Columna “Ida y vuelta”: Viajes y bebidas

¡De vuelta a la naturaleza! ¡A la vida sencilla en una cabaña de troncos! Al menos hasta que tu brújula interior vuelva a funcionar correctamente. Tal como lo describió el autor estadounidense Henry David Thoreau en "Walden" en 1854. ¿No es esta existencia desconectada y abandonada, esta tranquilidad sin consumismo ni celulares, el sueño de muchos veraneantes? Quizás no tengas que pastorear tu propia vaca en los floridos prados del pueblo junto al río ni cuidar un rebaño entero de lecheras todo el día en los pastos alpinos. Y quizás incluso se permita un poco de señal de internet cada pocas horas. Pero no oír coches ni vecinos ruidosos al levantarte es algo especial.

Ya es oficial que la naturaleza nos hace mejores personas. La Universidad de Exeter, en el tranquilo suroeste de Inglaterra, afirma haber descubierto que las personas que viven en entornos verdes beben y fuman menos. Para ser precisos: el riesgo de fumar es un 13 % menor al vivir en la naturaleza, y el riesgo de beber alcohol a diario incluso se reduce en casi un tercio. Estas ventajas parecen abrumadoras, pero la pregunta sigue siendo qué se entiende exactamente por naturaleza. Los autores del estudio inglés definen «espacio verde residencial» como un paisaje donde el centro de la vida está rodeado de jardines, prados y bosques en un radio de unos 250 metros.

Naturalmente, estas condiciones de vida "ecológicas" son difíciles de encontrar, no solo en las megaciudades, sino también en muchos campings, que bullen como colmenas densamente pobladas durante la temporada alta. Las playas más populares del Mediterráneo también están bastante concurridas, aunque las extensas aguas azules compensan con creces las filas de tumbonas abarrotadas. Mejor aún, busque un lugar libre en el extremo norte: vastos paisajes con pocos habitantes, si no fuera por los altos precios del alcohol.

Lo que la gente de la hermosa Exeter quizá haya pasado por alto: Países con una marcada tendencia natural como Dinamarca y Finlandia ocupan los primeros puestos en cuanto a abuso de alcohol. Allí, la gente se emborracha una media de 23,8 días al año. Alemania, altamente industrializada, ocupa un distante segundo puesto en esta clasificación, en el sobrio puesto 17. Sin embargo, en cuanto al consumo de alcohol a lo largo del año, los alemanes se están poniendo al día rápidamente. Esta tendencia se ve impulsada por el deseo de viajar: como es bien sabido, el mejor momento para beber es durante las vacaciones, y la Schinkenstraße (ruta del jamón) en Mallorca (una isla también muy cerca de la naturaleza) es un claro ejemplo de ello.

Esa era probablemente la letra pequeña del libro de Thoreau. Digan lo que digan, muy poca gente anhela pasar semanas de soledad en una cabaña de madera a orillas de un lago infestado de mosquitos. No todos son como San Francisco, capaces de comunicarse con las aves y todo lo que se arrastra y vuela en la naturaleza. Bueno, ¿qué queremos realmente de la naturaleza aparte de un hotel con todo incluido o un camping cerca de la playa? Entonces, ¿un entorno familiar en medio de la nada, un poco de decoración exterior y gente amable con la que poder desconectar de verdad? ¡Bien hecho!