Monstruos que vienen en el sueño de la mente.

Yeser SariYildiz
Creo que algunas obras de arte tienen un efecto de máquina del tiempo. Al contemplarlas, experimentamos un cambio en el tiempo. A veces nos transportamos a otro mundo, y a veces nos preguntamos: "¿Estamos seguros de que esta obra no apareció hoy?". El grabado de Francisco Goya "El sueño de la razón da a luz a los monstruos" es precisamente una de esas obras.
Ya conocen a Goya, el importante pintor de la España del siglo XVIII. Primero fue el pintor de corte de la familia real, y luego desarrolló un lenguaje narrativo sombrío contra la hipocresía, la opresión y la ignorancia de la época. Este grabado de 1799 es también una representación sombría de la humanidad que dejaría huella en todas sus obras posteriores. Un hombre duerme, con la cabeza sobre una mesa. Su rostro está sereno, pero está rodeado de amenazas. Búhos y murciélagos se acercan por todas partes. Un lince acecha con los ojos bien abiertos. Otra criatura, justo en el centro de la composición, nos mira fijamente. En el margen inferior, escribe una nota: «El sueño de la razón da a luz a los monstruos».
Aquí, Goya construye un lenguaje que convierte al espectador no solo en espectador, sino en parte de la pintura. Nos sentimos amenazados por los monstruos. Más que una advertencia, es un llamado directo a la responsabilidad.
Con esta obra, Goya buscó representar lo que despertaría en una sociedad donde la razón estaba silenciada. En aquella época, la Inquisición aún estaba vigente. Quienes cuestionaban eran castigados, la ciencia suprimida y los dogmas se convirtieron en el lenguaje del poder. Goya no solo combatía la ignorancia individual; también hablaba de la supresión sistemática del pensamiento. Sabía que esta supresión conducía al miedo, la violencia, la obediencia y el rebaño.
En cada época donde se suprime la razón, en cada geografía, estos monstruos renacen. Las figuras cambian, pero las escenas se repiten. La razón es reemplazada por la fe. La crítica por el linchamiento, la ciencia por la superstición y la ley por la lealtad. Las teorías conspirativas se exhiben en televisión y la prensa es silenciada. El sistema premia a quienes creen, no a quienes piensan. En lugar de resolver problemas, se inventan enemigos. En el momento en que silenciamos la razón, surge un murmullo interior. Las criaturas de Goya pululan por la casa.
Entonces, ¿qué sucede cuando despiertas y abres los ojos, mientras monstruos te rodean en un lugar donde la razón calla? Profundicemos en esta pregunta y observemos otra pintura: "La Libertad guiando al pueblo" de Eugène Delacroix, de 1830.
La pintura de Delacroix, "La Libertad guiando al pueblo", representa un despertar colectivo. Fue creada durante la Revolución de Julio de 1830 en Francia. En medio de la creciente rebelión en las calles de París, una mujer camina con una bandera francesa en la mano: Marianne. Con el pecho descubierto y el rostro resuelto, sostiene la bandera en una mano y un rifle en la otra. Detrás de ella hay trabajadores, estudiantes, pobres, niños, gente de todos los ámbitos, el pueblo.
Esta pintura representa a un pueblo marchando unido. Delacroix explica que la libertad no es un concepto abstracto, sino que se puede alcanzar mediante la acción directa y la valentía. Las figuras de la pintura no están idealizadas; están cansadas, enojadas e incluso sucias, pero son resueltas. Ya han despertado de su letargo y se han puesto de pie.
Marianne no es pasiva como el hombre dormido de Goya; es alguien que avanza, que llama, que allana el camino. En el mundo de Goya, los monstruos se acercan; en el mundo de Delacroix, el pueblo marcha hacia la barricada.
Ahora, juguemos a un juego. Observa estas dos pinturas y pregúntate quién eres y quién quieres ser. ¿Es la figura dormida, Marianne, o las personas despiertas a su lado? ¿O los monstruos que han invadido la casa? En esta respuesta se esconde la oscuridad que debes enfrentar.
BirGün