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Salud mental: un derecho postergado, una urgencia colectiva

Salud mental: un derecho postergado, una urgencia colectiva

María tiene 17 años y lleva meses sin dormir bien. Diogo, de 42, ha dejado de salir de casa sin motivo aparente. Sofía lleva más de tres meses esperando una cita con un psiquiatra. Ninguno de estos nombres es real, pero las historias sí. Y se multiplican cada día en Portugal.

Es imposible ignorar esta realidad. Estamos llamados a reflexionar sobre un tema esencial y urgente: el acceso a la atención de salud mental sigue siendo un derecho postergado.

A pesar de los avances legislativos y la creciente atención pública, persisten profundas desigualdades en el acceso a esta atención, agravadas por estigmas culturales, falta de recursos y respuestas institucionales insuficientes.

Según la OCDE, Portugal es el país europeo con la mayor prevalencia de síntomas asociados a problemas psicológicos: el 23% de la población. Y, entre quienes presentan síntomas, se estima que el 60% no tiene acceso a atención de salud mental. El impacto de la pandemia de COVID-19 ha agravado esta situación, aumentando el número de personas con síntomas depresivos y ansiosos, a la vez que ha reducido significativamente el número de consultas en atención primaria.

El estudio más reciente de la Autoridad Reguladora de la Salud confirma la escasez de recursos humanos en el área de salud mental en la atención primaria. Solo una región del país reporta la existencia de psiquiatras en este nivel de atención, y la cobertura de psicólogos aún está muy por debajo de la proporción de un psicólogo por cada 5.000 habitantes, definida por la Asamblea de la República. También se observó una disminución de más del 30% en las derivaciones de usuarios de centros de salud a hospitales entre 2019 y 2020, lo que revela la presión a la que siguen sometidos los servicios. Al mismo tiempo, el número de diagnósticos de ansiedad y depresión aumentó, tanto en adultos como en niños, en un contexto de creciente asimetría regional.

Este panorama requiere más que diagnósticos. Exige compromisos concretos, persistentes y colaborativos.

Promover la salud mental no puede ser responsabilidad exclusiva del Estado. También corresponde a cada ciudadano combatir el estigma y exigir que el bienestar psicológico se considere una prioridad nacional. Las escuelas, a su vez, deben educar sobre salud mental desde una edad temprana. Un estudio con adolescentes portugueses, publicado en la Revista Internacional de Psicología del Desarrollo y de la Educación, demostró una correlación positiva entre la alfabetización en salud mental, la inteligencia emocional y el bienestar. Invertir en estas habilidades desde la infancia es esencial para construir generaciones más equilibradas, resilientes y saludables.

Las empresas también desempeñan un papel fundamental. Promover entornos laborales saludables, prevenir el síndrome de burnout e integrar el bienestar psicológico en las políticas de RR. HH. no es solo una cuestión ética. También es una cuestión de sostenibilidad.

La inversión en salud mental debe dejar de verse como un gasto y reconocerse como lo que es: una inversión estratégica en capital humano. En 2022, por ejemplo, el coste del estrés y los problemas de salud mental en el trabajo en Portugal se estimó en 5.300 millones de euros, debido a la pérdida de productividad.

Este mes, la publicación de la tercera edición de la encuesta del Laboratorio Portugués de Entornos Laborales Saludables mostró que el 27,7% de los encuestados admitió ser víctima de acoso laboral en 2024, en comparación con el 16,5% en 2021. Este hecho es una clara señal de alerta: el entorno laboral sigue siendo, para muchos, una fuente de sufrimiento psicológico.

El sector público tiene el deber de dar ejemplo. Garantizar el acceso universal y diversificar las respuestas comunitarias son pasos fundamentales para construir un sistema más justo, accesible y eficaz.

La salud mental debe reconocerse como un pilar esencial de la ciudadanía. Promoverla es más que un derecho. Es una responsabilidad compartida. Que esta Semana Europea de la Salud Mental sea más que un hito simbólico. Que sea el punto de partida para un cambio duradero, donde todas las personas puedan acceder a la mejor atención en salud mental y vivir en equilibrio y bienestar.

Mental es una sección de Observador dedicada exclusivamente a temas relacionados con la salud mental. Es fruto de una colaboración con el Hospital da Luz y Johnson & Johnson Innovative Medicine, y cuenta con la colaboración del Colegio de Psiquiatría de la Sociedad Médica Portuguesa y la Sociedad Portuguesa de Psicólogos. Su contenido editorial es completamente independiente.

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Con la colaboración de:

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