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¿Expresión o expresión?

¿Expresión o expresión?

Cuando Magic Box, la cadena de televisión que luego se convertiría en Star 1 e Interstar, se lanzó en mayo de 1990, todos en sus casas intentaban apuntar sus antenas de televisión habituales a las antenas parabólicas que veían cerca. El objetivo era recibir transmisiones que supuestamente provenían de satélites. Quienes captaban la transmisión con antenas comunes de techo o ventana se jactaban entre sí. Sin embargo, la transmisión que recibían provenía de estaciones terrestres municipales. ¿Era legal? Claro que no, pero si estás en el poder, la historia cambia.

Otros siguieron a Interstar. Nadie había considerado, ni quería considerar, que el revuelo en torno a la televisión privada acarrearía posteriormente problemas para esos mismos canales. Es decir, hasta que se transmitió en directo una protesta en la plaza Taksim. La primera ministra Tansu Çiller creía que la emisión de películas eróticas en horario de máxima audiencia en algunos canales de televisión beneficiaría al Partido del Bienestar en las elecciones locales. Çiller, indignada y avergonzada por estas emisiones "como madre liberal", quería que se aprobara una ley en el Parlamento para frenar la televisión privada. Su vicepresidente, el presidente del SHP, Murat Karayalçın, ya había encargado a un asesor de prensa que comenzara a redactar la ley. La censura estaba en marcha. En otras palabras, se había allanado el camino para la protección de quienes ostentan el poder. En términos generales, el objetivo era supervisar el ejercicio de las libertades.

¿Por qué les recuerdo esto? Claro, no es algo inesperado. Principalmente debido a las sanciones que llueven sobre los canales de televisión de la oposición. Ojalá estos acontecimientos se hubieran limitado inicialmente a las discusiones de los comentaristas sobre "rango contra rango".

Aunque la terminología no es tan controvertida como en Turquía, casi todos los países cuentan con juntas que regulan la radio, la televisión e internet. No se debe esperar un enfoque estandarizado para estas juntas. Se pueden dividir en dos categorías: conciliadoras e intervencionistas. Las juntas conciliadoras responden a las quejas o desarrollan estrategias proactivas para abordar posibles problemas. Otro enfoque es familiar: establecer estándares para el sector y establecer reglas que deben cumplir. Se imponen sanciones a quienes violan estas reglas. Más importante aún, emiten licencias y asignan bandas de frecuencia. No se debe asumir que estas juntas sean libres y autónomas al tomar estas decisiones, ya que estas están moldeadas por códigos culturales y, con mayor frecuencia, por el poder político en muchos países.

El sistema mediante el cual se forman estas juntas influye en esta configuración. Cuando los miembros de las juntas son nombrados por representantes gubernamentales que desean mantener el control de la información en los países, se generan debates sobre la imparcialidad. La presencia de organizaciones profesionales, especialmente del periodismo, organizaciones de la sociedad civil y círculos universitarios, en las juntas puede aliviar en cierta medida el problema de la imparcialidad, siempre que se formen de forma independiente. Los problemas con la implementación de leyes y regulaciones aumentan la confusión. De hecho, cuando el gobierno y los dueños de los medios se alinean, la colaboración se hace claramente evidente en la pantalla. En última instancia, todas las consecuencias negativas se derivan de la libertad de expresión.

Sin embargo, parece que la libertad de pensamiento y expresión, garantizada por la constitución y las leyes, sigue siendo una realidad virtual. La libertad de prensa, de la que se deriva la libertad de expresión, puede definirse fundamentalmente como la libertad de expresar y difundir libremente noticias, ideas y pensamientos. Por lo tanto, una prensa libre advierte a la sociedad de los peligros. Desafortunadamente, como se mencionó anteriormente, la regulación de los medios de comunicación se centra generalmente en valores como la moral y la ética.

El concepto de autorregulación se introduce de inmediato. Vale la pena examinar cómo surgió este concepto, al menos en Turquía. Por ejemplo, el ex primer ministro Mesut Yılmaz, en lugar de rectificar la situación mediante legislación, presionó a la prensa para que estableciera y operara un sistema de autorregulación. Según el general golpista Kenan Evren, advirtió que dicha institución era necesaria. El consejo, que estableció la estructura deseada por el gobierno, publica un folleto con los nombres de los periodistas seleccionados por los empleadores, en quienes pueden confiar y conceder entrevistas. Es importante que la autorregulación no degenere en autocensura.

En conclusión, es crucial recordar que la libertad de prensa, en sentido amplio y como algo natural —recordada cada año sobre su lucha el 24 de julio—, es parte indispensable de la libertad de información de la sociedad. Sin embargo, verse obligado a expresarse en cada noticia o publicación, lo cual complementa la libertad de expresión, aleja a Turquía de ser un país verdaderamente envidiable.

Tele1

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