Ambición por Portugal

Hoy se cumplen cuatro meses desde que presenté mi candidatura a la Presidencia de la República. En tan solo cuatro meses, muchas cosas han cambiado. En el mundo y en Portugal. La nueva Presidencia estadounidense ha roto radicalmente el orden internacional imperante desde la Segunda Guerra Mundial. No se trata de una crisis cíclica. Es una ruptura estructural de las normas y valores que han sido la doctrina durante décadas. No se trata de una crisis superficial. Es una crisis grave y profunda. Afecta a la democracia, la economía, los principios del Estado de derecho, la globalización, la seguridad internacional y las relaciones transatlánticas. El mundo se ha vuelto aún más incierto, inseguro y peligroso. Y Europa es probablemente la mayor víctima del terremoto que ha azotado a toda la comunidad internacional. Sin embargo, no es momento de cruzarse de brazos. Es momento de arremangarse, especialmente en Europa. La Unión Europea no ha sido muy virtuosa al actuar en tiempos de calma y normalidad. Pero siempre ha sabido reaccionar con eficacia en situaciones de emergencia y en momentos de necesidad. La lucha contra la pandemia fue solo el último ejemplo. Debemos, pues, confiar en el instinto de supervivencia y en la capacidad regenerativa de los europeos.
2. En Portugal, una crisis atípica e inesperada dio lugar a elecciones anticipadas, que resultaron en la relegitimación del Gobierno y un nuevo liderazgo de la oposición. De estas elecciones extraigo cuatro conclusiones importantes para el futuro:
- Primero, necesitamos un proyecto que transforme el país. Un proyecto que genere riqueza sostenible. Y ahora, hace más de un año, se dan las condiciones para pensarlo e implementarlo. No son las condiciones ideales, pero son mejores que en el pasado.
- En segundo lugar, más que combatir la Chega, necesitamos combatir las causas que la alimentan. Puede que sea más difícil y menos atractivo, pero es más eficaz y políticamente más rentable.
- En tercer lugar, debemos acabar con la idea absurda de que quienes apuestan por la contractualización política son débiles. Nada podría ser más erróneo. Quienes negocian acuerdos de régimen tienen un sentido de Estado. Deberían ser elogiados, no criticados.
- En cuarto lugar, necesitamos más estrategia y menos tácticas políticas. El país, dominado por la política y los medios, es adicto a las tácticas políticas. El país real busca mayor sentido estratégico y una toma de decisiones más sustantiva. Quizás sería prudente escuchar más al país real.
3. A pesar de estos cambios, los tres objetivos fundamentales de la candidatura que presenté en febrero siguen intactos y vigentes: ambición, estabilidad y ética.
- Fortalecer la ética en la vida política es una de mis principales causas. He demostrado esta preocupación en el pasado. Quiero retomar el tema en el futuro. Claro que el Presidente de la República no legisla, pero debe inspirar al legislador. Es urgente mejorar la calidad de quienes toman las decisiones políticas. Y, para ello, es necesario introducir cambios en el sistema electoral. Fortalecer la personalización política y la rendición de cuentas. Es importante fortalecer la dimensión ética de los partidos. Y, para ello, debe ser obligatorio que los partidos cuenten con Comités de Ética dentro de su organización, similar a lo que ya ocurre con los órganos disciplinarios y financieros. De paso, debemos acabar con la solución de los diputados "falsos". Aquellos que se postulan y dimiten inmediatamente después de las elecciones. Esto ha sucedido ahora con el PS. En el pasado, con el PSD. Este es uno de los aspectos que más desacredita a la política y a los políticos. Debemos ser más perspicaces y exigentes. No es una cuestión de moda. Es un imperativo defender la democracia.
- La estabilidad es otra de mis preocupaciones. El país no puede pasarse la vida en elecciones. Es prudente hacer todo lo posible para evitar añadir inestabilidad aquí a la que ya existe en el exterior. En este sentido, las elecciones legislativas mejoraron las condiciones de gobernanza, pero no resolvieron por completo el problema de la estabilidad. De ahí el importante papel que desempeñará el nuevo Presidente de la República. Las nuevas circunstancias políticas exigen que refuerce su proactividad. Soy muy claro: debemos evitar las mociones de censura y las mociones de confianza. Debemos negociar los Presupuestos del Estado. Y es esencial que el Presidente anime a los principales partidos a asumir la responsabilidad conjunta en este sentido. El papel de la mediación presidencial es crucial. No para crear artilugios ni bloques centrales, sino para evitar crisis políticas. El país debe avanzar hacia la normalidad de los gobiernos legislativos. No es una obsesión. Es una exigencia democrática.
- La ambición es, finalmente, la gran causa nacional. La causa de las causas. La gran razón de mi candidatura. Desde al menos principios de siglo, Portugal ha sido un país sin grandes ambiciones. Crece poco, su estado de bienestar tiene problemas de sostenibilidad, los salarios son generalmente bajos, la burocracia es mayor que nunca, persisten importantes obstáculos estructurales y falta un proyecto para transformar el país. Con un agravante que rara vez se discute en la esfera pública: hoy, en el Estado, existe miedo a tomar decisiones. El gobierno tiene miedo. Y los directivos y técnicos de la Administración Pública tienen miedo. Miedo al escrutinio mediático y miedo al escrutinio judicial. Si no tomar una decisión es la peor de las decisiones, este clima sin precedentes que vivimos hoy en el Estado no augura nada bueno. Es en este contexto que el papel del próximo presidente es esencial. No es su trabajo gobernar. Pero sí es inspirar al país y al gobierno. Y no solo con palabras. En las circunstancias actuales, la influencia del presidente no puede limitarse al uso de las palabras. Debe desempeñar un papel más proactivo. Asumir el papel de mediador entre el Gobierno y los partidos de la oposición para superar los principales obstáculos que han impedido un mayor crecimiento de nuestra economía durante años y han obstaculizado las oportunidades para los jóvenes: la lentitud de la justicia económica; la insoportable burocracia del Estado; los obstáculos a una mayor competencia; la falta de incentivos para una mayor internacionalización; los déficits de productividad; o la falta de competitividad fiscal. Esta es la gran innovación que propongo con esta candidatura. Rechazar el concepto de mediación y enfatizar la importancia del poder mediador del Presidente. Es más, mucho más, que el poder moderador. El poder mediador es proactivo: mediar es actuar. Es tomar la iniciativa. Es tender puentes para resolver obstáculos e impases. Es generar una nueva cultura de exigencia y ambición. Pensar en grande y actuar con ambición.
Portugal necesita una nueva ambición. Al fin y al cabo, Portugal no es un simple territorio. Es una gran nación. Los portugueses merecen una nueva esperanza.
Jornal Sol