El reconocimiento de Palestina y la condecoración a Hamás

En política exterior, pocas decisiones generan tanto debate como las relativas al conflicto israelí-palestino. El reconocimiento del Estado palestino por parte de Portugal, anunciado este domingo 21 de septiembre, es un ejemplo paradigmático de esta contradicción.
Hace menos de dos meses, el gobierno portugués definió condiciones estrictas para el reconocimiento, y el sentido común las aceptaría como una recompensa por el rechazo palestino a la violencia y el compromiso con la paz que su cumplimiento implicaría. Hoy, sin que se haya cumplido ninguna de estas condiciones —a saber, el desarme de Hamás y la liberación de los rehenes—, el Ministerio de Asuntos Exteriores avanza sin vacilar con el reconocimiento. Este rápido cambio de valores plantea una pregunta inevitable: ¿qué ha cambiado en menos de dos meses? Y, sobre todo, ¿qué implica esto para la credibilidad de la diplomacia portuguesa, tanto externa como internamente? ¿Se han cumplido las premisas establecidas entonces, y sin embargo, nadie se ha dado cuenta?
Las condiciones claras establecidas en el Comunicado del 31 de julio
Todo comenzó con una declaración oficial de la Oficina del Primer Ministro, fechada el 31 de julio de 2025. En ella, el gobierno de Luís Montenegro expresó su intención de reconocer al Estado palestino, pero vinculó esta decisión a una serie de requisitos explícitos, presentados como garantías esenciales para una solución pacífica y sostenible. Las condiciones eran las siguientes:
I. Condena de los actos terroristas de Hamás y exigencia de su completo desarme.
II. Exigencia de la liberación incondicional e inmediata de los rehenes y prisioneros de Gaza.
III. Compromiso con la reforma institucional interna y la organización de elecciones en el futuro próximo.
IV. Aceptación del principio de un Estado palestino desmilitarizado, cuya seguridad exterior esté garantizada por fuerzas internacionales.
V. Disposición a reanudar la plena administración y el control de la Franja de Gaza, con la salida de Hamás.
VI. Reconocimiento del Estado de Israel y las garantías de seguridad necesarias.
Este documento fue ampliamente difundido por los medios de comunicación y se interpretó como una señal de equilibrio, sentido común y una retribución justa para todos aquellos que buscan la paz. Para la ciudadanía, representó una "recompensa" para los palestinos que eligieron el camino de la tolerancia, el respeto mutuo y la democracia, en contraposición al "puro salvajismo y odio" asociado con Hamás. El gobierno consultó con el presidente de la República y los partidos parlamentarios, reforzando la idea de un proceso deliberado condicionado a la evolución de la postura palestina. En aquel momento, Paulo Rangel, ministro de Asuntos Exteriores, enfatizó que el reconocimiento podría ocurrir incluso en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, pero siempre "tras la validación de las condiciones".
Septiembre de 2025: Progreso sin cumplimiento
Adelantándonos al presente. El 15 de septiembre, Paulo Rangel, hablando en Londres, declaró categóricamente: «Hasta el momento, no hay evidencia que interfiera en este camino hacia el reconocimiento». La retórica y la responsabilidad dieron un giro de 180 grados. Días después, el Ministerio confirmó que Portugal se unirá al grupo de países que reconocen al Estado Palestino en la conferencia de la ONU, y la declaración oficial portuguesa se hará pública el domingo 21 de septiembre.
¿Pero qué hay de las condiciones de julio? Ninguna de ellas ha sido verificada. Hamás no se ha desarmado, los rehenes israelíes en Gaza siguen retenidos, la Franja de Gaza permanece bajo control parcial del grupo y no hay reformas institucionales visibles en la Autoridad Palestina.
Pregunta del pueblo portugués: ¿Qué ha cambiado, señor ministro Paulo Rangel?
Esta contradicción no es un simple detalle. Es una ruptura muy grave en la narrativa que podría socavar la confianza en el gobierno debido a la falta de compromiso y credibilidad. En julio, el reconocimiento estaba condicionado al rechazo de la barbarie y la aceptación de la paz, lo cual incentivaba la moderación. Ahora, sin avances en estos frentes, la medida premiará la intolerancia y el odio en lugar de contrarrestarlos.
El pueblo portugués merece transparencia, señor ministro Paulo Rangel. ¿Qué justifica este cambio de postura? El riesgo es que el reconocimiento, en lugar de allanar el camino hacia la paz, premie el terrorismo, haciéndose eco de las críticas de cinismo, hipocresía, falta de valores y falta de confianza diplomática. ¿Hay algo legítimo en el intento de nuestro país de ser elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el apoyo de los países musulmanes? Por favor, explíquelo, señor ministro Paulo Rangel. ¿Qué ocurrió mientras tanto?
observador