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Amor sin medida

Amor sin medida

Quizás por cuestiones de Fe, que supongo tendrán una fuerza cada vez mayor, nunca dudé que tendríamos el Papa adecuado en el momento adecuado.

Disfruté mucho las emociones que estos dos inmensos Peregrinos y Pastores, Juan Pablo II y el amado Papa Francisco, nos crearon.

Tuvieron el cariño y la empatía que el momento requería. Reconciliaron al mundo católico y nunca dejaron de utilizar sus talentos para trabajar por una Iglesia Ecuménica y Universal.

Pero Benedicto XVI me gustó igualmente, quizá por su mayor racionalismo o por un modo de comunicar más sobrio, pero con una densidad pastoral y doctrinal que siempre aprecié mucho.

Ayer, el Espíritu Santo trabajó laboriosamente con la Curia Papal en este Cónclave que anunció el inicio del magisterio de León XIV.

Un Papa que, en sus dos nacionalidades, representa al gran continente americano donde se concentra gran parte de los católicos del mundo. Un Papa con una experiencia misionera muy centrada en América Latina, el gran pulmón de la Iglesia católica en el mundo.

Las primeras palabras del Papa León XIV fueron por la Paz. Ni esto ni aquello. Pero Paz. Paz verdadera y completa entre los Hombres, los Pueblos, las Naciones y la Paz interior de cada uno de nosotros, Fieles en Cristo a esta mansedumbre y caridad.

Roberto Francisco, hoy León XIV, es el primer Papa agustino, como Francisco fue el primer Papa jesuita.

Soy un profundo admirador de San Agustín y de la Orden que se fundaría en su nombre, mucho después de su muerte, en el siglo XIII. La búsqueda incansable de la verdad y el modo en que nunca dudó, en sus hermosas “Confesiones” al confrontar la Razón con la Fe son muy inspiradoras para quienes como yo tenemos esta fragilidad que llamaré “síndrome de Santo Tomás”.

San Agustín tenía una frase que si bien se beneficia del ritmo y del “juego de palabras”, tiene una fuerza y ​​un poder que sólo él supo darle al Pensamiento y que creo es apropiada para el momento actual: “la medida del Amor es Amor sin medida”.

Estoy seguro de que León XIV iniciará una carrera docente de inmensa complejidad social y política con el sentimiento de la importancia crucial que tiene la Caridad en el mundo de hoy.

Pero seguramente serán estas circunstancias las que exijan conocimiento, caridad y esperanza.

Las reflexiones sobre un camino que recorrerá a través de los puentes que seguirá construyendo en la propuesta inclusiva de sus predecesores y la sensibilidad que siempre ha mostrado por los problemas sociales, tan vehementes, que enfrentan tantos Pueblos del Mundo, son garantía de que este sucesor de Pedro abrirá el camino para una Iglesia más libre, más inclusiva, más abierta a todos.

Y en el Año Jubilar, que coincidentemente es el año en que comienza su Mandato, León XIV será el abanderado de la Esperanza que todos queremos difundir entre todos los Pueblos de la Tierra.

Una última palabra para la última parte de su discurso, dedicada a su inmensa y confesada vocación mariana. Y que no deja de aclarar elocuentemente “la medida del Amor” que lo ilumina.

observador

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