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Cine | »La Hermanastra Fea«: Hay sangre en el zapato

Cine | »La Hermanastra Fea«: Hay sangre en el zapato
La historia de terror se cuenta desde la perspectiva de la supuestamente fea hermanastra Elvira (Lea Myren).

Aumento de senos, inyecciones para labios y arrugas, corrección de nariz y genitales: la lista de procedimientos cosméticos es prácticamente interminable. Cada vez más jóvenes acuden a cirugías con fotos retocadas, exigiendo correcciones irreales. Aquí es donde entra en juego "La Hermanastra Fea", la versión de terror corporal de humor negro de Emilie Blichfeldt del cuento de Cenicienta. Al igual que "La Sustancia", la película nominada a varios premios Óscar, el cruel debut cinematográfico de la directora noruega, que se celebró en el Festival de Cine de Sundance y se proyectó en la sección Panorama de la Berlinale de este año, aborda de forma nada amable los crueles ideales de belleza.

Sin embargo, se recomienda encarecidamente a los espectadores sensibles evitar esta película: esta vez, la historia de terror se narra desde la perspectiva de Elvira, la hermanastra supuestamente fea, una chica tímida que usa ortodoncia y tiene predilección por los dulces. Para complacer al vulgar Príncipe Julián, con quien está obsesionada desde que consiguió su sensiblero libro de poesía, deja que el dudoso Dr. Esthetique le cincele la nariz y le cosa pestañas postizas, puntada a puntada. El único anestésico que usa es un poco de cocaína, incluso para el médico.

Hacia el final, en una secuencia particularmente repugnante, Elvira incluso se ve obligada a regurgitar una tenia gigantesca cuyo huevo se ha tragado por razones dietéticas. Todo esto se captura en primeros planos descarnados, tan absurdamente brutales que el horror y el humor van de la mano.

Para la dominante madre de Elvira, Rebekka, quien ha interiorizado profundamente el sexismo de la sociedad patriarcal, su hija mayor es su única esperanza de escapar de la miseria económica. El barón del reino ficticio de Swedlandia, con quien la viuda se casó para asegurar su futuro, no solo murió rápidamente, sino que también quedó en bancarrota. Para horror de su hermosa hijastra Agnes (Thea Sofie Loch Næss), simplemente deja que su cuerpo se pudra en una trastienda e invierte su dinero en las brutales cirugías estéticas de Elvira.

Se le mete bajo la piel cuando se mira al espejo llena de un odio abismal hacia sí misma, un odio que le inculcaron desde fuera.

Elvira, retratada con una escalofriante paliza por la debutante Lea Myren, soporta esto con ingenuidad, pues el príncipe Julián es conocido por invitar a las doncellas más hermosas de la zona a su baile, y ella espera sinceramente que la elija. Sin embargo, tras su operación de nariz, inicialmente usa una horrible ortesis, lo que la convierte en el hazmerreír del malvado príncipe cuando se lo encuentra accidentalmente en el bosque. No obstante, la conmovedoramente inocente Elvira continúa fantaseando en secuencias oníricas desenfocadas con que él se está enamorando de ella. Para ello, incluso toma clases de baile, donde es humillada continuamente por el profesor.

Pero para su hermanastra, degradada a sirvienta, quien desde el principio se comporta con arrogancia con la amable Elvira y cuyo carácter dista mucho de ser perfecto como en el cuento de hadas, su propia existencia está en juego, al igual que la de la familia de Elvira. Aunque se acuesta con el atractivo mozo de cuadra hasta que ambos son descubiertos por Rebekka, quien persigue al amante de Agnes desde la corte, al final no le queda más remedio que intentar atrapar también al rico príncipe. En la despiadada lucha de clases en una sociedad misógina, la belleza es la única moneda que cuenta.

Solo la hermana menor de Elvira, Alma (Flo Fagerli), siente lástima por ella desde el principio, al darse cuenta de que su ingenua hermana es víctima de las circunstancias. Como espectador, también te solidarizas con Elvira, sintiendo su dolor, miedo y desesperación, que te resultan mucho más cercanos que la supuesta perfección de Cenicienta. Te enfurece verla mirarse al espejo, llena de un profundo odio hacia sí misma, un odio que le han inculcado desde fuera.

Por desgracia, Alma solo libera a su hermana de su locura tras numerosos actos de automutilación, incluyendo la infame escena del zapato. "¡Rucke di gu, rucke di gu, hay sangre en el zapato!". En ese momento, empiezas a preguntarte si realmente deberías seguir leyendo a tus hijos el clásico cuento de hadas brutalmente sexista de los hermanos Grimm, en el que las hermanastras se mutilan los pies.

La película de Blichfeldt, perfectamente montada y a menudo filmada con luz natural, por momentos parece una pintura al óleo hecha realidad: el director de fotografía Marcel Zyskind ha realizado un trabajo magnífico. Una y otra vez, Blichfeldt interrumpe el contexto histórico con una música de sintetizador anacrónica, que recuerda a "María Antonieta" de Francis Ford Coppola o a "Sisi & Ich" de Frauke Finsterwalder.

También alude sutilmente a "Tres avellanas para Cenicienta" de Václav Vorlíček. Sin embargo, el cuento de terror corporal de Blichfeldt probablemente no se convertirá en un clásico navideño perpetuo; se desaconseja encarecidamente verlo después de un ganso asado. Pero como parábola de terror contemporáneo, la película es muy recomendable (y no solo) para cualquier adolescente con una baja autoestima.

"La hermanastra fea": Noruega 2025. Dirigida y escrita por Emilie Blichfeldt. Protagonizada por: Lea Myren, Thea Sofie Loch Næss, Ane Dahl Torp, Isac Calmroth, Flo Fagerli. 109 minutos. Estreno en cines: 5 de junio

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