Una aplicación para nostálgicos y aquellos que no dejan que los algoritmos dicten sus vidas.


Los algoritmos se han convertido en autoridades clandestinas en nuestra vida cotidiana: deciden qué información vemos, qué vídeos vemos, qué parejas son adecuadas para nosotros y qué series vemos. Y lo hacen aunque nadie los haya autorizado. Es obvio que estos supuestos agentes domésticos sirven principalmente a sus desarrolladores y que la promesa de los sistemas de asistencia digital ha dado paso hace tiempo a la servidumbre algorítmica. Sin embargo, al final, solemos seguir la recomendación y, de forma desperdiciada, revelamos aún más de nuestras personalidades.
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Por un lado, no quieres ser como un doble digital totalmente predecible, pero tampoco puedes negar su existencia sin negar tu propia identidad. Pero ¿cómo romper esta lógica fatal? ¿Cómo recuperar el control de tu existencia en línea? ¿Cómo restaurar la aleatoriedad que los deterministas sociales de Silicon Valley quieren abolir? ¿Cómo salir de tu burbuja?
Casi como en el mundo analógico.La plataforma PI.FYI ofrece una respuesta. En el sitio web, que también existe como aplicación, los usuarios pueden compartir fotos o textos importantes para ellos: películas, álbumes, platos. La idea: son personas, no máquinas, las que hacen recomendaciones. Por ejemplo, hay un usuario que, a diferencia del estilo simplificado de Spotify, recomienda una banda de rock indie de los 90. O un usuario que describe sus problemas con un teléfono móvil tonto, un viejo móvil de bolsillo que está de moda entre los aficionados a lo analógico. En lugar de productos prefabricados, PI.FYI ofrece información orgánica y cuidadosamente seleccionada por un equipo editorial. Y sin publicidad, además.
El sitio web retro, diseñado al estilo de la Web 1.0, evoca a las primeras redes sociales como MySpace o Friendster: cada usuario tiene un perfil que puede personalizar, publicar y seguir a otros usuarios. La estructura se asemeja a un tablón de anuncios, donde cualquiera puede publicar algo. Cuenta con varias secciones como "Lo más popular", una especie de antinoticias, y "Preguntas destacadas".
Incluso navegando, notas que las cosas son diferentes aquí que en Facebook o Instagram. Las fotos de perfil, algunas de las cuales muestran a usuarios en poses muy poco favorecedoras, o las instantáneas de latas de anchoas abiertas, no son precisamente atractivas. Estos usuarios forman parte de una contracultura digital que rechaza radicalmente la estética de los azulejos arreglados.
PI.FYI es lo que el autor y cineasta Alexander Kluge denominó un "contraalgoritmo": espacios intermedios donde se crea arte. Un anti-Instagram, un viaje nostálgico a los inicios de internet, cuando la música aún se encontraba y no se ofrecía. Allí también encontrarás cosas marginales o curiosas; tesoros como un concierto de Jeff Beck y Eric Clapton de 2010 que habrían sido descartados hace mucho tiempo en las líneas de tiempo algorítmicas.
PI.FYI se considera una "plataforma de descubrimiento social" donde los usuarios pueden compartir contenido de "personas reales, no de algoritmos". El proyecto se lanzó en 2020 durante la pandemia de coronavirus con un boletín informativo llamado "Perfectly Imperfect". Artistas conocidos como la cantautora británica Charli XCX, así como artistas desconocidos y músicos underground de Nueva York, ofrecieron recomendaciones personales: marcas de moda, libros descatalogados o molinillos de pimienta de alta gama que ya no se encuentran en ningún sitio.
El boletín se hizo conocido rápidamente más allá de los límites de la ciudad y alcanzó estatus de culto. Ahora cuenta con más de 84.000 suscriptores. Para un producto de nicho, es un éxito más que respetable. Por ello, su fundador, el exdesarrollador de Facebook Tyler Bainbridge, lanzó PI.FYI, una empresa derivada de la red social, el año pasado. La aplicación representa una promesa de compañía que los herederos intelectuales de los pioneros de internet nunca cumplieron. "Quería que Perfectly Imperfect se sintiera como un hermano mayor genial o un amigo que realmente lo entiende", declaró Bainbridge a Vanity Fair.
Zona libre de fotos y vídeosLa app Noplace, que el año pasado lideró la App Store, se creó con este espíritu. Permite a los usuarios crear un perfil atractivo y personalizado y compartir una amplia variedad de información: estado civil, lo que están escuchando o viendo y lo que están leyendo. Su particularidad: No incluye fotos ni vídeos, solo texto. La app es especialmente popular entre la Generación Z.
Noplace es una especie de chat grupal global donde puedes expresar tu hastío en la comunidad electrónica global. La aplicación establece una retrotopía digital: un MySpace colorido e idealizado, como podría ser si las redes sociales fueran un poco más atractivas. Puede que la estética de Noplace te parezca un poco artificial y pseudonostálgica. Pero el hecho de que una aplicación basada en texto y sin fotos ni vídeos llegue a lo más alto de la App Store dice mucho sobre las necesidades de la generación más joven, cansada de los ciclos de retroalimentación de imágenes seleccionadas mediante algoritmos. "¿Recuerdas lo divertido que era internet antes de los algoritmos y la publicidad?", reza el folleto oficial de la App Store.
El bloguero estadounidense Ethan Zuckerman informó en un ensayo para la revista Wired que ahora hay numerosos creadores de contenido que ya no buscan viralizarse, sino crear videoclips para sus amigos y familiares, engañando así a los algoritmos de recomendación. Según Zuckerman, solo las tácticas antialgorítmicas y las voces humanas pueden, en última instancia, combatir la basura generada por la IA.
Quizás estas plataformas sean el comienzo de una emancipación del paternalismo algorítmico que va mucho más allá del uso instrumental de herramientas técnicas. Cuando las personas reciben recomendaciones de otras personas y no conocimiento preconcebido de las máquinas, pueden formarse sus propias opiniones. Y quizás entonces la diversión vuelva a la seriedad de la sociedad digital.
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