El papel de la masonería en la independencia de los países latinoamericanos

El misterio que rodea a la masonería alimenta todo tipo de teorías conspirativas.
En el imaginario colectivo, se les acusa de controlar el poder y las finanzas internacionales, de promover revoluciones y de dirigir la Historia.
Su forma asociativa jerárquica, llena de rituales antiguos y rigurosos, hizo que fuera prohibida por la Iglesia Católica, que todavía considera su doctrina irreconciliable con la pertenencia a una logia masónica.
Pocas instituciones están tan envueltas en misterio y han producido más mitos.
Una de ellas es que la masonería ejerció una influencia intelectual fundamental en la Revolución Francesa y las guerras de independencia, aportando ideas liberales y de la Ilustración a la emancipación de las naciones emergentes, incluidos Estados Unidos y los países latinoamericanos.
Simón Bolívar, Francisco Miranda, Bernardo O'Higgins, José de San Martín… La leyenda atribuye a los libertadores, y a la masonería en general, una filiación masónica, un papel fundamental en los procesos independentistas de los países latinoamericanos.
Pero ¿cuánto hay de leyenda y cuánto de realidad?
Según el investigador chileno Felipe del Solar, quien ha estudiado el tema a fondo, hubo masones que lucharon por la independencia, y las logias sirvieron de modelo para la creación de sociedades secretas que permitieron a las élites criollas unirse en las colonias y afrontar la crisis de la corona española. Pero atribuir el logro de la independencia a la masonería, argumenta, es "propaganda".
"Durante los centenarios de la independencia, la masonería se apropió de los héroes y afirmó que todos eran masones, pero esto es parte de una mitología que la propia masonería creó", explica el historiador a BBC News Mundo, el servicio de noticias en español de la BBC.
De hecho, el académico afirma que «el único caso documentado de un héroe de la liberación que fue masón es el de Bolívar». Pero la evidencia documental tampoco sugiere que su participación en la masonería fuera mucho más allá del rito de iniciación.

Las primeras logias masónicas fundadas en América Central y del Sur se establecieron en la región del Caribe a mediados del siglo XVIII.
En aquella época, el continente formaba parte de varios imperios presentes, como el español, el francés, el británico y el neerlandés. «En aquel entonces, la masonería era principalmente colonial, con una presencia casi nula de miembros locales. Es un instrumento de expansión de los imperios», explica Del Solar.
La masonería surgió en la Edad Media europea en los gremios de canteros. Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando estas asociaciones fraternales se consolidaron en la concepción moderna que conocemos hoy, influenciadas por el pensamiento de la Ilustración, y con el objetivo de crear puntos de encuentro para debatir ideas filosóficas, religiosas y políticas.
Mientras que en los imperios británico y francés la masonería ganaba fuerza e influencia, con logias prosperando en sus colonias, en la España católica esta institución estaba prohibida desde 1751 y era perseguida por la Inquisición.

“En el mundo hispánico, la masonería fue la nueva herejía del siglo XVIII, que luego fue asimilada por los filósofos y la idea de la Francia revolucionaria”, observa Felipe del Solar, quien centró su tesis doctoral en este tema.
Según el investigador, en esos años surgió la idea del “fantasma de la masonería”, una especie de espectro que encarnaba los males del imperio, pese a que la institución casi no tenía presencia en España ni en sus colonias.
Más de un siglo después, el dictador Francisco Franco todavía culpaba a una supuesta "conspiración comunista judeo-masónica" de todas las desgracias que azotaban a España.
Así, en los territorios españoles en América, las primeras logias que se fundaron tuvieron una vida muy corta.
La primera de la que se tiene constancia documental es la de las “Tres Virtudes Teologales”, que fue creada en Cartagena de Indias, Colombia, en 1808, pero que fue rápidamente descubierta.
Su fundación coincide con la invasión de España por las tropas de Napoleón, cuando, bajo influencia francesa, comenzaron a aparecer en la península varias tiendas que los criollos llevaron a América.
Se fundaron entonces una veintena de ellas en la metrópoli, así como varias sociedades secretas, como la Sociedad de Caballeros Racionales de Cádiz, sobre la que los expertos discrepan sobre si se trataba realmente de una logia masónica o de una organización secreta que utilizaba las fórmulas y ritos de la masonería.
“Esta logia se dirigió hacia América, y fundó una sociedad similar en México y otra en Buenos Aires, que luego recibió el nombre de Logia Lautaro”, explica Felipe del Solar.
La tienda de LautaroLa Logia Lautaro, llamada así por un líder mapuche y con varias filiales, incluyendo una en Santiago de Chile, fue una sociedad secreta que permitió a la oposición organizarse con un claro objetivo independentista. Pertenecían a ella José de San Martín, general y político que lideró la independencia de Argentina y Chile, y Bernardo O'Higgins, conocido como uno de los "padres de la patria" chilenos.

Según el académico y masón chileno-israelí León Zeldis, no existe evidencia documental de que San Martín o O’Higgins fueran masones, como explica en su artículo “La contribución de la masonería a la independencia sudamericana: una aproximación basada en hechos”.
El mismo espíritu libertario, fraternal e igualitario que contribuyó al desarrollo de las logias masónicas y les dio una base filantrópica "influyó también en los líderes de los movimientos independentistas de Sudamérica, sin que ello implicara necesariamente que fuesen miembros de organizaciones masónicas", explica.
El objetivo de la Logia Lautaro "no era establecer una gran república en Hispanoamérica, sino varias monarquías constitucionales con príncipes de las principales dinastías europeas", argumenta el investigador Emilio Ocampo, de la Universidad de Buenos Aires, en un artículo sobre el papel de la masonería en el proceso independentista.
Al igual que con la Sociedad de Caballeros Racionales, los investigadores difieren sobre si esta logia, que utilizaba símbolos y rituales tomados de la masonería y tenía masones entre sus miembros, era masónica o no.
Para Felipe del Solar, «eran, de hecho, sociedades secretas a las que la masonería les había dado un modelo asociativo que se reprodujo de distintas maneras en distintas latitudes». Estos grupos podrían haberse convertido en logias masónicas por derecho propio, «pero no era el momento de que la masonería se institucionalizara en Latinoamérica, pues tenía muy mala reputación», según el historiador.
Estas sociedades secretas se convirtieron en el preludio de los partidos políticos en este contexto de desintegración del antiguo régimen. Sirvieron para unir a las facciones que buscaban tomar el poder e impulsar reformas.

Curiosamente, fue la propaganda antimasónica del Imperio español y los libros escritos para denunciar los ritos y formas de organización de la masonería y evitar su propagación los que proporcionaron a los criollos un modelo para la creación de sociedades secretas en las que se plantaron las semillas de la independencia.
“La independencia no se puede explicar por estos grupos”, dice Del Solar, “pero contribuyen a hacerla irreversible”. Por ejemplo, en las Provincias Unidas de Buenos Aires, lo que hoy conocemos como Argentina, “la Logia Lautaro gobernaba en un momento de cambio, e hizo que esos cambios fueran irreversibles”, afirma el experto.
Tuvieron que pasar al menos 30 años para que las verdaderas logias masónicas se institucionalizaran en América Latina, pues recién a mediados del siglo XIX se fundó la masonería, constituyéndose en un poder político importante con la llegada de los gobiernos liberales al continente.
Esto sucede, por ejemplo, en México, donde se crearon varias logias después de la independencia y donde hubo muchos presidentes masones.
Benito Juárez, por ejemplo, era masón. «Fue el primero en redactar leyes laicas en un país predominantemente católico, que son un modelo para las leyes laicas en todo el mundo», explica Felipe del Solar.
En Cuba, aunque inicialmente se formaron algunas logias "con una masonería más bien colonial que revolucionaria", fue recién a finales del siglo XIX que la institución ganó peso y apoyó la independencia de la isla.
Bolívar, masónLa mayoría de los libertadores pasaron parte de su vida en Europa y Estados Unidos, donde estuvieron inmersos en las ideas filosóficas y políticas de la época.
En muchos países de América Latina persiste la idea de que un gran número de estos luchadores independentistas se unieron a logias masónicas.
A Francisco de Miranda, por ejemplo, se le atribuye la introducción de otros patriotas latinoamericanos a la masonería en Londres, donde vivió durante 13 años y creó la sociedad revolucionaria "Gran Reunión Americana".

Pero, según León Zeldis, “el peso de la evidencia demuestra que Miranda no era masón, por lo que la sociedad que fundó no era una logia masónica”.
Según Felipe del Solar, de dos de los libertadores sólo hay evidencia documental: Simón Bolívar y el líder chileno José Miguel Carrera.
Bolívar fue iniciado en la Logia de San Alejandro de Escocia en París “el día once del undécimo mes del año masónico 5805, que corresponde al 11 de enero de 1806”, según León Zeldis.
El documento que así lo atestigua se conserva en los archivos de la Logia del Supremo Consejo de Venezuela del Grado 33.
«Las credenciales masónicas de Bolívar son incuestionables», señala Zeldis. Sin embargo, añade, «parece que la masonería no tuvo ningún papel en sus escritos ni en sus actividades».
No hay evidencia, por ejemplo, de que se uniera a alguna de las 30 logias que existían en Venezuela, Gran Colombia y Ecuador.
Además, Bolívar llegó al extremo de prohibir todas las sociedades secretas, incluida la masonería, en 1928, cuando descubrió una conspiración contra él.
Pero ¿fue la masonería una influencia importante en su vida, ideas y acciones? La respuesta más probable, según Del Solar, es no.
José Miguel Carrera fue iniciado en la Logia Nº 1 de Saint John, Nueva York, "donde conoció a importantes traficantes de armas y comerciantes y, gracias a los contactos que hizo en esas logias, adquirió armas, dos fragatas con personal militar y partió a Sudamérica a traer la independencia", explica el investigador chileno.
La masonería le abrió esas puertas, pero los comerciantes no ayudaron a Carrera porque fuera masón, "sino porque veían su campaña como un buen negocio", argumenta Del Solar.
Hoy en día, se estima que hay alrededor de 350.000 masones en América del Sur y Central, con un nivel de influencia muy relativo para cada país.
En Chile, por ejemplo, entre las décadas de 1940 y 1960, cuatro de los cinco presidentes del país eran masones, al igual que más de la mitad del parlamento, jueces y policías, recuerda Felipe del Solar. «Era un poder impresionante».
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