Opinión: Nada traería más paz a Oriente Medio que el fin del régimen iraní

El gobierno iraní quiere destruir a Israel y ataca brutalmente a su propio pueblo. El fin de los mulás sería una bendición para los iraníes y la región.
La guerra ya está aquí. El viernes por la noche, la Fuerza Aérea Israelí atacó diversos objetivos en Irán, incluyendo instalaciones nucleares, altos funcionarios del régimen iraní y la poderosa Guardia Revolucionaria. Tras una respuesta iraní con drones, Israel lanzó una segunda ronda de ataques al mediodía. Los observadores temen una conflagración.
Para los israelíes, el programa nuclear del régimen, que ha reivindicado la destrucción de Israel como política de Estado desde su llegada al poder en 1979, constituye una amenaza existencial. Una vez que Irán adquiera la bomba atómica , existe el peligro real de que esta sea utilizada para destruir a la "entidad sionista", como se denomina a Israel en la jerga oficial del Estado.
Israel jamás puede permitir eso. En sus 77 años de historia, ha sobrevivido a numerosos ataques que podrían haberlo destruido. La Guerra de la Independencia de 1948, en la que se enfrentó a seis ejércitos árabes; la Guerra de los Seis Días de 1967, que fue preventiva; y la Guerra del Yom Kipur de 1973 también pudieron marcar el fin del único Estado judío.
Pero lo más notable es que, desde entonces, Israel ha logrado establecer una paz estable con sus antiguos enemigos, como Egipto, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos. Porque la sociedad israelí desea vivir en paz con sus vecinos.
Sin embargo, Israel solo puede reconciliarse con aquellas partes que tienen un interés particular en ello. La diplomacia es prácticamente imposible con un régimen brutal que dedica sus actividades geopolíticas exclusivamente a la destrucción de Israel.
En sus esfuerzos contra Israel, Irán ha desestabilizado todo Oriente Medio. Ya sea en Yemen, Gaza o Líbano, dondequiera que estallen guerras desastrosas en la región y la situación humanitaria de la población sea catastrófica, Irán y sus aliados tienen algo que ver; en la mayoría de los casos, incluso tienen una responsabilidad sustancial.
En Yemen, por las milicias insurgentes hutíes, cuya bandera ostenta las palabras "¡Muerte a Estados Unidos! ¡Muerte a Israel! ¡Malditos los judíos!". En Gaza, por los grupos terroristas Hamás y la Yihad Islámica Palestina. En el Líbano, por Hezbolá, un Estado dentro del Estado que perturba continuamente el frágil orden civil libanés.
La alegría secreta de la oposición: La República Islámica no es IránPuede que Occidente desconozca la naturaleza preventiva e inflexible de la guerra israelí. Pero esta se basa en duras lecciones aprendidas por Israel en el pasado. El Estado judío debe anticiparse a sus adversarios si quiere sobrevivir. Esta convicción es indiscutible en Israel.
Pero la República Islámica no es Irán. Muchos miembros de la oposición se alegrarán en secreto cuando los verdugos del régimen sean eliminados por el archienemigo de Israel. Esto ya ocurrió con la eliminación de Qasem Soleimani en 2020. El hecho de que circularan en redes sociales imágenes de Teherán el viernes, en las que opositores al régimen aparentemente coreaban consignas contra el jefe de Estado, Alí Jamenei, es una señal esperanzadora.
El nombre de la operación israelí, "León Ascendente", también puede entenderse como una alusión a la bandera del Irán preislamista. Idealmente, esta operación desestabilizará al régimen iraní hasta tal punto que la oposición democrática, que lo ha desafiado en reiteradas revueltas mortales, pueda aprovechar el impulso. Un Irán libre y democrático sería lo más pacificador que Oriente Medio podría tener.
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