Investigadores descubren el «talón de Aquiles» de la COVID-19

Este trabajo se realizó en bacterias, pero el mismo principio se aplicó a la molécula que justificó elestudio publicado en la revista Nucleic Acids Research el 24 de junio . «Nadie había estudiado la proteína N en profundidad antes», admite Tiago Cordeiro, mientras muestra a Observador una presentación que estaba preparando para un congreso de divulgación científica.
En términos más prácticos, el proceso de transmisión e infección de estos coronavirus es el siguiente: el virus entra por la boca o la nariz del huésped y, gracias a la proteína Spike , puede alojarse y penetrar en células específicas del tracto respiratorio. Es dentro de estas células donde el virus libera su carga viral (ARN) para producir otros virus que se propagan por las células del cuerpo y finalmente se transmiten a otras personas. Este ARN solo se organiza dentro del virus gracias a la actividad de la proteína N.
Mientras que la espícula (S) y las otras dos proteínas estructurales de esta familia de virus —membrana (M) y envoltura (E)— se encuentran en el exterior de la cápsula, la nucleocápside (N) reside en el interior, albergando la información genética de cada uno de estos virus. Por lo tanto, la proteína N, además de ser responsable de proteger el ARN, resulta ser la proteína más importante para asegurar su replicación —« sin la proteína N, no hay replicación viral »— y, en consecuencia, la proliferación del material viral en las células del organismo infectado.
“Lo que era bien conocido [antes de la investigación portuguesa] eran estas dos estructuras”, continúa Tiago Cordeiro, señalando los dos “dominios” de color naranja y morado, respectivamente, en un cartel colgado en la pared de su despacho.
El color naranja representa el dominio N-terminal (NTD), el componente responsable de la unión de la molécula al ARN. En el otro extremo de la proteína se encuentra el dominio C-terminal (CTD), que, además de contribuir a esta unión, también proporciona otras características que contribuyen a la estructura y actividad de la proteína. Sin embargo, entre estos dos dominios se encuentra otra molécula que, hasta entonces, se consideraba únicamente un conector entre el NTD y el CTD. No obstante, el equipo de investigación portugués se dio cuenta de que esta pequeña estructura podría ser el gran avance de su investigación.
El nombre oficial es conector intrínsecamente desordenado (IDL) , lo que significa que se trata de un conector intrínsecamente desordenado que permite la interacción de otras proteínas, en concreto, la unión de múltiples proteínas N, formando complejos. Posteriormente, descubrieron que este pequeño velcro en la estructura de la proteína conecta varias moléculas idénticas, formando agregados y gotitas más grandes (entre el líquido y el gel), de las que depende el virus para organizar su ARN dentro de la cápsula.
Tras una investigación exhaustiva de la estructura de esta proteína, surgió una pregunta experimental: "¿Qué ocurre si alteramos este conector?". Al eliminar tres aminoácidos específicos (leucinas) de su composición, descubrieron que la estructura helicoidal de IDL ya no podría formar estos complejos, lo que afectaría su tamaño y estabilidad, así como la actividad esencial del virus, que recae en la proteína N: el empaquetamiento y la replicación del material genético viral.
observador