Un siglo de lucha

La historia de la izquierda brasileña está íntimamente ligada a la trayectoria de Clara Charf. Viuda de Carlos Marighella, exmilitante de Acción de Liberación Nacional (ALN), falleció el lunes 4 a los 100 años, dejando un legado invaluable para la democracia y los derechos humanos en Brasil. A los 21 años, se unió al Partido Comunista Brasileño. Allí conoció a su compañero de lucha y de vida, con quien estuvo casada hasta 1969, año en que fue brutalmente asesinado por la dictadura. Ambos trabajaron juntos en la ALN, organización armada de resistencia creada por el propio Marighella para oponerse al régimen autoritario. Tras la muerte de su compañero, Charf huyó a Cuba, donde vivió exiliada durante diez años, regresando a Brasil recién en 1979, después de la promulgación de la Ley de Amnistía.
“Conocí a Clara en Cuba, durante los años que viví allí, de 1969 a 1970 y luego entre 1972 y 1974. Tuvimos una relación muy estrecha y nos reencontramos en la fundación del PT. Durante ese período, estábamos viviendo la descolonización y la supervivencia de la Revolución Cubana”, recuerda el exministro José Dirceu, destacando el papel de su amiga en la lucha contra la dictadura, en la redemocratización del país, en la defensa de las mujeres y en la resistencia a la criminalización del PT. “Fue fundamental para recuperar la memoria y siempre demostró una gran solidaridad, incluso en los momentos más difíciles”.
Al igual que Dirceu, Moema Correia también conoció a la activista en Cuba, cuando viajó al país en una misión de la ALN. «Clara era una activista muy querida y respetada entre los cubanos. Una persona refinada, educada y disciplinada», recuerda.
De regreso en Brasil, Charf se unió al grupo de intelectuales que fundaron el PT (Partido de los Trabajadores), al que permaneció afiliada hasta su muerte y por el que se postuló como diputada estatal en São Paulo en 1982. Dentro del partido, dirigió la Secretaría Nacional de la Mujer y también representó al partido en el Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer. En 2003, creó la ONG Mujeres por la Paz, dedicada a combatir la violencia de género y promover el empoderamiento femenino. Bajo su liderazgo, el movimiento impulsó la nominación colectiva de mil mujeres al Premio Nobel de la Paz de 2005, incluyendo a 52 brasileñas.
El Partido de los Trabajadores (PT) describió la trayectoria de su ilustre miembro como «un siglo dedicado a la libertad, la justicia social, la lucha contra el fascismo y la defensa inquebrantable de los derechos humanos». En redes sociales, el presidente Lula recordó los más de 40 años de amistad con su amiga, de quien afirmó haber aprendido mucho sobre «política, solidaridad, resistencia y humanidad». Asimismo, destacó que Charf «vivió su siglo con la admirable flexibilidad de quien supo comprender lo nuevo sin abandonar sus principios, quien miró al mundo con lucidez y un corazón abierto».
María Marighella, nieta de Charf y presidenta de Funarte, destacó el papel de su abuela en la formación política de otras mujeres. «Fue una inspiración para muchas de nosotras, aportando una sensibilidad radical a la política e haciendo del derecho a la memoria su estandarte de amor. Una existencia singular y vibrante, como debe ser la vida», escribió en redes sociales. De igual modo, el periodista Mário Magalhães, biógrafo de Marighella, afirmó que la exmilitante fue una de las mujeres más fascinantes, generosas e intrépidas que el país haya conocido. «No era valiente al enfrentarse a los débiles, sino a los fuertes y poderosos».
Exmiembro de la ALN (Alianza para la Liberación Nacional) y fundadora del PT (Partido de los Trabajadores), la activista creó la Asociación Mujeres por la Paz en 2003.
Eneá de Stutz e Almeida, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Brasilia (UnB) y expresidenta de la Comisión de Amnistía Internacional, reafirmó la necesidad de justicia transicional y del derecho a la memoria y a la verdad para mantener viva la historia de activistas como ella. “Cada año de la vida de Clara fue una lucha por un país más solidario, menos injusto, más fraterno y, sobre todo, más democrático. Nunca dejó de luchar, y su ejemplo debe ser conocido por todos en Brasil porque es una heroína nacional”.
La viuda de Marighella también fue homenajeada por el MST, movimiento del que fue una de las mayores entusiastas. João Pedro Stedile, líder del movimiento campesino sin tierra, destacó el activismo político de la pareja, que comenzó durante la dictadura de Vargas, continuó en las actividades clandestinas del PCB (Partido Comunista Brasileño), la ALN (Alianza para la Liberación Nacional) y en la confrontación con los militares tras el golpe de Estado de 1964. “En esta pareja tenemos un ejemplo de activismo. Dejaron un legado de coherencia, fidelidad al pueblo brasileño, amor por el aprendizaje y lucha permanente, sin importar el grado de sacrificio que esta exigiera. Actuaron en diversas trincheras, pero siempre con el mismo objetivo: ayudar a organizar y concientizar al pueblo y construir una sociedad más justa e igualitaria”.
A pesar de haber convivido con Marighella durante tantos años, Clara Charf carecía de prueba oficial de su unión, algo que solo se materializó con la rectificación del certificado de defunción de la líder guerrillera, expedido recientemente por la Comisión Especial sobre Muertes y Desapariciones Políticas, adscrita al Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía. “Debido a la clandestinidad de su relación, no existía ningún documento que la acreditara. El certificado de defunción que expidimos fue el primero con este reconocimiento oficial, lo cual fue muy importante para la familia. Es una lástima que haya llegado tan tarde, y quizás ella ni siquiera lo sabía”, subraya Eugênia Gonzaga, presidenta de la comisión.
Hace varios años, a Charf le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. Fue hospitalizada en São Paulo y falleció por causas naturales, según un comunicado de la Asociación Mujeres por la Paz. El destino quiso que la activista falleciera en vísperas del 56.º aniversario de la muerte de Carlos Marighella.
Publicado en el número 1387 de CartaCapital , el 12 de noviembre de 2025.
Este texto aparece en la edición impresa de CartaCapital bajo el título 'Un siglo de lucha'.
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