Baños y sueños

Cantar en la ducha nos anima a darnos cuenta de que podemos cantar. El eco y los espejos magnifican lo que debe magnificarse; el sonido del agua corriendo disminuye lo que debe disminuirse; y cerramos los ojos, por la intensidad de las sensaciones. Al terminar la ducha, la percepción cesa. Abrimos la puerta y seguimos con nuestras vidas envueltos en una nube de vapor, con el aspecto de un perro mojado, como si acabáramos de tener un sueño hermoso.
Existen similitudes entre cantar en la ducha y lo que ocurre en un sueño. La principal es que no suele haber gente alrededor. Pero no es la única: al igual que un sueño, cantar en la ducha puede ser la expresión de un deseo; puede ser el síntoma de un pensamiento que nunca recordamos haber tenido; y puede consistir en intentar algo que normalmente no haríamos. Quizás los beneficios de cantar en la ducha sean como los de soñar; y quizás incluso viceversa.
La consecuencia más importante del baño en las sociedades contemporáneas no es la limpieza ni la normalización de los olores. Estos dos efectos son externalidades positivas causadas por el uso individual del baño; y este uso nos lleva a creer en nuestro talento musical. Pero la consecuencia más importante del baño es que requiere el uso del baño. Es este uso el que nos permite cultivar la percepción en paz y por períodos limitados.
Nos enseñan a dar poca importancia a lo que ocurre sin testigos; pero lo que ocurre sin testigos no deja de ocurrir. Existe una conexión entre cantar en el baño sin testigos y una sociedad decente. Las señales infalibles de las sociedades indecentes son la creencia en los sueños colectivos y la práctica del baño comunitario; y los peores sueños colectivos surgen del baño comunitario, como en los deportes, el camping y la antigüedad.
El vestuario es la forma más antigua de indecencia política. Es un espacio sin puertas ni ventanas, donde grupos de transeúntes alaban sus logros colectivos y planean alcanzar hazañas colectivas. En un vestuario, todos se entrometen en la vida de los demás. Su opuesto político es el baño. El baño ofrece la oportunidad de expresar talentos que no dependen del reconocimiento de terceros.
La gente rara vez se duerme en el baño; pero soñar no requiere dormir. Por muy necesario que sea dormir, su utilidad no depende de la ocurrencia de imágenes o deseos. El único requisito para soñar es el más importante de una sociedad decente: que no siempre haya testigos de lo que nos sucede; y que nuestras percepciones de nosotros mismos importen en cierta medida, aunque sea por periodos limitados. Por lo tanto, no hay razón para no soñar en voz alta en la ducha.
observador