyo público. Su autor destaca que la frontera entre cerveza sin alcohol y con alcohol es hoy en día fluida, tanto visual como funcional. Mucha gente cree que se trata de una acción deliberada por parte de las corporaciones que quieren crear lealtad a la marca incluso antes de que el consumidor alcance la mayoría de edad.
Cada vez son más los grupos que piden que se tomen medidas legislativas sobre este asunto. La movilización social demuestra que los polacos comprenden cada vez más cómo los sutiles mecanismos de marketing pueden influir en el comportamiento del consumidor. Esta es la primera señal de que el tema de las cervezas sin alcohol no requiere menos regulación que los alcoholes tradicionales.
El Centro Nacional para la Prevención de las Adicciones cuestiona la tesis de la industria cervecera de que la creciente popularidad de las cervezas sin alcohol está contribuyendo a la disminución del consumo general de alcohol. En opinión de KCPU, la situación es completamente diferente: en su opinión, la promoción de cervezas sin alcohol es una estrategia de marketing bien pensada destinada a familiarizar a los destinatarios con la marca y adquirir nuevos consumidores jóvenes que no han tenido contacto con el alcohol antes. La organización también señala que la publicidad de la cerveza, incluida la sin alcohol, sirve como herramienta para normalizar la presencia de esta bebida en la vida cotidiana y crear asociaciones positivas, entre otras: con la relajación, el descanso o la actividad física.
No se trata de demonizar el producto en sí, sino de crear conciencia sobre su impacto potencial, especialmente en las generaciones más jóvenes. Promocionar cervezas sin alcohol como bebidas neutrales y de uso diario puede, contrariamente a las intenciones, contribuir a crear hábitos poco saludables. Por lo tanto, es necesario un debate público que tenga en cuenta las voces tanto de los consumidores como de los profesionales de la salud pública. La educación y la información confiable pueden ser la herramienta más eficaz para contrarrestar los efectos nocivos de productos aparentemente "inocentes".
Tratar la cerveza sin alcohol como una bebida refrescante común y corriente, al mismo nivel que la limonada o el agua saborizada, es una simplificación grave. Aunque el contenido de alcohol no supera el 0,5 por ciento, el contexto en el que funciona esta bebida es significativamente diferente al de otras bebidas sin connotaciones culturales. Beber cerveza, incluso sin alcohol, a menudo se asocia con un simbolismo específico: la edad adulta, la independencia, la participación en rituales sociales. Para los jóvenes, alcanzar el “cero” puede ser una forma de aspiración a los valores y al estilo de vida que se promueven en los medios de comunicación.
El problema surge cuando la falta de una distinción clara hace que el ritual se vuelva más importante que el contenido y los jóvenes empiezan a confundir seguridad con permiso. En tal situación, es fácil cruzar la línea y en el futuro intentar beber el equivalente en alcohol. Por lo tanto, es necesario que padres, vendedores y educadores aborden el tema con más reflexión y no traten la cerveza sin alcohol como un producto completamente neutral.
Los expertos coinciden: la cerveza sin alcohol no es “mala” per se, pero su forma de promoción, el contexto cultural y la forma en que se introduce en la sociedad pueden tener consecuencias no deseadas. En lugar de un entusiasmo unánime ante esta tendencia, necesitamos un debate sensato y prevención, especialmente en el contexto de la protección de los más jóvenes. Especialmente porque casi el 70 por ciento. Los encuestados por el Instituto de Investigación de Mercado y Sociedad creen que los refrescos no deberían venderse a menores de 18 años.
Si bien el desarrollo del segmento de bebidas NoLo puede ser beneficioso para los adultos que las utilizan para limitar su consumo de alcohol, su amplia disponibilidad y presencia en la publicidad para menores plantea serias preocupaciones y requiere una regulación adecuada. El Centro Nacional de Lucha contra las Adicciones destaca que, desde el punto de vista ético y de las medidas preventivas, estaría justificado introducir una prohibición de venta de cerveza sin alcohol a menores de 18 años.
nowagazeta