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Pensar. El acto más subversivo que aún nos queda.

Pensar. El acto más subversivo que aún nos queda.

No habrá desfiles ni hashtags virales. Este es uno de esos días que pasan casi desapercibidos. Y, sin embargo, debería ser uno de los más comentados. Hoy se celebra el Día Mundial de la Libertad de Pensamiento, un derecho tan fundamental como invisible, y que muchos dan por sentado. Pero ¿podemos seguir dándolo por sentado?

Según el Eurobarómetro 2023, publicado por el Parlamento Europeo, el 70 % de los ciudadanos de la UE cree vivir en un país donde existe la libertad de expresión. Y el 68 % afirma sentirse libre de expresar sus opiniones políticas sin temor a consecuencias. Esto suena prometedor, pero debemos profundizar más.

Más de tres cuartas partes de los artistas europeos afirman temer represalias por expresar ideas consideradas "fuera de lugar", una tendencia identificada en un estudio reciente del Policy Institute y citado por The Times (junio de 2025). En el ámbito académico, la misma publicación indica que el 77 % del profesorado considera que la libertad de expresión en las universidades ha disminuido en la última década, y el 68 % admite autocensura. Pensadores, creadores y profesorado se protegen, en muchos casos, del riesgo de pensar en voz alta.

En el ámbito del periodismo, la situación es igualmente preocupante. Grecia ocupa actualmente el último lugar en la Unión Europea en cuanto a libertad de prensa, según la clasificación anual de Reporteros Sin Fronteras. En mayo de 2025, Human Rights Watch informó que varios periodistas griegos habían sido objeto de demandas, vigilancia mediante software espía y campañas de intimidación; casos que ilustran cómo la libertad de pensamiento puede ser reprimida silenciosamente, incluso en las democracias europeas.

Y aunque la respuesta política europea apenas comienza a dar señales, lo cierto es que no solo llega tarde, sino que también es frágil. La Ley Europea de Libertad de Prensa (EMFA), diseñada para fortalecer la independencia editorial y combatir la concentración de la propiedad de los medios , no entrará en vigor hasta agosto de 2025. Sin embargo, como advierte un informe reciente citado por The Guardian , la lucha por la libertad de prensa y el pluralismo en Europa está lejos de estar ganada y podría ser crucial para el futuro de la democracia.

Estos datos revelan una tendencia clara: la libertad de pensamiento, aunque formalmente protegida, se ve erosionada por presiones culturales, económicas y tecnológicas. No se trata solo de censura. Es autocensura. Es el miedo a equivocarse, a ser malinterpretado, a sufrir represalias públicas o institucionales. Es la carga de un entorno donde pensar de forma diferente se percibe como un riesgo, no como algo enriquecedor.

Pensar libremente no es un lujo intelectual. Es la base de nuestra capacidad de imaginar el futuro, proponer alternativas y transformar el mundo. Y ninguna democracia puede sobrevivir sin la inquietud constante que el pensamiento libre nos provoca.

Quizás el gesto más subversivo que podemos hacer hoy sea detenernos. Y pensar. Con tiempo, con profundidad, con libertad interior. Porque es ahí, en este ejercicio solitario pero colectivo, donde aún reside nuestra mayor fuerza.

Consultor de comunicaciones

sapo

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